Lletra menuda
Una carencia previsible pero no justificada
Tan bonito como siempre pero reseco, sin provisiones básicas hasta la garganta. Esta es la deformación que padece hoy la eterna postal de Deià, con lo cual, el paisaje idílico se deforma y se queda en mero espejismo de servicios desérticos. No hay alegría posible cuando el grifo no canta y la cadena del pozo chirría. Mucho menos si es en agosto.
Hace años que Deià padece dificultades en el abastecimiento de agua que ahora se agravan con cortes directos. Las administraciones también hace tiempo que aseguran trabajar para cumplir con su obligación de garantizar el suministro a toda la isla. No cumplen. No valen pretextos de sequía y sobrepoblación. Todo era previsible, pero también más cómodo no dictar medidas de mayor calado preventivo cuya carencia desemboca en el vacío actual. Resulta patético que Deià tenga que llorar en público la insuficiencia de su partida municipal para camiones cisterna. Una de dos, o se ponen límites serios a la presión poblacional o que los turistas hagan el favor de venir con su mochila de agua a cuestas.
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