El secreto de los bocadillos de calamares del Bar Can Grau de Biniali también se traspasa

La hasta ahora dueña del bar de Biniali, Cati Batle: “Marcos Rocha seguirá exactamente cómo lo hacíamos nosotros. Guillem le ha traspasado el secreto de sus bocatas de calamares”

La que fue camarera Elena, Guillem Sastre y Cati Batle, tras la barra del Bar Can Grau.

La que fue camarera Elena, Guillem Sastre y Cati Batle, tras la barra del Bar Can Grau. / C.B.

Rosa Ferriol

Rosa Ferriol

Cati Batle y Guillem Sastre llevan trece años en la cocina y detrás de la barra del Bar Can Grau de Biniali. Este miércoles Marcos Rocha ha tomado las riendas de este establecimiento de Biniali famoso por sus bocadillos de calamares y también por sus tapas o por sus variats “no variats”, como ellos se encargaban de puntualizar.

Cati Batle confiesa que está muy agradecida por estos trece años sirviendo en Can Grau. “En 13 años, todos los clientes no son clientes, ya son amigos”, reconoce. Ahora toca cambiar de aires ya que estar detrás de una barra o entre fogones "es muy esclavo". Eso sí, tranquiliza a los amantes de todas las delicias gastronómicas que preparaba su marido Guillem Sastre en la cocina de Can Grau. “Marcos seguirá exactamente cómo lo hacíamos nosotros con los bocadillos de calamares, las tapas de los miércoles y los sábados y más adelante tiene la intención de ir introduciendo platos propios”, avanza Cati Batle.

Si uno le pregunta qué consejo daría a su sucesor, no lo duda: “que siga igual”. “Mi marido le enseñó exactamente cómo hacía los bocatas de calamares. Las tapas no ha hecho falta porque Marcos es cocinero. Simplememente le ha traspasado el secreto de sus bocatas de calamares. Eso sí, también le ha recalcado la importancia de que todos los bocadillos se sirvieran crujientes. Eso lo tenía Guillem, todos los panecillos debían salir crujientes. Le aconsejó que siguiera con su estilo y que fuera introduciendo sus platos”, desgrana Cati Batle que al asegurar que Can Grau también ha traspasado el secreto de sus bocadillos de calamares ha dejado a más de uno mucho más tranquilo al poder seguir disfrutando de estas delicias que durante trece años han servido en este bar de Biniali.

“Mi marido le enseñó exactamente cómo hacía los bocatas de calamares"

Cati Batle

Cati Batle recuerda que en 2011 cogieron el Bar Can Grau porque se traspasaba. “Mi hermano y mi cuñada tenían la tienda delante. Nunca en la vida habíamos tenido un bar, trabajábamos en otros sectores pero mi hermano insistió. A Guillem le gustaba la cocina y mi hermano no paraba de decirnos que el bar se traspasaba y que Biniali era un lugar de paso de mucha gente. Nunca nos hubiéramos imaginado tener tanta gente”, cuenta Cati que explica por qué a sus variats los llamaba “no variats”. “Los miércoles y los sábados, Guillem cocinaba una tapa, a veces hacía frit de pastanaga, otros optaba por bacallà en salsa. No es propiamente un variat pero, por ejemplo, los días que hacía callos los acompañaba con ensaladilla o champiñones. Se dice que cuando hay tres cosas diferentes en un mismo plato ya es un variat”, razona.

Decisión

La hasta ahora dueña del Bar Can Grau de Biniali confiesa que ha sido duro tomar la decisión de traspasar el bar. “Guillem ya llevaba tres años aguantando porque yo quería seguir. Un bar es muy esclavo. La decisión la tomamos porque un camarero nos dejó. Era un día que teníamos el bar a tope. Mi hijo nos ayudaba en la cocina, mi marido tuvo que salir de la cocina para ayudarnos a servir. No dábamos a basto y fue la gota que colmó el vaso. Anunciábamos que se traspasaba el jueves y el domingo ya estaba traspasado el bar”, cuenta Cati que no esconde que Biniali es un pueblo pequeño pero que cuenta con mucha gente de paso. “Siempre vienen ciclistas, jubilados y gente de por toda la isla”, reconoce agradecida por estos trece años de recuerdos “inolvidables” cosechados detrás de la barra de Can Grau.

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