Informe

¿Las verbenas de los pueblos de Mallorca morirán de éxito por su creciente masificación?

Los incidentes de esta semana en la noche de Sant Agustí reavivan el debate sobre la necesidad de repensar estos eventos que se han ido masificando en los últimos años

Jóvenes saltando la valla para entrar en el recinto de la verbena de Sant Agustí, en Felanitx

Jóvenes saltando la valla para entrar en el recinto de la verbena de Sant Agustí, en Felanitx

La última gran macrofiesta del verano en la part forana, celebrada en Felanitx, ha abierto un debate acerca de la necesidad de repensar el modelo de verbenas de pueblo, convertidas en los últimos años en eventos masificados por la afluencia de asistentes de otras localidades – sobre todo, jóvenes -, en perjuicio en muchas ocasiones de los vecinos del lugar, que se quedan sin poder disfrutar de las fiestas de su localidad.

El lunes pasado, se celebró la verbena de Sant Agustí, el colofón a toda una jornada de actos en Felanitx (fiesta de El Cosso incluida), y su desarrollo puso en evidencia una serie de problemas que aquejan no sólo a este municipio, sino a otros de la part forana, en que el ‘efecto llamada’ de las redes sociales, la mejora de la movilidad a nivel insular y la gratuidad de las actuaciones generan un efecto multiplicador en la asistencia, con todo lo que ello conlleva desde el punto de vista de la seguridad y la limpieza.

En este caso, llamaron la atención mediática de decenas de jóvenes saltando las vallas que delimitan el parque municipal de sa Torre, después de que se restringiese el acceso al completarse el aforo en el interior, fijado en 7.000 personas. Hasta 5.000 personas, según los cálculos municipales, se llegaron a agolpar en las inmediaciones del recinto.

Muchos felanitxers se quejaron amargamente de que no habían podido disfrutar de sus fiestas. Se sentían excluidos de su propia celebración. «Gente de Felanitx que no puede entrar en la verbena, gente sin sentido común saltando las barreras y las autoridades no responden. Quiero mucho a mi pueblo y Sant Agustí, pero, si no ponemos orden, se acabará este día, que para mí y para muchos ‘felanitxers’ es tan especial», reflexionaba en sus redes sociales la artista Maria Hein, Más significativo aún resulta el siguiente diálogo. Un alcalde de la isla, interesándose por lo sucedido el lunes, llamó a un amigo suyo de Felanitx.

- ¿Cómo te fue por la verbena de Sant Agustí?- le preguntó.

- Hace dos años que no voy por la cantidad de gente que hay, así que ni idea – le contestó.

"Quiero mucho a mi pueblo y Sant Agustí, pero, si no ponemos orden, se acabará este día, que para mí y para muchos ‘felanitxers’ es tan especial"

Maria Hein

— Artista de Felanitx

Esa opinión no es exclusiva de vecinos de Felanitx, Puede encontrarse en residentes de otros municipios, donde se celebran las grandes fiestas del verano mallorquín, como los moros y cristianos de Pollença o el Much de Sineu (donde este diario se hizo eco de las quejas de algunos vecinos por amanecer sus casas llenas de orines y vómitos). Hay que vecinos que ‘huyen’ de sus propias fiestas.

Reserva de plazas

Para que estos festejos no mueran de éxito, el presidente de la Federación de Entidades Locales de Balears (Felib), Antoni Salas, alcalde de Costitx, reconoce que quizá deba repensarse en algunos casos el modelo de fiestas existente, estableciendo controles de aforo, reservando plazas para los vecinos del municipio o fijando un precio simbólico por entrar. Así lo ha decidido, por ejemplo, el ayuntamiento de Felanitx, que anunció que, a partir de 2024, la verbena de Sant Agustí será de pago y sólo para mayores de 18 años.

«Yo siempre he sido partidario de que la cultura y las fiestas deben ser gratis, pero tal vez sí se tiene que llegar a hacer de pago alguna actividad como los conciertos. Aunque evidentemente pueda participar gente de otras localidades, las fiestas populares de un municipio tienen que ser para la gente de ese municipio», apunta.

"Tú puedes haber preparado un plan de seguridad, todo muy bien, esperando 4.000 personas, pero, si tienes 8.000, no bastan los servicios previstos, ni la policía ni el dispositivo de limpieza"

Antoni Salas

— Presidente de la Felib

El presidente de la Felib afirma que los alcaldes se encuentran ante la siguiente «incoherencia». «Por un lado, tenemos más seguridad, más coordinación con fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y mejor organización que habíamos tenido nunca. Se celebran juntas de seguridad local, reuniones de coordinación... Pero nos encontramos con que, con tantas redes sociales y la facilidad de movilidad de la gente joven, las fiestas están más masificadas que nunca y todas estas medidas que se van tomando año tras año no tienen los efectos deseados ante la afluencia multitudinaria. Tú puedes haber preparado un plan de seguridad, todo muy bien, esperando 4.000 personas, pero, si tienes 8.000, no bastan los servicios previstos, ni la policía ni el dispositivo de limpieza», argumenta Salas.

El auge de las neofiestas

Este proceso de masificación de determinadas fiestas populares no se entiende sin hablar del fenómeno de las neofiestas, como el Much o el Cosso; un «fenómeno en efervescencia», como apunta Marcel Pich, autor del libro ‘Les neofestes a Mallorca’.

«Son fiestas populares de toda la vida, pero que se han identificado como un fenómeno que se ha calificado de neofiestas, pero surgen como muchas otras fiestas de la espontaneidad de un grupo de gente que en este caso son los organizadores. La mayoría de neofiestas surgen porque un grupo de jóvenes del pueblo hace 10,15, 20 años vieron que sus aspiraciones no encuentran su sitio en el marco del programa de fiestas patronales y crean su propia fiesta. No hay ningún secreto. Las neofiestas son fiestas populares de toda la vida», arguye Pich.

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