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La pesadilla de los patinetes

La pesadilla de los patines

La pesadilla de los patines / DM

Àngels Fermoselle Paterna

Àngels Fermoselle Paterna

El viñetista J.M. Barceló con su sección ‘A tira limpia’, en este periódico, debería ser nombrado socio de honor de la campaña Patinetes y Bicis a Raya, si tal cargo honorífico existiera. Ya he perdido la cuenta del número de chistes que ha dedicado a la pesadilla de los patinetes en nuestra ciudad, con su humor certero, amargo y escéptico.

Importante tiene que ser un tema para que llegue a ese artículo de fondo dibujado que son las viñetas de Barceló. La última fue el sábado, con un Martínez que despierta sobresaltado de un sueño angustioso, en que patinetes con vida propia lo perseguían mientras él pedía socorro.

Entre el mes de enero y hoy, Barceló ha sacado 14 tiras cómicas en las que, entre otras cosas, ofrecía un confesionario como último refugio espiritual antes de ser atropellado en la plaza de España, en vista de que Hila se negaba a interrumpir el carril bici allí. Por Sant Sebastià dibujó una valla publicitaria patrocinada por el ajuntament de Palma, GOIB y DGT, en la que encumbraba al patinete como patrón de Palma y tirano de Mallorca. Ante la negativa del consistorio anterior de asumir ninguna de las 20 propuestas de la ciudadanía para controlar y evitar patinetes en espacios peatonales, un crío interpretaba las siglas de Cort como Caos Organizado Régimen de Terror. En otra, allá por el mes de marzo, dibujaba un contador de víctimas del patinete: 500 personas heridas en 4 años, al lado del contador de árboles. Dibujó un patinetero enmascarado con capucha, calificándolo de brazo armado del Govern cuando éste subvencionó con 1 millón de euros su compra, en plena polémica sobre la inseguridad continua que provocan sobre los peatones. Y también hemos visto una ganzúa, un spray de pintadas vandálicas y un patinete estudiando cómo aliarse para defenderse de las declaraciones del actual alcalde, que dijo que «hay que ser inflexibles con los grafitis, los patinetes y la okupacion». Hasta hoy son 14 estupendas tiras cómicas de Barceló las que tengo contabilizadas y atesoradas en una carpeta.

Ya sé que los nuevos gestores de la ciudad llevan solo días en sus cargos, pero también sé que el tiempo pasa demasiado rápido —madre mía, las semanas, los meses y las elecciones vuelan— y no es cuestión de perder más tiempo.

Cuando actúen para poner coto al incivismo sobre ruedas recuerden que no valdrá escudarse en competencias de otras administraciones, ni en la falta de efectivos de control, ni en la herencia recibida. Se trata de remover los obstáculos que a veces se pone la propia Administración para que la eficacia en la defensa de un derecho elemental, como es el de que no te atropellen en la acera, se cumpla. Y no solo eso, también el derecho a saber que no corres peligro sobre ella, incluso si dudas y cambias repentinamente el sentido de tu marcha, andando. Ahora hay que tener ojos en el cogote y mucha estabilidad, además de unos nervios de acero para salir indemne del arriesgado empeño de caminar por Palma.

Si alguien piensa que obligar a tener un seguro a usuarios de patinetes será parte importante de la solución, que lean la letra pequeña y verán que la protección no se activa si el daño se produce saltándose la norma establecida. Es decir, si circulan a velocidad inapropiada, bajo efectos de alcohol o drogas, sobre aceras o espacios peatonales. Y no existe aún un consorcio que asuma ninguna indemnización.

Así que, hoy por hoy, los atropellos solo los paga la víctima. Que se lo pregunten a Maria Fuster, atropellada en una acera por un patinete en Palma, que lleva dos operaciones, varias placas y 28 tornillos para aguantarle el hueso en la pierna dañada, además de 8 meses de baja y cero compensaciones de ningún tipo. Pues bien, pese a que aún no camina con seguridad y siempre tiene dolores, es obligada a reincorporarse a su puesto laboral de auxiliar de clínica en un hospital público. Cosa de la inspección médica. Aún no sabe cómo arreglarse, pero allá que irá, medio cojeando y lenta. Solo espera que con sus dificultades no perjudique demasiado a sus compañeros de trabajo.

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