Vivir en el aeropuerto de Palma: "Llevo años sin un hogar, yo solo quiero encontrar un trabajo"

Diosmary lleva 11 años viviendo en Mallorca y es la segunda vez que obligada por sus circunstancias tiene que vivir en el aeropuerto

"Yo solo quiero encontrar un trabajo para que me den el permiso de residencia aquí en Mallorca". Diosmary es cubana y tiene 49 años, lleva 11 viviendo en la isla y es la segunda vez que se ve obligada por sus circunstancias a vivir en el aeropuerto.

Diosmary cuenta a este diario que lleva desde septiembre viviendo en el Aeropuerto de Palma y que la convivencia "generalmente es buena", ella no molesta y todos la conocen por "La niña cubana". "Hay mucha gente que vive en el aeropuerto,no soy la única, mientras no robes y no hagas destrozos no te pueden echar de aquí. No estoy aquí por gusto, los trabajadores son muy buenos conmigo", explica. "LUnidad Móvil de Emergencia Social (UMES) de Cruz Roja viene cada noche a traernos algún zumo y algunas galletas, les estoy muy agradecida", añade.

No obstante, la realidad presenta su lado menos amable. "En ciertas ocasiones, hombres se acercan ofreciéndome dinero a cambio de favores sexuales o de un lugar donde alojarme, pero yo no me presto para eso", enfatiza.

Un ejemplo reciente fue el altercado del jueves. "Eran las cinco de la mañana y me encontré con un hombre frente a mí, observándome. Desperté nerviosa y confundida, sin comprender lo que estaba sucediendo", continúa. "A pesar de mi inicial rechazo, insistió durante un tiempo en darme dinero para que pudiera comer. Lo rechacé, pero persistió y, finalmente, acepté con la condición de que me dejara en paz y se marchara".

Sin embargo, esto no sucedió. "El hombre se negaba a irse, mi desesperación crecía ante el temor de que pudiera hacerme daño. Finalmente, comenzó a exigir favores de índole sexual. Devolví rápidamente el dinero y entablé una discusión con él hasta que finalmente se marchó. La situación fue muy violenta", relata Diosmary.

"La gravedad del incidente llevó a que decidiera informar a los empleados de seguridad del aeropuerto, quienes me animaron a presentar una denuncia ante la Policía Nacional", subraya.

Con solo una maleta

Diosmary cuenta que ella solo tiene una maleta con todas sus pertenencias. "No necesito nada más", explica. Además, vuelve a recalcar que la Cruz Roja se acerca todas las noches para proporcionarles a los sin techo que residen en el aeropuerto algunos zumos y galletas. "Asimismo, muchas personas que trabajan aquí se preocupan por nosotros y ya nos reconocen; cuando ganan confianza, no es raro que nos traigan bolsas de quelitas o alguna botella de agua", incide Diosmary.

¿Cómo acabó en el aeropuerto?

En 2012, Diosmary y su expareja española-cubana gestionaron todos los documentos necesarios en Cuba para trasladarse a España, específicamente a Mallorca. El inconveniente surgió cuando el consulado español en La Habana le negó el permiso debido a la falta de una carta de invitación de un residente en la isla. Sin esta carta, Diosmary no podría regresar a Cuba como ciudadana, sino únicamente como turista. A pesar de ello, accedió a mudarse con su esposo, ya que les habían indicado que viviendo juntos en España durante tres años, podrían obtener la residencia y el permiso de trabajo. Sin embargo, su exmarido, agotado por la burocracia y los gastos, la abandonó, dejándola sola y sin trabajo, en una situación difícil.

A lo largo de su vida, Diosmary se encontró con personas de diferentes índoles. Con sus más y sus menos se topó con un generoso hombre que la acogió una temporada que ella llamaba "segundo padre", después de un tiempo él consiguió ofrecerle un trabajo y antes de poder tramitar todos los papeles en Extranjería falleció, algo que dejó "destrozada" a Diosmary.

A consecuencia de esto, Diosmary transitó entre diversas casas de acogida, estuvo en Ca l’Ardiaca, pero después de pasar unas semanas en él, consideró que no era el lugar adecuado para ella. También se alojó en hogares cuyos dueños le ofrecían hospedaje a cambio de servicios de limpieza y cuidado del hogar. Su trayectoria cambió cuando conoció a alguien con quien comenzó una relación y se fueron a vivir juntos, perduró hasta finales de 2022. Fue en ese momento que ella se percató de la relación abusiva y controladora que estaba experimentando, y tomó la valiente decisión de ponerle fin y enfrentar la situación, aunque sabía que eso suponía volver a estar sola en la calle.

"Si me llevaba a cenar y le sonreía al camarero luego me llamaba puta o asquerosa, nunca me puso la mano encima, pero me controlaba todo lo que hacía", relata Diosmary.

Tras esa etapa, pasó a residir en el aeropuerto y más tarde en las calles, se recorría con la maleta todo el Paseo Marítimo en busca de algún rincón donde dormir. Para poder asearse utilizaba los baños de centros comerciales, donde se cerraba con pestillo para poder lavarse. "Al final, tuve que cortarme el pelo porque lo tenía muy largo y se me enredaba con todo", explica.

Finalmente, después del verano acabó volviendo al aeropuerto, donde se "siente tranquila" y "agradece" la preocupación de todos los trabajadores por ella. Ahora está a la espera de que le llegue el pasaporte, que le ha tramitado la asesora jurídica de Cáritas, y que le han dicho que ya está en Barcelona. Ya solo hace falta esperar.