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Raúl Vílchez, un padre 'calvianer' reflexiona sobre el suicidio de su hijo: «Cuando te toca de cara, ves que no estamos preparados»

«Estaba en el sofá, haciéndome mil preguntas, y empecé a escribir de la experiencia»

Raúl Vílchez, vecino de Son Ferrer.

Raúl Vílchez, vecino de Son Ferrer. / Iñaki Moure

Iñaki Moure

Iñaki Moure

Raúl Vílchez es un vecino de Son Ferrer, de 45 años, que reflexiona sobre el suicidio de su hijo en un libro de reciente publicación, ‘Sobrevivir a la vida’ (Hilatura Estudio Editorial).

¿Por qué se decidió a escribir este libro?

Desde el momento en que estaba en el sofá, tirado, echándome la culpa y haciéndome mil preguntas. Me preguntaba por qué había pasado esto y cosas así. Empecé un día a plasmar pensamientos en unos folios y así surgió la idea. Cuando me di cuenta, tenía 30 páginas. Este libro es personal e íntimo de mi mujer y mis cuatro niños. Está dividido en varios capítulos en que hablo de cómo se forma una familia, cómo se construye lo que para ti es tu hogar, tu mundo. Y, luego, de repente, cómo todo se va al suelo, igual que un castillo de naipes que se derrumba. Además, en una tercera parte del libro, explico cómo afrontamos mi familia y yo el suceso en sí, y cómo intentamos sobrevivir.

«Cuando el suicidio te toca de cara, ves que no estamos preparados»

«Cuando el suicidio te toca de cara, ves que no estamos preparados» / Iñaki Moure

¿Y cómo se intenta salir de una experiencia así? Si es que se puede, evidentemente.

Nunca se sale. Que ¿cómo lo intentas? Tengo la gran suerte de que tengo tres pequeños y te levantas cada día y tienes que sacarlos adelante. El estar en un pozo metido no es aconsejable para tus tres niños. Aunque yo no comparta este suceso, él lo decidió y no nos queda otra que seguir adelante e intentar hacerles ver a otras familias que estén en situación similar y que no saben cómo salir que te puedes agarrar a algo e ir día a día. Ese es el objetivo, darle importancia a la salud mental. El suicidio está envuelto de estigma, como que se tapa y hay 4.300 muertes a nivel estatal el año pasado por este motivo.

El suicidio es el gran tabú de la sociedad. Los medios de comunicación tienen como política no informar sobre personas que se suicidan.

Para mí es el grave problema, pero claro yo lo veo ahora desde mi punto de vista. Cuando a uno le toca de cara, ves cosas diferentes. No estamos preparados. Desde la política, no está preparada la salud mental. Yo lo he vivido en mis carnes. Una persona, como no tenga recursos para costearse algún psicólogo, es muy difícil que la seguridad social te atienda como toca. Cada dos meses te van a ver una hora. No basta para nada. Y esto le ocurre a muchas personas igual, no sólo a mí.

¿Qué lecciones cree que puede extraer la gente que lea su libro y que esté pasando por un episodio traumático en su vida?

A raíz de sacarlo, mucha gente me ha escrito, gente que a lo mejor está deprimida y no ve salida, y su situación no les deja ver el camino. Ha habido gente que me ha dicho: «Estoy aquí con mis preocupaciones y mira la valentía que has podido tener para escribir este libro». Para mí eso me satisface, que una persona pueda leer el libro, y no digo que se tenga que sentir identificado, pero que a lo mejor vea que hay que seguir adelante y que la vida es más bonita de lo que creemos. Lo llevaremos el resto de nuestros días, pero hay que seguir viviendo. Él no quería causarnos sufrimiento, sino dejar de sufrir él. El libro es un estímulo para que esas familias que sufren puedan salir del pozo.

Siempre se dice que la vida sigue, pero entiendo que a veces se hace muy difícil seguir adelante.

Mis hijos son mi pilar. Una familia que pierda un hijo en estas circunstancias ¿a qué se puede agarrar? La culpa te persigue. Repasas conversaciones. Siempre te queda la culpa. Con los días, los meses, te das cuenta de que has hecho cosas por él, que hasta estado ahí. Pero el porqué no tiene respuesta. Sólo lo saben los que nos dejan. Mi mujer y yo estamos en la asociación de Afasib [Associació de Familiars i Amics Supervivents per Suïcidi Illes Balears]. Somos una familia más. La creó Xisca Morell, quien perdió a su hermano. Tuvo la valentía de fundar esta asociación y a raíz de eso muchas familias se han sumado. Al final, cuando uno muere por accidente o enfermedad, es una desgracia igual. Pero una muerte por suicidio a la familia le crea la culpa. Los supervivientes no tenemos la culpa realmente. En la asociación te sientes arropado.

¿Alguna vez había tenido la necesidad de escribir como en este momento de su vida?

Jamás hubiera pensado en escribir un libro. Estaba sentado en el sofá y escribiendo, escribiendo se dio así. Todo es hablándole a él. Es un homenaje a él y a todos los ángeles que nos dejan, y a todas las familias. Al final del libro, relato que está dedicado a todas las familias que han perdido a un ángel.

¿Qué le ha aportado la escritura?

Lo que mejor me ha hecho es que mis tres hijos vean que su padre intenta salir a flote. Me vieron muy mal y me dieron la mejor lección del mundo. Una conversación de mis hijos conmigo me hizo abrir los ojos y ver que la desgracia era de todos, no sólo mía. Estos sucesos te crea una parte egoísta, pero todos están mal, no sólo tú. Hice clic y me hizo decidirme a escribir. Me ha aportado estar mejor conmigo mismo y demostrarles a mi mujer y mis hijos que íbamos a salir adelante, a coger el toro por los cuernos. Me ha hecho bien sobre todo que otras familias puedan ver esto. Yo sé que es duro. En la asociación ves familias que están sumergidas en un pozo y no saben encontrar el camino. Si les puedes aportar luz, bienvenido sea.

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Si tú o una persona que conoces está pasando por un mal momento, hay profesionales dispuestos a ayudarte. En el teléfono del 112, las personas que trabajan en la Sala de Emergencias podrán atenderte por teléfono las 24 horas y todos los días del año.

También puedes llamar a la línea de atención a la conducta suicida, marcando el 024. Es un servicio de alcance nacional (accesible desde todo el territorio nacional), gratuito, confidencial y disponible las 24 horas del día, los 365 días del año.

Hay otras asociaciones, como el Teléfono de la Esperanza, que también prestan su ayuda. Puedes llamar al 717 003 717 o 971 461 112.

La Asociación de Familiares y Amigos de supervivientes del suicidio (AFASIB) te puede atender marcando el número 657 716 340.

También puedes acudir a un centro de salud u hospitalario en busca de ayuda.

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