De Mallorca a Guinea Bissau para sensibilizar contra la mutilación genital femenina

María José Hernández Ortiz y Nina Parrón viajaron con la ONG Dunia Musso a uno de los países más empobrecidos del mundo para contribuir, con clases de autodefensa, proyectos con perspectiva de género y quiropraxia, a esta «difícil» lucha 

Nair Cuéllar

Nair Cuéllar

María José Hernández Ortiz y Nina Parrón no se lo pensaron dos veces cuando la ONG Dunia Musso - que en la lengua africana mandinga significa ‘mundo de mujeres’- les propuso abandonar Mallorca doce días para viajar a Guinea Bissau y poner su granito de arena en el trabajo que llevan desarrollando ya diez años para erradicar la mutilación genital femenina y los matrimonios forzados. 

¿Cómo contribuyeron a tremenda labor? Ambas son integrantes de Mujeres para la Salud y Hernández Ortiz, que es quiropráctica, «ha ajustado espaldas en cualquier rincón del mundo», en palabras de Parrón, activista y feminista con experiencia en proyectos de desarrollo con perspectiva de género. «Necesitaban que ayudara a las agentes de cambio - chicas jóvenes locales encargadas de contar, casa por casa, la violencia contra las mujeres que supone la mutilación genital femenina- a implementar esta perspectiva en proyectos de desarrollo y a enseñarles autodefensa», cuenta. Así, les enseñó «una forma para sentirse más seguras y que después ellas mismas lo transmitieran a las mujeres de la zona. En definitiva, les mostré cómo defenderse para poder ser mujeres libres y poder hacer lo que les apetezca, cuando les apetezca. Hicimos cuatro sesiones y les encantó», describe contenta.

La exdirectora insular de Igualdad del Consell de Mallorca explica además que dada su experiencia en una institución, la ONG también buscaba su respaldo en las reuniones que se iban a llevar a cabo «y que al final no pudieron tener lugar por el intento de golpe de Estado que hubo mientras estuvimos allí». 

Hernández Ortiz, por su parte, realizó sesiones a mujeres de entre 15 y 25 años, «muy jovencitas y que sin embargo tenían unas espaldas muy complicadas», señala la quiropráctica, que cuenta a este diario que desde muy pequeñas transportan cosas en la cabeza y eso les da una rigidez en la columna que le «sorprendió mucho». También resalta que ajustó a las más pequeñas y que no presentaban estos problemas: «Se notaba que estaban más cuidadas, más alimentadas y más protegidas», especifica. 

Una labor de refuerzo

Parrón destaca que el papel de ambas fue únicamente reforzar a las mujeres que están trabajando allí con su población y hacer lo que les pedía la delegación de Dunia Musso situada en Guinea Bissau. «Allí las blancas no tenemos que ir a salvar a nadie, ni a decir a la población qué es lo que tiene que hacer», aclara.

Es la ONG Dunia Musso la que lleva trabajando cinco años desde el país con el objetivo de erradicar la mutilación genital femenina, cuya prevalencia es, en general, del 58%, mientras que en Gabú, territorio situado al este donde el equipo pasó la mayor parte del viaje, es de hasta un 96%. Isabel Eguiguren, periodista navarra que trabaja desde hace diez años con esta entidad, explica que el equipo presentó en Guinea Bissau un diagnóstico de la ablación femenina y «tejió redes institucionales». 

Además, relata que fue a un poblado llamado Canhaque para entregar una silla de ruedas a uno de sus vecinos y, a cinco kilómetros de allí, a un pueblo en el que las mujeres necesitan un pozo, ya que recorren todos los días cinco kilómetros de ida y cinco de vuelta para conseguir agua. «La ONG trabaja en estas pequeñas acciones que después sirven para poder hacer sensibilización sobre la mutilación genital femenina, que se produce mucho más en zonas rurales donde hay menos estudios», destaca la periodista.

«La mutilación genital no va sola»

Lo corroboran Parrón y Hernández Ortiz, que señalan el trabajo clave que realiza la ONG para informar a las mujeres de su situación. «Es muy importante entender que la mutilación genital no va sola, y por lo tanto se trata de llegar antes de que las casen y les realicen esta práctica, que no es otra cosa que un atentado contra los derechos humanos y contra la integridad del cuerpo físico», sentencia la quiropráctica. En este sentido, sostiene que lo fundamental es explicar a las mujeres «que todos los problemas que tienen ahora, las infecciones, los dolores menstruales y en las relaciones sexuales y los problemas en el parto, se deben a lo que les hicieron». 

Además, apunta Parrón, van a colegios, institutos y a la facultad, como hicimos nosotras, y se habla de la mutilación genital femenina como un atentado contra los derechos sexuales y reproductivos». La clave -dice- es sensibilizar al personal sanitario para que no acepte este trabajo -realizar la ablación-. Otra de las tareas fundamentales -apunta- es «ofrecer un empleo alternativo a quienes ejercen esta práctica, porque al final es una cuestión económica también, y si estas mujeres se quedan sin trabajo, nunca se pondrá fin a la ablación», enfatiza.

Según cuentan, el rey de Gabú estuvo en el acto de presentación del estudio que realizó Dunia Musso sobre mutilación genital y «mostró su total apoyo», por lo que resaltan que «hay apoyo institucional hacia la causa». Sin embargo, ponen de relieve las «difíciles condiciones de vida» en un país que además «tiene una gran inestabilidad política». Debido a estas causas, se trata de uno de los veinte países más pobres del mundo en el que por lo tanto «el acceso a la educación es difícil». Y todo ello son ingredientes que van sumando dificultad a la tarea de erradicar la ablación femenina.

Apoyo desde Mallorca

Parrón se reunirá el próximo 2 de febrero con el Ayuntamiento de Palma para trasladarle su experiencia y tratar de conseguir su apoyo en esta causa. Asegura que también intentará trabajar con la Oficina de Cooperación al Desarrollo y Solidaridad de la UIB y así «hacer todo lo que podamos para que también desde Mallorca se pueda defender este proyecto», concluye.

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