Personas con discapacidad en Mallorca: «Quitar ‘disminuidos’ de la Constitución es un logro que ha costado muchos años»
Valoran positivamente que el Congreso haya dado el primer paso para reformar el artículo 49 de la Carta Magna, lo que pondrá fin al uso de un término «feo y ofensivo con el que no nos sentimos identificados»
Eliminar de la Constitución el término ‘disminuidos’ y sustituirlo por ‘personas con discapacidad’ «es un logro que ha costado muchos años. Es una victoria, pero solo una más en las décadas de lucha que llevamos».
Son palabras de Susana Mora, aunque también el sentir común de las personas afectadas por la iniciativa con las que ha podido hablar este diario. Padece esclerosis múltiple, tiene una discapacidad del 33%, pero se siente «una persona como cualquier otra». Por ello considera que la palabra que será suprimida de la Carta Magna «es muy fea, porque para nada me considero una persona disminuida», opina. En este sentido, señala que este término «hace que muchas personas te miren mal, como si fueras un rarito».
Tenía 35 años cuando supo que padecía esta enfermedad neurológica. Ahora tiene 44 y da cuenta de las diferentes ‘barreras’ con las que se ha encontrado a lo largo de estos nueve años. «Ahora no necesito ningún refuerzo, ni bastón, pero cuando me dio el brote sí que necesitaba ayuda y me encontré con muchos impedimentos arquitectónicos e incluso con gente que me miraba mal por la calle por ir con la boca torcida», relata todavía sorprendida. A nivel social, cuenta con pesar que muchos «supuestos amigos» le dieron de lado «porque de repente era una carga para ellos».
Pero los problemas no acaban ahí. Susana trabajaba en Madrid en una multinacional en la que llevaba quince años y «en vez de facilitarme las cosas, porque estaba de baja para recuperarme de un ictus y un brote, me hicieron un cese laboral con una baja voluntaria y me quedé sin empleo», lamenta. Ahora ha vuelto a Mallorca, ha empezado ya a «tomar las riendas» de su vida e intenta organizarse para conseguir encontrar empleo.
A pesar de todo, afronta la situación con optimismo: «Sé que hay muchas salidas, porque tengo la misma capacidad que cualquier otra persona. Lo único que no puedo, por ejemplo, estar tantas horas de pie, pero del mismo modo que a otra persona sin una discapacidad puede costarle más hacer una u otra cosa», especifica.
Eso sí, reclama la necesidad de más recursos a nivel sanitario. «Acceder a un especialista es muy complicado. Por ejemplo necesitaba rehabilitación de suelo pélvico por mi enfermedad y me he tenido que mover muchísimo para conseguirlo, porque no me lo facilitaban. Parece que este problema solo lo tienen mujeres con hijos, y no es así», reivindica. Por otro lado, pone sobre la mesa la necesidad de un psicólogo «cuando te ves en una situación así y lo difícil que es conseguir uno y que sepa del tema», ya que -recuerda- «me enviaron a uno de la Seguridad Social que me atendió solo quince minutos y me quería dar pastillas, y yo lo único que necesitaba era ayuda para saber cómo enfocar mi vida en esta nueva situación».
«Afortunadamente» -reconoce- lleva desde 2017 siendo usuaria de la Associació Balear d’Esclerosi Múltiple (ABDEM), un lugar en el que realizan grupos de ejercicio, tienen a su disposición fisioterapeutas y trabajan el equilibro y la fuerza, entre otras actividades necesarias.
Primera reforma social
El Congreso aprobó este martes la toma en consideración de la iniciativa impulsada por el PP y el PSOE para reformar el artículo 49 de la Constitución y eliminar el término ‘disminuidos’ para sustituirlo por ‘personas con discapacidad’, con el voto a favor de todos los grupos y la abstención de Vox. Se avanza, así, hacia la que será la primera reforma social de la Carta Magna, reclamada durante décadas por las diferentes entidades de la discapacidad.
Una de las asociaciones que lleva reclamando esta modificación todo este tiempo es Esment, donde Dani Caimari lleva más de diez años. Celebra el paso dado por el Gobierno, aunque confiesa que le parece «surrealista que en el 2024 todavía se hable de discapacidad, porque no es cierto. Sencillamente tenemos otras capacidades», señala el mallorquín. Por ello anima «a que se siga avanzando en este sentido y se hable de personas con necesidades de apoyo, que es lo que somos».
Dani tiene Trastorno del Espectro Autista (TEA), pero eso no le impidió conseguir aprobar unas oposiciones a celador con un sensacional 10. Ahora bien, lo que más le gusta es dedicar su tiempo en Esment Guies, una actividad de ocupación comunitaria que el año pasado premió el Consell de Mallorca con el galardón a la Innovación social y cuyo objetivo principal es realizar un servicio de acompañamiento en el mercado de Inca, ahora también en el de Santa Catalina, realizar talleres en colegios e incluso visitas a museos.
A sus 21 y 22 años, las jóvenes Cati Vigo y Yokairy Mejía son usuarias, desde hace unos cuatro, de la Organización Mater, gracias a la cual estudian cocina con su proyecto de Formación Dual. Tienen discapacidad intelectual y no dudan en celebrar la iniciativa llevada a cabo en el Congreso: «Me parece muy bien, la verdad, porque ‘personas con discapacidad’ suena más respetuoso», apunta Yokairy. Cati, por su parte, agradece que el término ‘disminuido’ vaya a desaparecer de la Carta Magna: «Es una palabra ofensiva que no me gustaría que me dijesen», alega con rotundidad.
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