Más de políticos

Mª Magdalena Aguiló Tarongí.

Ante el desencanto que siento frente a unos partidos que no hacen más que sacar las vergüenzas del otro y puesto que ambos han demostrado que pueden tenerlas, siento una gran desconfianza.

Creo que la auténtica democracia sería que el segundo partido, el que no gobierna, supiera colaborar positivamente con el primero. Tal conducta, el pueblo, que no es tonto, sin duda la valoraría y probablemente le daría el voto en las siguientes elecciones. De tal manera que llegase a existir una alternancia pacífica y terriblemente positiva. Los gobernantes acabarían por transmitir al pueblo los sentimientos de respeto y buen hacer.

¿Es esto una utopía? Creo que sólo hace falta que seamos conscientes de ello.

No obstante, aunque sé de sobra que para el ser humano lo más fácil es equivocarse, y así lo afirman personajes tan sobresalientes como fueron Gandhi o Teresa de Calcuta, exigiría a los políticos que manejaran los fondos públicos, lo que en buen mallorquín se dice con un «seny de besti vella». De lo contrario sería preciso que su mismo partido les obligara a dejar el cargo y si fuera preciso exigir responsabilidades.

Considero totalmente preciso que en los ámbitos políticos los trapicheos no sean realizables.

¿Es posible llegar a un mundo mejor?

Claro que sí, querer es poder.