El Barceló robado en la Universitat fue vendido en la galería palmesana Blanvar Estudio

La sustracción de los cuatro carteles se produjo inmediatamente después de su donación en 1988

La adquisición por parte de una coleccionista madrileña tuvo lugar a finales de los años noventa

La galería palmesana Blanvar Estudio, ya desaparecida, se ubicaba en el Carrer de les Caputxines.

La galería palmesana Blanvar Estudio, ya desaparecida, se ubicaba en el Carrer de les Caputxines. / B. Ramon

Matías Vallés

Matías Vallés

El cartel original donado por Miquel Barceló para la protección de Sa Canova de Artà, que fue robado en la Universitat de les Illes Balears, se vendió años después en la galería palmesana Blanvar Estudio. Este establecimiento ya desaparecido y consagrado al mercado artístico se ubicaba en el número 17, bajo C de la calle Caputxines, en pleno corazón de Palma.

El rector Jaume Carot presentó el año pasado el Barceló desaparecido, después de que se interceptara su salida a subasta tras una reclamación de los responsables de los fondos del artista felanitxer. En la parte posterior del cuadro figura la inscripción «Blanvar Estudio», junto a la certificación a mano y el NIF impreso de la galería, que es el último eslabón de la peripecia mallorquina de la obra. A continuación voló a Madrid, tras la compra por parte de una coleccionista de la capital que deseaba incorporar al pintor a sus fondos.

En ningún caso puede asociarse a Blanvar Estudio con la desaparición fraudulenta, donde la responsabilidad recae íntegramente sobre la Universitat y sus dirigentes de finales de los años ochenta. El Barceló y otras tres piezas de Sicilia, Broto y Mariscal jamás recuperadas fueron robadas en la UIB. Y no sería inexacto afirmar que fueron sustraídos por la UIB, dada la calidad de los involucrados.

La marca Blanvar Estudio fue registrada en julio de 1994. La galería palmesana disfrutó de una actividad relampagueante pero fugaz en los años consiguientes, con epicentro en 1996. Respecto a la identidad de sus responsables, David Blanco Aristin no solo se presenta en Linked In como pintor-escultor, sino también como director artístico y corresponsal de prensa de «Blanvar Art Gallery».

Al dorso | El original de Barceló devuelto a la UIB incluye al dorso los datos de la galería de Palma que lo vendió, según su compradora. | B.RAMON

Al dorso | El original de Barceló devuelto a la UIB incluye al dorso los datos de la galería de Palma que lo vendió, según su compradora. | B.RAMON / DM

La propia denominación Blanvar se corresponde en su primera mitad con el apellido principal de Blanco, miembro de una prestigiosa familia numerosa de Palencia con vínculos en Menorca. La segunda mitad de la contracción que define a la galería, «var», también encaja con las dos primeras letras del linaje Aristin. Ninguna de estas averiguaciones figura en el informe de la fiscalía/policía que esta misma semana zanjaba el escándalo, amparándose en la dificultad de la investigación y en la prescripción de un posible delito.

El GOB de los años de esplendor lanzó la campaña contra la urbanización de Sa Canova por la constructora Ravena en 1988. Se movilizó a seis artistas de renombre, los cuatro citados además de Campano y Tàpies. Todos ellos aportan obra y la donan gratuitamente, según la propia institución académica informó con profusión en 1989.

Los datos que hay escritos al dorso del original de Barceló devuelto a la UIB.

Los datos que hay escritos al dorso del original de Barceló devuelto a la UIB. / DM

Los avatares internos de la Universitat permiten determinar en qué momento se produjo el robo. La UIB crea en 1990 su sección de Patrimonio, que acomete un inventario artístico complicado por las numerosas adquisiciones llevadas a cabo por Nadal Batle, rector de la institución entre 1982 y 1995. La relación de obras repertoriadas incluye el Tàpies y el Campano, pero deja fuera los cuatro carteles originales cuya desaparición se admitió el año pasado, tres décadas largas después de que se esfumaran.

Por tanto, el eclipse intencionado del Barceló después vendido en la galería palmesana tuvo lugar en el resquicio del cambio de década. Su donación no estaba documentada, por lo que la sección patrimonial no lo tomó en consideración. La responsable durante décadas de la preservación y mantenimiento de la abundante obra artística de la UIB fue la historiadora del Arte Pilar Maldonado, funcionaria ya jubilada. La investigación de la fiscalía/policía no ha interrogado en ningún momento al personal universitario que pudo guardar alguna noticia de lo ocurrido.

La venta en Blanvar Estudio, sellada al dorso del propio Barceló, coincide con la descripción aportada por la propia coleccionista madrileña sobre el entorno de la transacción. Al devolver el Barceló a la Universitat, se refirió en todo momento a una galería convencional, no al despacho de un marchante, incluyendo la denominación comercial reseñada. También cifró la ubicación en la Palma clásica, en las proximidades de Sant Jaume. Aunque no supo precisar la fecha de la adquisición, el rango se corresponde asimismo con la vigencia del establecimiento de Caputxines.

Arrinconada hoy incluso en la memoria de expertos artísticos, Blanvar Estudio disfrutó de un intenso año 1996, lo cual obliga a situar en dicho entorno la venta del Barceló de la Universitat a la coleccionista madrileña. Se desconoce de momento el itinerario que siguió desde la UIB hasta la galería. De nuevo, las pesquisas de la fiscalía/policía no aportan ninguna luz al respecto.

El punto de ebullición social de Blanvar Estudio se produce en noviembre de 1996, cuando Sebastián Palomo Linares se desplazó a Palma para inaugurar una exposición de su pintura. El torero viajaba acompañado de su entonces esposa Marina Danko, no faltó Marilí Coll. La nómina de artistas que albergó el establecimiento de Caputxines se enriquece con Carlos Gonzalo o Susana Blanco Zaldívar.

En junio de aquel mismo 1996, llegó a Blanvar el matrimonio formado por Antonio Abramo y Carmen Villar. Las estructuras geométricas de sus Espacios transfigurados albergaban referencias a Borges y Cortázar. La galería se adentró incluso en la literatura, con el proyecto Blanvar Estudio Ediciones, del que se conoce un único fruto, el libro Pedir la luna firmado por Amalia Blanca Ramírez.

Entre los artistas extranjeros que expusieron en Blanvar en el concurrido 1996 destaca asimismo la estadounidense Linda Touby, pintora ligada a la vocación geométrica de la galería. Su hija, Jaqueline Touby, informaba el martes a este diario del fallecimiento de su progenitora.

El rector de la UIB, Jaume Carot  junto a la obra recuperada de Miquel Barceló.

El rector de la UIB, Jaume Carot junto a la obra recuperada de Miquel Barceló. / B. Ramon

El robo con objetos crematísticos del Barceló, y las más que probables sustracciones del Sicilia, Broto y Mariscal han llevado a la confrontación entre la UIB actual y la versión salvaje de los ochenta, coge la obra de arte y corre. Los representantes más longevos de la institución académica se defienden alegando «¿que se donaron más carteles aparte de los conservados de Tàpies y Campano?, pues no lo sabemos. Lo único cierto es que la UIB ya no los tenía cuando llegamos».

Barceló dona gratuitamente y uno de sus amigos le vende en más de un sentido. Un experto cultural elucubra que «los Broto, Sicilia y Mariscal deben seguir en casa de quien se los quedó, pero ahora los ha escondido avergonzado en el cuarto de baño en lugar de exhibirlos en el salón». Y el misterio de los carteles benéficos ha generado asimismo una rocambolesca teoría de la conspiración.

Según los negacionistas, es muy extraño que de repente Barceló, Sicilia, Broto y Mariscal afloren donaciones que nunca documentaron hasta el año pasado. Más extraño resultaría que artistas de mérito se conjuraran con objeto de desacreditar a la UIB. Es más sencillo recordar los tiempos en que alguien con el poder o la oportunidad suficientes agarraba cuatro cuadros o más y se los llevaba a su casa. Sus encubridores mantienen el silencio.

La imagen de Barceló traicionado por afectos que le piden un favor para revenderlo es tan sorprendente como la denuncia de la Universitat ante la fiscalía/policía, que no han aportado ni una sola novedad relevante al caso. Juristas expertos destacan que lo más oportuno hubiera sido una denuncia ante el juzgado de guardia. Al igual que en la mayoría de escándalos universitarios con repercusión judicial, precisamente por ello se eligió el camino contrario. Mientras tanto, las copias del hipnótico y desolador paisaje lunar barceloniano cubren todavía hoy las paredes de los despachos de profesores de la UIB, después de la inundación con esa cartelería en 1992. Nunca se preguntó por los originales.

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