Sequía en Mallorca: Las lluvias dan un respiro a la lenta agonía de la ‘foravila’

Las últimas precipitaciones ayudarán a regenerar los pozos, pero no compensarán el elevado déficit de humedad que ha dejado sin pasto a los animales porque las semillas apenas germinan

Joan Gaià, coordinador de Unió de Pagesos, observa el impacto de la sequía en una finca de cereales de Sineu, el pasado jueves.

Joan Gaià, coordinador de Unió de Pagesos, observa el impacto de la sequía en una finca de cereales de Sineu, el pasado jueves. / J. Frau

Joan Frau

Joan Frau

«Morfina para una vena herida». La metáfora es del presidente de Asaja, Joan Company, y sirve para ilustrar el efecto de las últimas lluvias sobre el campo mallorquín. Un pequeño alivio para una situación dramática de sequía que, según teme el sector agrícola y ganadero, es una consecuencia más de un cambio climático que sube las temperaturas y reduce las precipitaciones, un cóctel explosivo para el sector primario, que empieza a reflexionar sobre si conviene replantearse estrategias y costumbres para garantizar la propia subsistencia.

«La lluvia de estos días no arreglará nada en el sector ganadero, porque los pastos primerizos están muertos, pero puede venir bien para los cereales y los pozos», explica Company. También ha podido animar a muchos payeses que, resignados ante la dura sequía, habían decidido no sembrar cereales. En este sentido, Joan Gaià, coordinador de Unió de Pagesos (UP), afirma que a lo largo de esta última semana, debido a las previsiones meteorológicas que anunciaban lluvias, se ha incrementado la actividad en muchas fincas cerealistas en un intento de coger el último tren para aprovechar la humedad que las lluvias dejarán en los campos, aunque ello suponga «ir a contrarreloj».

Y es que la ‘foravila’ está tan seca debido al déficit de precipitaciones que, por primera vez, «la gente se plantea no sembrar, algo que nunca había pasado», subraya Gaià. Se calcula que centenares de hectáreas donde tradicionalmente crece el cereal quedarán sin explotar este año. Y en las zonas sembradas, muchas semillas no germinan y las que lo hacen apenas crecen, con tallos delgados y débiles.

Detalle de una pequeña planta de cereal, con el tronco delgado debido a la falta de humedad.

Detalle de una pequeña planta de cereal, con el tronco delgado debido a la falta de humedad. / J. Frau

Por todo ello, las principales organizaciones agrarias han reclamado al Govern que convoque de forma urgente la mesa de la sequía. «La gente está muy nerviosa y quiere respuestas», apunta el coordinador de UP, quien opina que «el Govern tiene el reto de ver cómo compensa a la gente que ha decidido no sembrar; nosotros reclamaremos ayudas económicas». Gaià calcula que cada hectárea de cereales tiene un coste de unos 250 euros para el agricultor. 

El sector tiene claro que la sequía no es coyuntural. Es una consecuencia del cambio climático global y por ello piensan que la crisis debe abordarse «desde un punto de vista integral», señala Gaià. «Tal vez tengamos que sembrar sobre el rastrojo, recurrir más al goteo o plantar un trigo más rústico que aguante más las altas temperaturas», añade como ejemplos de cambios que tal vez el sector deba plantearse a partir de ahora y que implicarán «muchos problemas» para las explotaciones de estructura familiar. No así para las empresas punteras, más preparadas desde el punto de vista técnico. «A problemas nuevos, soluciones nuevas», zanja, por su parte, Joan Company.

La ganadería, muy perjudicada

Sin cereales ni forrajes, que suponen «el 70% de lo que se siembra en Mallorca», no hay comida para el ganado, explica Company. «El pasto que se siembran entre septiembre y octubre está muerto y los ganaderos están tirando de los rollos de paja que reservan para el invierno y que, a este paso, se acabarán en febrero para el 90% de los ganaderos de la isla», lamenta el presidente de Asaja. 

Además, «la gente que tiene ganado se guarda el forraje para sus animales y no lo vende», dice Joan Gaià, por lo que «si la cosa no cambia de forma radical, deberá importarse paja y cereal de fuera, y los precios siguen muy altos desde la guerra de Ucrania». Al final, la consecuencia es que «muchos ganaderos eliminarán cabezas de ganado», una tendencia que no es nueva: en los últimos 30 años han desaparecido unas 20.000 ovejas en Mallorca. Y sin ovejas, el paisaje de Mallorca no será el mismo, según destaca Company. 

Los animales, sin duda, se llevan la peor parte de esta sequía extrema que no se solventará con las últimas precipitaciones. Pero toda la ‘foravila’ padece las consecuencias. También los árboles y la viña, ‘despistados’ por el calentamiento global. «Muchos árboles han sacado brotes como si estuviésemos ya en primavera, y esto es muy peligroso porque vendrán heladas que los quemarán, con lo que pueden decir adiós a la producción», lamenta Gaià.

Las pocas semillas que han germinado crecen sin fuerza.

Las pocas semillas que han germinado crecen sin fuerza. / J. Frau

La falta de reservas de agua es otro dolor de cabeza importante. Ante la ausencia de lluvias, los productores de hortalizas y árboles frutales deben consumir sus propias reservas hídricas, que no son infinitas. Especialmente preocupante es la situación en sa Pobla, donde las reservas de agua están al mismo nivel o incluso más bajas que en verano, una situación inédita y muy peligrosa. 

Joan Company señala que estas últimas precipitaciones han ido muy bien para regenerar los pozos. «Primero la tierra tiene que absorber el agua y se supone que una parte de ella terminará en los acuíferos», afirma. Si llueve, los payeses no tienen que recurrir a las propias reservas. «Siempre es más buena el agua del cielo que la de la tierra», subraya el presidente de Asaja. 

En este sentido, Joan Gaià, precisa que «el problema no el agua que los payeses extraen del subsuelo, que regresa a a tierra después de regar, sino la que se desvía para el sector turístico, líquido que se pierde en el mar y no regresa». El coordinador de UP califica de «crimen» que en Mallorca se siga vertiendo al mar agua depurada. «Vamos 20 años tarde, es un reto de la Administración», añade. 

Por su parte, Joan Company también destaca la «gran preocupación» que para el sector supone la llegada de la temporada turística alta con las reservas de agua al mínimo.

El impacto en la viña

El sector vinícola es otro gran perjudicado por la sequía, si bien todavía es pronto para prever cómo será la próxima vendimia. «Sin lluvia, la viña no tiene reservas, a pesar de que se diga que en invierno está dormida, y tampoco hace el frío que necesita la planta», explica Mireia Majoral, de la bodega de Can Majoral de Algaida.

Ante la falta de lluvias, la bodega consume el agua de sus propios pozos. Otra consecuencia de la sequía es que los cereales y leguminosas que siembran entre las cepas para depositar una cubierta vegetal «están muertos». En Can Majoral han constatado que las variedades autóctonas como la ‘gorgollassa’, el ‘calletprensal’ o el ‘giró’ «resisten mejor la sequía que las foráneas». 

Mireia Majoral cree que los productores «deberán ser muy previsores» en los próximos años y lamenta que «ya llegamos tarde» para compensar el impacto del cambio climático. «Deberemos hacer un cambio de planteamiento a nivel global», concluye.

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