La profesora de la UIB Mar Crespí defiende que la autobaja es buena para la sanidad y tiene un coste laboral asumible
Apunta que la medida elevaría el absentismo laboral pero no hasta cotas alarmantes y destaca el beneficio para la Atención Primaria
La posibilidad de que el trabajador pueda estar tres días de baja laboral sin necesidad de ser visto por un médico tendría un impacto positivo para los servicios sanitarios de Atención Primaria y aunque previsiblemente elevaría el absentismo laboral, ese incremento no sería alarmante, según defiende María del Mar Crespí, doctora y profesora de la UIB de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social. Por ello, se trata en su opinión de una medida viable que corresponde decidir desde el ámbito político.
Para empezar, Crespí recuerda que estas ‘autobajas’ existen ya en países de nuestro entorno como Alemania, el Reino Unido, Suecia y Noruega, por lo que existen precedentes para analizar el impacto que allí han tenido «sin necesidad de recurrir al alarmismo».
La baja autocertificada beneficiaría claramente a los servicios de Atención Primaria, al rebajar la presión que actualmente registran, según pone de relieve.
Sin tratamiento
En este aspecto, María del Mar Crespí recuerda que hay enfermedades leves, como una gastroenteritis o una gripe, para las que el tratamiento es mínimo, y para las que el médico actúa más como certificador que como controlador, confiando en que los síntomas que explica el paciente son reales. «Cuando alguien acude a la consulta con migrañas, no le hacen un TAC», apunta como ejemplo.
Frente a este beneficio para los servicios de Atención Primaria, que verían como se reduce la presión derivada del número de pacientes, se encuentra el coste que se produciría en el marco laboral, y es en este punto cuando señala que, siento un hecho real, no resultaría inasumible para las empresas.
El coste social
Hay un hecho clave señalado por la profesora de la UIB, como es el del «coste social». Un trabajador que hiciera un abuso evidente de las autobajas pasaría a ser mal visto por el empresario, limitando así las posibilidades de promoción interna y de mejora salarial, e incluso incurriendo en el riesgo de un despido. A ello hay que sumar el malestar que generaría entre sus compañeros por provocar en ellos un aumento de la carga de trabajo para intentar compensar la ausencia del que alega la enfermedad.
Este tipo de situaciones resultan más evidentes en las pequeñas y medianas empresas, por sus plantillas más reducidas y por una relación más directa con el empresario, lo que explica que el absentismo laboral sea inferior en las pymes que en las grandes compañías, según apunta Crespí.
Además, recuerda que con carácter general los trabajadores no cobran su salario durante los tres primeros días de baja, aunque apunta que hay convenios colectivos que sí contemplan ese derecho.
Otro aspecto que destaca es que esa posibilidad de la baja autocertificada ya existe en la Administración, aunque ciertamente el absentismo en el sector público es superior al que se da en el privado.
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