Lingüística | Antoni Rodríguez Mir Conserje de IES del Port d'Alcúdia y escritor

Antoni Rodríguez Mir: «‘Xupacrostes’ es el único insulto al que no he encontrado una definición»

«Aparecen expresiones del siglo XIV como ‘alcavota’, que no ha sobrevivido»

Antoni Rodríguez posa con su nuevo libro.

Antoni Rodríguez posa con su nuevo libro. / J. Frau

Joan Frau

Joan Frau

El libro1.111 llamps i pestes. Diccionari d’insults, exageracions, flastomies, metàfores, locucions, mofes i frases fetes despectives i de no dir, editado por Lleonard Muntaner, ya ha sido presentado en Inca y Santa Margalida y está previsto que el martes lo haga en Can Alcover (Palma) y el viernes en s’Agrícola (Manacor). En total, se harán 21 actos promocionales de una publicación que llena un vacío en el campo de la lingüística.

Está usted muy solicitado. Se ve que los insultos interesan. 

Evidentemente. Se ha creado una especie de morbo porque es un campo poco estudiado. Caterina Valriu, autora del prólogo, dice que lingüísticamente se ha estudiado poco y que mi libro abre un camino para que otros estudiosos profundicen más.

¿Cuántos insultos ha podido recopilar en el catalán que se habla en Balears?

Son 1.111 ‘llamps i pestes’, como dice el título, que son insultos y frases para herir. Hay 111 insultos pero sólo 110 definiciones. Hay un insulto que no la tiene.

¿Cuál es?

Xupacrostes’.

Es una expresión poco habitual, desde luego. ¿No ha podido encontrar el significado?

Al fin y al cabo esto es una ‘juguesca’ que surgió de un grupo de amigos y queremos que el lector pueda decirnos qué es para él un ‘xupacrostes’, a través de las redes. Pretendo que haya una interacción con el posible lector, y no sólo esto: que me den a conocer insultos que no aparecen en el libro.

¿Ha empezado esta interacción con los lectores, le han ofrecido nuevas expresiones?

De momento todavía no tengo el significado de ‘xupacrostes’ pero ya tengo nueve insultos que no tenía. 

O sea, que tendrá que ir reeditando el libro para actualizarlo.

Sí. Además, me quedaron unos 150 insultos en un cajón que no han salido por diversos motivos. Si hay voluntad de la editorial, podremos hacer una segunda versión dentro de un tiempo.

¿Por qué 1.111? ¿Es un número buscado o es casual?

Es buscado. En un principio tenían que ser más, pero se fueron acumulando los insultos. Al final me quedé con 1.111 porque es un número redondo, un número ‘mirall’, que además da buena suerte según la cabalística. 

¿Más que una recopilación, su intención era crear un diccionario de insultos?

No es un listado de insultos, es un diccionario. Todos tienen su definición y muchos de ellos incluyen la fuente y otros también aparece la localización y algún ejemplo. Hace unos días, en Santa Margalida, un joven me dijo que seguro que no tenía un insulto, pero miramos el libro y aparecía, y además como típico de Santa Margalida. Esto quiere decir que el libro, que se puede empezar por cualquier página, no va mal encaminado. 

¿Cuáles son las fuentes principales?

Son de dos tipos: orales y escritas. Las escritas representan más o menos el 80 por ciento del libro. Principalmente del Diccionari Alcover Moll, que aporta el 60% de los insultos que proceden de fuentes escritas. Es un diccionario que se empezó a escribir hace 100 años y las localizaciones ya han cambiado mucho. También hay fuentes orales como el que he comentado de Santa Margalida. Hay un caso de un insulto de Alaró de los años 80 que era ‘pareixes un pink floyd’. Son insultos que han caído en desuso, de forma paralela a la lengua catalana.

¿Ha recogido insultos muy antiguos?

Aparecen insultos del siglo XIV como ‘ca’, ‘fill de ca’, ‘alcavota’, que en los dos primeros casos han sobrevivido y en el tercero no, aunque hace poco una chica me dijo que su abuela aún lo decía. Hay una tradición oral que se va perdiendo, y esto es uno de los motivos del libro. 

¿Cómo surgió la idea?

Salió de un grupo de amigos con los que me reúno de forma periódica para desayunar, con dos temas de interés principales, el Barça y la lengua. Uno de ellos dijo que los jóvenes hoy en día no saben ni insultar en mallorquín. A partir de aquí se me encendió la bombilla y propuse hacer una recopilación de insultos. En internet hay listados pero no tienen definición. A partir de aquí empecé el trabajo de recoger insultos. Me entrevisté per Caterina Valriu y me guió.  

¿Los insultos son un indicador de la salud del catalán en las islas? 

Yo creo que sí. En los pueblos del Pla están plenamente en vigor pero en la costa, donde hay más inmigración, ya no se insulta en catalán. Cuando venían los forasteros, antes lo primero que aprendían era insultar y decir cuatro palabrotas en mallorquín. Ahora esto ya no ocurre, insultan en su lengua porque se relacionan entre ellos, se han creado guetos lingüísticos. El departamento de catalán del instituto del Port d’Alcúdia hizo una prueba con sus alumnos y una de las preguntas era que escribiesen diez insultos en catalán: como mucho sabían cuatro o cinco. Es un patrimonio que se va perdiendo.

¿Su pasado como político en Inca, donde estuvo 15 años como edil, cuatro de ellos como regidor de Cultura, tiene algo que ver en su especialización actual sobre los insultos?

En absoluto, pero hay un apartado que habla de los diferentes campos que generan más insultos como son el deportivo, donde se insulta de forma peyorativa por tema de raza; el ámbito familiar; a través de las redes sociales para hacer ‘bullying’; y también en el ámbito político, sobre todo en las campañas electorales. Actualmente, insultar está penado. Antes se insultaba sobre todo al poder y a la iglesia, ahora se reduce más al ámbito familiar.

¿Hay insultos que van a dañar y otros que son simpáticos?

Debemos tener en cuenta que un insulto es una palabra y de cualquier palabra, en función de la entonación, se puede interpretar un insulto. Podemos decir ‘elefante’, ‘ballena’ o ‘mosquito’ sin que pase nada y podemos decirlo de forma peyorativa. Es la entonación y el contexto. Un insulto es un puñetazo verbal, cualquier palabra puede serlo. 

¿Cada pueblo tiene sus propios insultos?

Hay insultos autóctonos que sólo se dicen en un pueblo en concreto. Por ejemplo, en Pollença hay un insulto que es ‘solleric’ y otro que es ‘ets una cafetera’, que significa chivato. Uno típico de Inca es ‘fer es toninoni’, que significa hacerse el tonto. También hay muchos que empiezan por ‘pareixes’, como ‘pareixes de Sineu’ o ‘pareixes de Búger’. 

Insultos que faltan a todo un pueblo...

Normalmente los decían los pueblos vecinos. El caso de ‘pareixes de Búger’ tiene un origen contrario al actual. Creo que era el Rei Jaume II que tenía un consejero muy bueno que era de Búger. De ser muy bueno antes se ha transformado en un insulto para decir que eres un poco ‘curt’. 

¿Cuál es el insulto más popular en Mallorca?

Yo creo que es ‘fill de puta’, que en este caso también es en castellano. También ‘Cagondéu’ está bastante generalizado. 

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