El negacionismo es un bumerán

Pilar Garcés

Pilar Garcés

La última mujer asesinada en España este año fue Carolina V. C., de 39 años. Un hombre la apuñaló salvajemente mientras paseaba por una céntrica calle de Getafe a plena luz del día el 4 de noviembre. Como había presentado varias denuncias por malos tratos contra su marido, la policía le detuvo para dejarle al poco en libertad al disponer de una coartada. Días después dicha excusa se demostró falsa por lo que fue de nuevo arrestado. La negra lista de la violencia mortal contra las mujeres suma 52 nombres este año.

Conviene visualizar el cuerpo ensangrentado de Carolina, atacada con tal saña que los sanitarios que la atendieron de inmediato no pudieron hacer nada por ella. Ningún juez (o jueza) investigará esta agresión premeditada contra una de las nuestras como un delito de terrorismo machista. No hemos llegado a ese punto. Todavía no hemos decidido combatir con todos los medios del Estado esta vergonzosa pérdida de vidas que hoy recordamos con resignada puntualidad.

Tengamos bien presente este 25N a Carolina, y a las otras mujeres masacradas por el hecho de serlo: 1.237 feminicidios en las últimas dos décadas, tardaríamos horas en pronunciar uno por uno sus nombres. Porque este año, por desgracia, se oyen con mayor estridencia las voces negacionistas empeñadas en diluir los crímenes en ideología, restándoles importancia por la vía de meterlos en el mismo saco de «cualquier otra violencia».

Desde los numerosos púlpitos que ha obtenido tras los comicios de mayo, la ultraderecha combate el discurso de la igualdad y el respeto a la integridad de las mujeres. Especialmente repugnantes resultan las portavoces de los ultras que les hacen el trabajo sucio a sus compañeros, una forma de blanquear ideas misóginas consiste en poner mujeres a defenderlas. Mujeres que se prestan, que prefieren arrimarse a poder, o que realmente se creen que se puede hacer demagogia política minimizando la delincuencia machista. No se puede, los hechos están ahí y manosearlos se volverá contra sus promotores como un bumerán.

Pero ayer mismo apareció en Pontevedra el cuerpo de otra mujer con signos de agresión, tirado en un zarzal junto a unos contenedores de la basura que se investiga como otro caso de violencia machista. Conviene tratar de visualizarlo para cuando nos llegue la retahíla de mensajes antifeministas de menosprecio a la inteligencia, la libertad y la vida de las mujeres.

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