Opinión | Desde el siglo XX

Jaime Martínez y el general Fulgencio Coll nos toman por lerdos

En Cort el asunto de El Charly ha dejado con sus vergüenzas al aire tanto a PP como, sobre todo, a Vox, que se ha transmutado en ofendida damisela

Jaime Martínez y Fulgencio Coll

Jaime Martínez y Fulgencio Coll / Cort

Las reiteradas y risibles amenazas del portavoz de Vox en el Ayuntamiento de Palma, Fulgencio Coll, de querellarse contra quien insinúe siquiera que conocía los presuntos tejemanejes de El Charly, y ahí está la carbonizada concejala Neus Truyol, de la beatífica congregación de Més (antes PSM), que con su escandalosa contribución con dineros públicos, o sea: de todos, a la solvencia de la empresa de su señora madre va más que apañada, exhiben la hipócrita indigencia política con la que se desenvuelve la extrema derecha. El concejal Coll, en otra vida jefe del Estado Mayor del Ejército y jefe de la Unidad Militar de Emergencias (UME), con lo que ya son ganas de arrojar al basurero una señera biografía, dice mostrarse perplejo por la también otra vida que adornaba a El Charly. En Son Banya, Vox ha sido el partido alfa. Las ligas gitanas bailaban el agua por la extrema derecha. Coll las mimaba, pero, qué cosas, desconocía los carriles por los que supuestamente (todo presunto) discurrían. El Charly, por si alguien todavía lo ignora, ha sido encarcelado por orden del juez sin posibilidad de obtener la libertad mediante el pago de la correspondiente fianza. El atestado de la Guardia Civil es bomba de fragmentación. El interfecto afirma que ha malinterpretado sus conversaciones telefónicas. Veremos. Fulgencio Coll nada sabía. Nada sospechaba. Incrédulo, aparentemente, se refiere a la «otra vida» de Carlos Cortés en vano intento de quitarse el muerto de encima. La operación Jaque Mate le ha dejado estupefacto. Nunca atisbó mínima sospecha sobre las presuntas (siempre presuntas) andanzas de Carlos Cortés. Nos toma por lerdos. Al menos, el concejal Coll admitirá que tal vez, solo tal vez, sí cierta responsabilidad política le concierne. Y no se solventa amenazando con querellas; a todo un general que fue, no se le verá jamás como vestal ultrajada.

Y si por lerdos nos toma Fulgencio Coll Bucher, qué decir del alcalde de Palma, de Jaime Martínez, que, tras oportunamente aclarar que en Son Banya la vara alta correspondía a sus incómodos medio socios de Vox, pero asistentes indispensables, nos precisa que al coordinador del distrito de Llevant, José Luis Haro, que goza de predicamento en el PP, no se le cesa porque sus conversaciones telefónicas, en las que se constata que la camisa no le llega al cuello (se recogen en los atestados de Jaque Mate), nada hay en ellas punible. Amplias tragaderas las del alcalde, o, probablemente, incapacidad de proceder a su fulminante destitución por no disponer de la necesaria autoridad en el PP para apiolarlo. Caso que guarda parecidos con el del vicepresidente del Gobierno balear, Antoni Costa, el que contrató a su amigo presunto agresor sexual a sabiendas de que lo era. El juicio contra el interfecto se ha fijado para la segunda quincena de mayo. Al tiempo.

Jaime Martínez trata de ser un alcalde que gestiona, que no se ocupa de cuestiones espinosas, enrevesadas; sucede que los convolutos que en su día estableció alguien todopoderoso en el PP llamado José María Rodríguez no han desparecido. Ocurre que las redes que los partidos políticos urden para la captación de votos, a veces, demasiadas, producen desafueros indeseados. Jaime Martínez se ha topado con uno de ellos, y no sabe cómo solventarlo. Pero tampoco nos debe de tomar por lerdos. Lo dicho no desmerece de que algunas de sus iniciativas sean acertadas, en contraposición a la inacción que caracterizó al anterior Consistorio, el del olvidado José Hila, salvo por el hecho de que Neus Truyol sigue impertérrita, lo que no deja de ser un comodín para Martínez.

Jaque Mate es más que un grano en los culos de PP y Vox. Se irá viendo a medida que avancen las indagaciones. Las instrucciones judiciales se eternizan.

Acotación risible.- La beatífica congregación de Més (antes PSM) concurrió a las elecciones generales del pasado 23 de julio con Sumar. Obtuvo un inútil escaño que calienta Vicenç Vidal. Ahora va las europeas con ERC y Bildu. Demasiadas cuerdas para el desafinado violín del reverendo Apesteguia.

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