Gent de Ciutat

Joan Roca: «Caminemos por la ciudad mirando hacia arriba, descubriremos parte del patrimonio que no solemos ver»

Siempre ha vivido en el mismo barrio de Palma, incluso trabaja muy cerca de su lugar de residencia. El profesor Joan Roca cuenta esa y otras experiencias

El profesor Joan Roca.

El profesor Joan Roca. / Pere Estelrich

Pere Estelrich i Massutí

Pere Estelrich i Massutí

Es persona de un solo barrio.

Sí, así como hay grupos musicales a los que recordamos por una sola canción, yo soy persona de un solo barrio. Un barrio que tiene dos denominaciones, unos le llaman de la Plaza de toros y otros de la plaza Fleming.

Un barrio que toma el nombre de un edificio o de una plaza.

O de un cine, pues algunos todavía lo conocen como el barrio del Capitol, una sala que, los que vivimos aquí, añoramos. Mientras otras zonas de Palma toman el nombre de una possessió como Son Espanyolet o Son Anglada, la nuestra coge el topónimo a partir de un edificio o espacio concretos. De todas maneras, lo de la plaza de toros es relativo, pues ya casi está en el extrarradio del barrio.

¿Le gusta su barrio?

Sí, me gusta mucho pues tiene personalidad, marcada por calles emblemáticas como Arxiduc, Balmes, Eusebi Estada o plazas como Cardenal Reig también conocida como «del obelisco». De todas maneras, la visión de una ciudad que tiene cada uno depende desde qué zona la contemples. Vivir en una barriada o en otra, marca. Incluso cada época del año, Palma nos ofrece versiones diferentes de sí misma.

¿Qué queda de cuando era pequeño?

Pues no crea que ha cambiado tanto. O al menos no tanto como otras zonas de Palma. Aquí todavía quedan algunos comercios de toda la vida y cafeterías en las que encuentras a los vecinos de siempre. Diría que todavía es hoy reconocible, aunque sí han desaparecido otros negocios como el de los zapateros o los de la venta de carbón, pues en mi niñez todavía se utilizaban las cocinas económicas de fuego. También recuerdo haber jugado a fútbol en la calle de mis abuelos. De eso no hace tanto, pues estoy hablando de hace algo más de cincuenta años.

El turismo y la gentrificación no han llegado a la velocidad y nivel de otros lugares de Palma. Y esperemos que no lo hagan, pues las ciudades han de ser lugares amables para sus habitantes, con calles en las que podamos pasear de forma tranquila. Y un consejo: Caminemos por la ciudad mirando hacia arriba, descubriremos parte del patrimonio que no vemos habitualmente.

Por lo que, a edificios, esta zona de Palma, cuando yo era pequeño, estaba llena de plantas bajas o casas de uno o dos pisos, con una arquitectura muy interesante, popular, pero también con algunas torres o lo que diríamos ahora, chalets. Todo ello poco a poco desaparece y con ello se va esa personalidad de la que hablaba antes. De los tejados, en mi infancia podíamos ver el castillo de Bellver, ahora es impensable. Otro hecho remarcable es que los espacios que antes eran de los bancos ahora se han reconvertido en pequeños talleres o en comercios de frutas y verduras, que dan una vida de barrio más allá de las franquicias.

Una barriada en la que el tren pasa por algunas de sus calles.

Cierto. Y que en cierta manera marca el día a día e influye en la personalidad de la barriada. Tanto el paso del tren de Sóller, que todavía circula por el exterior, como el de Inca que ahora está soterrado, han dejado huella. Durante años, estas calles con las vías estaban algo degradadas, sucias, incluso había algo de criminalidad y drogadicción que llegó a la plaza Fleming. Ahora, con la construcción de Les Estacions y la calle Jacint Verdaguer, eso ha desparecido.

Usted trabaja en el mismo barrio en el que vive, dando clases en el colegio Pius XII. ¿Cómo ha ido cambiando el alumnado?

El tipo de alumno que hemos tenido y tenemos hoy pertenece a familias de clase media, mayoritariamente del mismo barrio, que se conoce de fuera de las aulas, cosa que permite que puedas trabajar a gusto y en el que los jóvenes ingresan de pequeños, cero años y se marchan a los dieciocho. Eso permite conocerlos y que se integren. Yo mismo aprendí a leer en ese centro, por tanto, figúrese los años que hace que rondo por aquel edificio.

Así que usted da clases a hijos de personas con las que jugaba de pequeño.

Sí. Y es una buena señal el hecho de que los padres continúen llevando a sus hijos al centro en el que fueron de pequeños.

Este hecho, de dar clases a jóvenes que viven en el mismo barrio ¿cómo le influye en los programas y actividades escolares?

Realmente es un valor añadido al que le podríamos sacar más rendimiento. Los profesores de infantil y primaria sí utilizan este hecho, los de Secundaria y Bachillerato estamos demasiado condicionados por las programaciones y temarios que no fomentan el conocimiento del entorno más cercano. Lo que sí solemos hacer es dar a conocer los personajes históricos que dan nombre a muchas calles y plazas como los ya citados Arxiduc, Balmes, Jacint Verdaguer y Maria Cristina, la segunda de las dos regentes, no la de principios del siglo XIX.

¿Tema servicios?

Con la llegada de este gobierno y teniendo la Plaza de toros cerca, seguramente nos convertiremos en un barrio mimado por el Ayuntamiento. Más allá de la ironía y sin ser una zona de inversiones estrella, no ha sido un barrio dejado de lado, aunque sí tiene una mancha que no ha sabido limpiar ninguna de las instituciones de Palma ni de Mallorca: la destrucción de la Casa del Pueblo, que hoy es un solar situado en el corazón del barrio. El antiguo edificio de la Casa del Pueblo podría haber sido un gran espacio de equipamientos para toda Palma. Este edificio, construido hará ahora cien años, financiado por Juan March como una más de sus maniobras políticas, albergaba todo el tema social, lúdico y cultural de las asociaciones obreras de la ciudad. Naturalmente, después de la Guerra civil sus fines fueron castigados, reprimidos y eliminados por completo. Al final del franquismo, en 1975, el edificio fue derruido como indicando que el régimen moriría matando. Pero más vergüenza aún es que, a pesar de las reivindicaciones de muchos colectivos para que en el solar se construyera algo útil para el pueblo, ningún ayuntamiento ha sido valiente al respecto y lo ha acabado regalando al capital para que construya inmuebles.

¿Cómo se vive el hecho de estar a un tiro de piedra del centro de Palma, sin estar en el mismo centro?

Nosotros decimos «vamos a Palma», cuando vamos al centro. En mi caso concreto, a la hora de ir a una gran superficie, prefiero ir hacia el centro que hacia el extrarradio. Pero es un tema personal.

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