CATEDRÁTICO DE ECONOMÍA CENTENARIO, CONSEJERO DEL BANCO DE ESPAÑA

Josep Lluís Sureda Carrión: «Juan March era un mallorquín de pura cepa capaz de ver el futuro»

El centenario Josep Lluís Sureda Carrión (Palma, 1923) fue catedrático de la Universitat de Barcelona a los treinta años, experto de Juan March en la Barcelona Traction, consejero del Banco de España y fundador del PSC

Josep Lluís Sureda: "Juan March tenía un sentimiento de la tierra muy profundo"

E. Calvo

Matías Vallés

Matías Vallés

Sentado en el salón de su casa de Son Armadams, el catedrático jubilado Josep Lluís Sureda Carrión escruta más que lee su ejemplar de Diario de Mallorca del pasado martes. Tiene cien años, es creador antes que testigo de la España contemporánea.

¿Cómo era Juan March?

Era un mallorquín de soca-rel, de pura cepa. Por ejemplo, le operó de próstata el mejor especialista de Barcelona, pero Juan March puso como condición que hubiera un médico mallorquín vigilando la operación. Tenía un sentimiento de la tierra muy profundo.

¿Está usted de acuerdo en que la izquierda suprima el nombre de March de calles y plazas?

March era un mallorquín de primera categoría, pero también un personaje muy complejo. Lo traté bastante porque teníamos el caso de la Barcelona Traction, aquel enfrentamiento de Bélgica contra España en el Tribunal Internacional. A mí me tocó redactar uno de los informes del pleito, dentro de un equipo muy bueno. Eran todos profesores internacionales de primera fila, y yo.

March era un lince para los negocios.

Sí, tenía la capacidad de prever el futuro. Es decir, compra Barcelona Traction porque está seguro de que puede disparar su cotización.

March no creía en el turismo, no construyó hoteles.

En aquellos tiempos, había una dificultad importante, porque España tenía el gobierno dictatorial de Franco. Y supongo también que no le interesaba esto de los hoteles.

En cambio, Mallorca ha apostado toda su actividad al turismo, ¿es positivo este monocultivo?

Mallorca ha salido ganando con el desarrollo del turismo. Las grandes compañías hoteleras, Riu, Escarrer o Barceló tuvieron líderes que supieron implantar el negocio turístico en la isla. Fueron mallorquines que advirtieron la posibilidad de que la economía de su tierra prosperase desde esa actividad. Tenían una visión de futuro.

Josep Lluís Sureda Carrión, Catedrático de economía centenario, Consejero del Banco de España.

Josep Lluís Sureda Carrión, Catedrático de economía centenario, Consejero del Banco de España. / Enrique Calvo

¿Un Escarrer alcanza la estatura de Juan March?

Bueno, March era como le digo una figura muy poderosa, fuera del alcance de los demás. Por detrás se sitúan estos hoteleros, que son importantes y cuentan con líderes jóvenes, que analizan con claridad el futuro de la economía mallorquina a través del turismo.

Su carrera académica empieza en Madrid.

En mis tiempos, el grado de doctor solo se podía conseguir en Madrid, en la Universidad Central. Estuve diez años seguidos allí para hacer el doctorado. El director de mi tesis fue Alberto Ullastres, que desempeñó la cartera ministerial de Comercio. También me propuso como profesor de Economía en la facultad de Derecho de los frailes del Escorial.

Usted llegó a catedrático de Economía Política y de Hacienda Pública de la Universitat de Barcelona con solo treinta años.

Después de mis diez años en Madrid, convocaron oposiciones para una cátedra de Economía a la que también se presentó Joan Sardà, que ya era catedrático y estaba en Venezuela. Se concursaba para Madrid, Barcelona y otras ciudades. Fui el número uno, y Sardà quedó el dos. Todo el mundo pensaba que yo quería ser catedrático de Madrid. Un miembro del tribunal, Mariano Sebastián, que era jefe del servicio de Estudios del Banco de España, me vino a ver y me dijo que «bueno, han salido los dos que yo quería, pero en el orden cambiado. Supongo que a ti te interesa Madrid». Lo daba por seguro. Y yo le dije que quería la cátedra de Barcelona porque sería para toda mi vida activa, «le puedo asegurar que de allí no me moveré hasta que me jubile». No entendía el rechazo, hasta me ofreció dinero. Se pensaba que yo era un madrileño.

Entonces usted es catalanista.

Sí, soy catalanista y mallorquinista, porque nací en Portopí en 1923, en tiempos en que la comadrona iba a las casas, no se nacía en las clínicas. Mi padre dirigía una fábrica de pienso que era de March, el cual le tranquilizó al venderla a Cros. «No se preocupe, siga con estos que ya le encontraremos algo».

¿Se puede afirmar que usted trajo a Tarradellas a España?

Hombre, mucho del trabajo lo hice yo. Tenía relación con Tarradellas, hasta el punto de que cuando uno de mis discípulos, Josep Maria Bricall, se disponía a hacer la tesis doctoral le dije que «te vas a Saint-Martin-le-Beau, y allá le pides a Tarradellas que te deje explorar sus archivos». Acabó haciendo dos tesis, por la abundancia de material.

¿Negocia usted el regreso de Tarradellas con Adolfo Suárez?

Sí, fui yo el que diríamos que propuso a Tarradellas que viniera a España. Viajó, y Suárez lo recibió. Fue una entrevista mortal. Se pelearon, uno gritaba que «quiero la Generalitat» y otro que «no hay Generalitat». Cuando Tarradellas sale de la reunión, estaba lleno de periodistas que le preguntaron cómo había ido. Respondió que «muy bien, excelente, y esta tarde vendrá Rodolfo Martín Villa porque hablaremos del restablecimiento de la Generalitat». Suárez le preguntó a Martín Villa qué les había dicho Tarradellas a los periodistas. «Que la reunión ha sido fantástica». Así lo convenció el president catalán de que podía ser una pieza importante en aquel momento. Suárez estaba muy necesitado de cosas positivas.

¿Fue más duro traer a Tarradellas que a Puigdemont?

Jajaja. Tarradellas fue un personaje de primera fila, y a Puigdemont no lo conozco.

¿Puigdemont no es de primera fila?

No,... no es un Tarradellas, tampoco a la hora de convencer a los contrarios. Cuando Suárez descubrió que su interlocutor era muy válido, todo vino rodado.

¿Está usted a favor de la encallada ley de amnistía?

A mí me parece positiva, porque el país necesita cosas alentadoras, y es esperanzador sacar adelante una ley que es buena para el país. Es una forma de superar aquellas batallas de Rajoy.

Se ha entregado a Barcelona, y en Mallorca necesitábamos a gente como usted.

La Universitat de Barcelona es lo máximo a que yo podía aspirar. Desde allí intervine primero para abrir una sucursal en Palma, y después en la creación de la Universitat de les Illes Balears.

En 2023 cumplió cien años, ¿cómo lo ha vivido?

Eso de los cien años,... Estoy muy agradecido del acto que organizaron, porque siempre me he sentido muy mallorquín. No he podido venir aquí porque Barcelona tenía muchos atractivos para mí.

¿Cuál ha sido su secreto para llegar a centenario?

No lo sé. Siempre he sido muy deportista, sigo el tenis y jugaba a fútbol en el Mallorca cuando el campo estaba en General Riera. Militábamos en Regional, y los enemigos en nuestra juventud eran el Constancia de Inca, no sé si todavía existe.

Por supuesto, ¿en qué posición jugaba usted?

De extremo derecho, y mi ídolo era un jugador del Barça que se alineaba en la misma posición, Martí Ventolrà.

Jugaba a la derecha, pero usted no es de derechas.

Ah, no, he sido fundador del Partit dels Socialistes de Catalunye con mi gran amigo Joan Raventòs, que fue el líder del partido. Un día me vino a buscar para ir juntos a la asamblea de creación del PSC en los Caputxins de Sarrià. Había una mesita con una señora que anotaba los nombres de quienes entrábamos. Miré cuánto ponía Raventòs y vi que eran mil, así que yo también puse mil.

¿Mil pesetas?

Mil pesetas cada mes.

¿Sigue votando a los socialistas?

Siií. No sé si es secreto, pero creo que no.

¿Qué piensa de Pedro Sánchez?

Creo que hace un papel bastante interesante. Entre otras cosas, tiene una ventaja, es el primer presidente del Gobierno español que habla inglés, y lo encuentro un milagro.

Durante diez años fue usted consejero del Banco de España.

Fui consejero del Banco de España porque Felipe González me propuso. Tenía que ir de Barcelona a Madrid todos los martes y viernes. El Gobernador era Mariano Rubio, que sentaba a su derecha a mi gran amigo Enrique Fuentes Quintana y a mí a su izquierda.

Narcís Serra vino a su homenaje con motivo de los cien años.

Somos muy amigos. Los dos matrimonios hacíamos cosas juntos. Cuando fue ministro de Defensa, hicimos una excursión en zódiac desde Sóller hasta Cala Tuent.

¿Cuál es el problema económico que mas le preocupa hoy?

Estoy muy apartado, me parece que Sánchez lo hace bien, con esta ventaja de que puede entenderse con los colegas de otros países porque domina el inglés. Es un adelanto, era muy triste ver a Rajoy con una señora que le iba traduciendo las cosas. Es muy diferente tener una traductora a expresarse en el idioma que emplean todos los demás.

También presidió usted Caixa de Catalunya.

Fue una cosa muy triste, porque hubo un complot. Lo primero que hizo mi sucesor Serra Ramoneda fue destituir al personaje que había conspirado para expulsarme de la Caixa de Catalunya,

Entregar sus archivos de la Barcelona Traction a la Universitat de Balears es un ejercicio de transparencia.

Tenía la colección de diez volúmenes de todo el pleito, muy rico en documentación. Carecía de sentido guardarlos aquí en casa, y los doné a Carles Manera, para que estuvieran a disposición de sus discípulos.

March hizo un gran negocio con la Barcelona Traction, compró muy barato.

No es que comprase a precio muy bajo. Él tenía una empresa con su nombre en la City de Londres, se llamaba Juan March Limited. Su negocio fue adquirir las obligaciones de Barcelona Traction cuando cotizaban por debajo de su valor. Al lograr que reviviera toda la empresa, ganó una fortuna.

Usted escribió un libro titulado ‘Fantasía y realidad en el expolio de la Barcelona Traction’. ¿Por qué introduce el término fantástico?

Aquí tengo el libro. Empleé el término de «fantasía» porque los belgas defendían cosas que no tenían ningún sentido. Hubo mucha fantasía al subastar las acciones de la Barcelona Traction, que no tenían sustancia, porque el meollo estaba en las obligaciones. Juan March lo vio, y por eso se las quedó a precio ínfimo.

El epílogo del libro es ‘La leyenda del contrabandista’.

Lo bueno es que esta leyenda del contrabando surgió de un socio de Cambó, porque March montó una fábrica de tabaco en Orán. A condición de que no vendería en Argelia, solo en el Marruecos español.

¿Es correcto decir que Churchill utilizó la Barcelona Traction de March para sobornar a Franco?

No creo que Churchill interviniera, pero el Tesoro británico organizó de hecho un comité de expertos con todas las partes involucradas. Dada la implantación de March en la City, el Treasury estaba más bien a favor del mallorquín. Los belgas se pusieron en contra.

Profesor, el año próximo volveré a entrevistarle, con motivo de su cumpleaños 101, capicúa.

A esta hora tomo cada día una copa de cava, ¿quiere acompañarme en el brindis?

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