OPINIÓN

Marga Prohens: «Esto es un caos y un show»

La titular del Govern describió con exactitud no exenta de fiereza la expulsión por parte de Podemos de Xelo Huertas, presidenta del Parlament

Vox es ahora «ese partido del que usted me habla».

Vox es ahora «ese partido del que usted me habla». / B. Ramon

Matías Vallés

Matías Vallés

El presidente del Parlament, que milita en el partido asociado al Govern aunque sin conselleries, es desalojado de la presidencia de la cámara por su propia formación. La situación define al intento de suprimir a Gabriel Le Senne por parte de Vox, pero también a la expulsión de la presidenta Xelo Huertas por parte de Podemos, en el primer mandato de Francina Armengol. ¿Qué dijo Marga Prohens en aquella ocasión, calcada a la actual y que demuestra que la historia se repite cada siete años? «Esto es un caos y un show nunca visto».

Por tanto, el Govern fiable y estable de PP/Vox repite en menos de un año el «serial», de nuevo en boca de Prohens, que atribuyó a sus predecesores. Salvo que ahora se trata de un problema que «solo afecta al Parlament» y no al Consolat. A saber, Sánchez es culpable del independentismo de Junts y de los crímenes de ETA, por su sociedad con Bildu. En cambio, los populares de Balears no responden del partido compartido, según se detalla en los 110 puntos del «Acuerdo de PP y Vox para el Gobierno de las Islas Baleares». Por cierto, esta dilatada enumeración viene firmada por Idoia Ribas, expulsada ahora mismo por Santiago Abascal.

Vox pasa a ser para Prohens «ese partido del que usted me habla». La derecha no ha venido a enmendar los disparates de sus predecesores, sino a repetirlos, tanto en la vertiente prehistórica del PP como en la folklórica de Vox. A partir de aquí, conviene reseñar los errores surgidos ante el hecho de que el partido neofranquista en desintegración no solo desprecia la ley, sino que la ignora.

Se anuncia de buena mañana que cinco diputados regionales de Vox han expulsado del grupo parlamentario a otros dos, Patricia de las Heras y Le Senne. Los rebeldes esperaban una reacción conciliadora y atemorizada de Abascal. En cambio, y como ocurrió con Huertas, la dirección nacional del partido ultrapatriótico aplicó la potestad de destituir a los rebeldes, según confirmó Ignacio Garriga con el nítido «cinco sujetos que se han movido exclusivamente por una ambición personal». Y quién se atrevería a desmentirle, es de esperar que Ribas y compañía se querellen por estas acusaciones infamantes. Mientras tanto, quedan convertidos en tránsfugas que usurpan unos escaños que no les corresponden, porque francamente ni siquiera sus familiares les hubieran votado por su presunta valía personal.

El presidente del Parlament se precipitó al renunciar a un cargo que lo colmaba de felicidad, un miembro indisputable de Vox ve arruinada su dicha por cinco expulsados que pronto se desintegrarán en un ciclo ininterrumpido de atomización. La ultraderecha moderada ha seguido un procedimiento extraño, para liquidar por envenenamiento la autonomía que detesta.

Con esta nueva configuración de la fuerza política que ata a Prohens, Vox queda desmantelado. De acuerdo con la experiencia reciente de Huertas, los cinco liquidados permanecen en el limbo, también pueden defender sus intereses en un contencioso hipotético y de resultado poco prometedor. En 2019, el Supremo sentenció que la expulsión de Huertas de Podemos se ajustaba a la legalidad, y son notorias las escasas simpatías del citado Tribunal hacia la izquierda política.

Antes de que el lector se pierda definitivamente, ayer se desintegró el Acuerdo de PP y Vox, dado que está firmado por una Idoia Ribas que no es de Vox según Vox, aunque ella se crea con derecho a expulsar de Vox a diputados de Vox que no comulguen con su «ambición personal», según Vox. Prohens, que solo tiene garantizados 25 diputados estrictos a cinco de la mayoría absoluta, pretende que esta batalla campal es ajena a su Govern. En efecto, es un «caos Frankenstein» difícil de entender, sobre todo en los partidos que sintetizaban la ley y el orden a diferencia del Pacto de Progreso.

En sentido estricto, Vox cuenta ahora mismo con solo dos diputados sobre los ocho iniciales, Le Senne y De las Heras pese a su teórica exclusión. El Reglamento del Parlament exige tres personas para constituir un grupo y prohíbe los trasvases oportunistas, aunque los socialistas menorquines sustancian su personalidad propia con solo dos asientos.

Tras el hundimiento de Vox y de su Acuerdo con el PP, se abre una crisis de Govern por pérdida de la mayoría absoluta. Para rematar el techo de la treintena, Prohens tiene que negociar con hasta tres facciones enfrentadas a su ultraderecha, por no hablar del temperamental representante de Formentera a quien acusó de extorsión. Debe seducir individualmente a nueve irresponsables que ya han votado ya en contra del PP sin arrugarse, y que ahora solo defienden sus intereses personales. Bueno, al menos en esto nada ha cambiado.

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