Can Baró suma cuatro años cerrada mientras acelera su degradación

La pista deportiva está clausurada por orden judicial desde 2019 a raíz de una denuncia por ruido

El nuevo Consistorio tratará de dar con una fórmula para reabrir la instalación

El IME invirtió en 2018 casi 22.000 euros para insonorizarlo

La pista se degrada por el paso del tiempo.

La pista se degrada por el paso del tiempo. / Raúl Sanz

Jaume Bauzà

Jaume Bauzà

La pista deportiva de Can Baró, en el barrio de Son Armadans, acelera su degradación mientras espera una solución después de más de cuatro años cerrada por una sentencia judicial a raíz de la denuncia de dos residentes por ruidos. El Institut Municipal d’Esports (IME) clausuró la instalación en febrero de 2019 y a lo largo de la pasada legislatura no halló la fórmula para proceder a su reapertura.

La pista, de titularidad de la Sociedad Municipal de Aparcamientos y Proyectos (SMAP), es uno de los asuntos pendientes que está sobre la mesa del nuevo ayuntamiento de Palma. Recién aterrizado, el Consistorio no ha tenido todavía tiempo de abordar esta problemática, pero espera dar con una solución para que niños, entidades, clubes y colegios de la zona puedan volver a utilizarla.

La instalación fue cerrada definitivamente en 2019 para dar cumplimiento a una sentencia del juzgado contencioso administrativo número 2 de Palma que dio la razón a una pareja de residentes en la zona que se quejaban del ruido que provocaba la práctica deportiva en esta pista descubierta.

En 2016 hubo una primera sentencia que ordenaba el cierre de la instalación. Dos años después, en 2018, el IME la reabrió al entender que registraba valores dentro de los parámetros establecidos por la legislación vigente tras realizar diversas actuaciones para insonorizarla.

Todavía son visibles las líneas de la pista deportiva.  | R. SANZ

Todavía son visibles las líneas de la pista deportiva. | R. SANZ / jaume bauzà. palma

Inversión estéril

El IME invirtió casi 22.000 euros en la instalación de pantallas acústicas transparentes, el montaje de paneles de absorción acústica en la sala de control para evitar reverberaciones, la colocación de redes de protección para amortiguar los impactos de los balones y en la intervención a una valla lateral para evitar intrusiones.

Sin embargo, el juez consideró que era imposible insonorizar de manera adecuada una pista a cielo abierto y en febrero de 2019 ordenó un cierre que se prolonga hasta hoy. El magistrado consideró entonces que no se cumplió «con la primera de las medidas acordadas en la sentencia firme», en referencia al «cese de ruidos y molestias [...] por encima de los límites legalmente establecidos», ya que la insonorización llevada a cabo por el Ayuntamiento un año antes «no ha servido para nada», en palabras del denunciante.

De este modo, los servicios jurídicos del Consistorio informaron en enero de 2019 de la providencia del juzgado en un escrito dirigido al IME: «Abstenerse de continuar realizando, permitiendo o autorizando cualquier actividad en sus instalaciones hasta que no sea acreditado el cumplimiento de todos y cada uno de los contenidos recogidos en el fallo de la sentencia».

La pista, que era utilizada por tres escuelas y clubes de patinaje artístico, se ubica en la calle Tomàs Vidal de Son Armadans y se utilizaba para practicar varios deportes. El cierre de puertas incluyó además «la retirada inmediata de las porterías» colocadas en ambos extremos de este espacio polideportivo, el único de estas características que existía en el barrio.

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