Lletra menuda

Las restricciones son para la posidonia

Llorenç Riera

Llorenç Riera

El ciudadano común tiene serias dificultades para desembarazarse del enrevesado lenguaje administrativo viciado en exceso por palabras equidistantes y términos asépticos. De ahí la incomprensión de algunas resoluciones. Le llaman informe técnico pero demasiadas veces se queda en vocabulario desparramado capaz de invertir expresiones y conceptos. Es desde esta dinámica que resulta difícil entender el posicionamiento de la comisión de Medio Ambiente sobre las boyas ecológicas en el caló de Artà. Al igual que en otros puntos del litoral insular, Ports de Balears tiene previsto instalar en él nuevos puntos de fondeo pensados para respetar el entorno y, en especial, proteger la posidonia. Junto al pequeño muelle de la costa de Artà, ya anulado por los temporales y el olvido, estaba previsto instalar 41 boyas. Quedan reducidas a 25. Se está haciendo mucha pedagogía sobre la importancia de la posidonia para regenerar y sanear los ecosistemas marinos, pero medidas como la que se conoce ahora, la reducción de boyas, transmiten, por lo menos en primera instancia, el mensaje inverso. Parece como si la posidonia fuera el estorbo que dificulta el fondeo de las embarcaciones de pesca y recreo. Eso sí, se instalará un número reducido de boyas para quedar bien, se aconseja una vigilancia superior a la estrictamente destinada a la planta marina y se aventuran estudios y observaciones para evaluar el devenir de las medidas establecidas. Pero, sobre todo, que las embarcaciones surquen las aguas del entretenimiento diverso porque este es un litoral turístico largamente apetecido y entregado al bien primordial del ocio distendido sin reparar en sus secuelas.

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