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Nicolau Dols: «El día que demos por perdido el idioma catalán en Palma lo habremos perdido en todo el país»

Es catedrático de Filología Catalana en la UIB y presidente de la Secció Filològica del Institut d’Estudis Catalans, institución que esta semana ha presentado un nuevo diccionario que se puede consultar on line

Nicolau Dols posando para este diario.

Nicolau Dols posando para este diario. / B. Ramon

Pere Estelrich i Massutí

Pere Estelrich i Massutí

Hablemos de esta nueva edición de un Diccionari en línea que han presentado hace pocos días.

Se trata del Diccionari Essencial de la Llengua Catalana, una obra que nace del Diccionari de la Llengua Catalana, que el Institut d’Estudis Catalanas editó en el año 2001, y en el que se han incorporado sus actualizaciones. La idea es que, de forma on line, se pueda consultar y sea una herramienta útil dirigida a un público amplio ya que contiene orientaciones sobre la manera de hacer servir las palabras a través de ejemplos. Puede ser muy práctico para escritores, periodistas, profesores y estudiantes. Incluye algo más de treinta mil entradas de las setenta mil que contiene el Diccionari, pues se han eliminado las más específicas.

Esta conversación se lleva a cabo en el edificio Ramon Llull de la UIB, como no podía ser de otra manera.

Cierto, Llull es el gran referente, le tengo una inmensa devoción sobre todo por su gran obra intelectual ya que en este campo sitúa a Mallorca en el mapa internacional. Y en este espacio he pasado muchas horas de mi vida como profesional y docente. Llull da nombre a una facultad de filología, aunque bien podría darlo también a una de ciencias, ya que, como los filósofos griegos, Llull era un sabio integral, sus conocimientos eran globales, sin distinción de si eran de letras o de ciencias.

Es presidente de la sección filológica del Institut d’Estudis Catalans. ¿Una RAE de la lengua catalana?

(Sonríe). Es la autoridad normativa de la lengua catalana y además la convierte en tema de investigación. Es una de las cinco secciones que tiene el Institut y fue creada en 1911 con un primer presidente mallorquín, Antoni Maria Alcover.

Con la RAE compartimos objetivos, aunque aplicados a lenguas diferentes. Cuando se creó esta sección no se le quiso dar el rango de Academia de la lengua explícitamente para que no fuera un lugar en el que se nombraba a alguien como miembro para concederle un honor, sino que sus miembros estuvieran dispuestos a trabajar e investigar en favor de la lengua. De hecho si bien entre sus componentes hay escritores, pues dominan el idioma, la mayoría somos lingüistas, técnicos en definitiva.

Alcover fue el primer presidente mallorquín y único hasta que se le nombró a usted.

Cierto, aunque entre los dos hubo un ibicenco, Isidor Marí.

Usted colabora de forma semanal en un programa de Calalunya Ràdio. ¿Cómo está el catalán en los medios de comunicación?

El tema es dramático. Con las plataformas, el porcentaje de uso del catalán en los medios ha caído estrepitosamente, ya que se multiplicó la oferta audiovisual pero no en catalán.

Últimamente constatamos una subida, pequeña, de la oferta pues algunas plataformas incluyen materiales doblados. Pero son muy pocas. Aunque el problema más grave es la ausencia de un llamado Marco comunicativo catalán, un concepto que ideó el periodista, comunicador y profesor Josep Gifreu.

¿Marco comunicativo?

Sí. Disponer de ese marco sería muy importante pues con eso se conseguiría un estándar de forma natural, cosa que será posible si la lengua tiene espacio para crecer de forma correcta, que significa que el oyente tenga un solo referente. Lo de la reciprocidad entre las televisiones de Cataluña, Valencia y Balears está muy bien, pero no es lo que necesitamos, deberíamos ir más hacia una programación conjunta, única, con intervenciones de personas de todos los puntos geográficos. Y eso ya estaba inventado, pues en mi infancia, en un solo canal de televisión, que emitía desde Miramar, aparecían voces de Cataluña, otras mallorquinas, ibicencas, menorquinas. En mi caso, el espacio «Terra d’escudella» me inculcó de forma natural una manera concreta de ver la lengua y la comunidad. Es lo que ocurre con el idioma español, que, a través de una tele común, una educación común y el servicio militar, creó una idea de sentimiento lingüístico.

En las iglesias pasaba algo parecido, pues en épocas no tan lejanas, cuando las misas eran en latín, los sermones eran en catalán, un «catalán de púlpito» que era una lengua muy pura que se utilizaba también en las oraciones, la que aparecía en los catecismos, alejada de la forma coloquial y muy transmisible entre las zonas de habla catalana.

Pero salen voces criticando que se hable el estándar en los informativos de habla catalana.

En efecto, pero esas voces no critican que periodistas andaluces o canarios intenten esconder sus acentos para estandarizar el idioma español. La defensa de la unidad de la lengua catalana está más o menos asumida por incluso partidos de extrema derecha, su batalla es otra: quieren destruir el concepto de integridad de la lengua que quiere decir que debe ser utilizada en todos los ámbitos posibles, no solamente en el familiar o para hacer programas de televisión de alto contenido antropológico y culinario, sino para hacer con ella ciencia y cualquier otra cosa, más allá de folclorismos.

Usted nació en Palma, ¿o deberíamos decir Ciutat?

El nombre propio es Palma, aunque en el imaginario del mallorquín que no es de Palma, decir Ciutat era indicar la capital. Y, además, para los habitantes de una ciudad, era normal referirse a ella como Ciutat, aquí y en otros lugares.

¿Qué es para usted, nacido en un barrio, Son Canals, cerca dels Hostalets, pasear por Palma?

La Palma de ahora sin duda nada o poco tiene que ver con la que viví de pequeño, pero tampoco es la de hace diez e incluso cinco años. Para mí, ahora, pasear por Palma se ha convertido en un suplicio, no tanto por las molestias de la superpoblación, sino por el contraste de cosas que habían existido y que ya no están. Eso me provoca cierta nostalgia.

En estos paseos palmesanos ¿qué idioma escucha en la calle?

Oigo todas las lenguas del mundo. Y para un lingüista como yo, es interesante. Por otra parte, decir que en Palma ya no se habla catalán pienso que es una exageración, pues se puede escuchar catalán y bien hablado. No todo está perdido y el día que demos por perdido el idioma en Palma lo habremos perdido en todo el país.

¿A qué país se refiere?

Mi país siempre será el de los Països Catalans, de arriba abajo, pero claro, por proximidad Mallorca es mi referencia geográfica, aunque cuando digo país digo Països Catalans.

Según encuestas recientes, en los Països Catalans, mucha más gente entiende el castellano que el catalán.

En este tipo de encuestas lo importante es saber cual era la pregunta que se les hacía a los encuestados. Una cosa es que te pidan si entiendes un idioma y digas que no y otra es que lo entiendas realmente. Por tanto, las respuestas pueden estar condicionadas por múltiples factores, uno de los cuales es la ideología y otro sencillamente la poca costumbre de utilizar el idioma. Para personas con idiomas próximos lingüísticamente al catalán, éste no es difícil de entender, otra cosa es que se sientan más cómodos si se les habla en castellano, ahora bien, comodidad por comodidad elijo la nuestra de hablarles en catalán.

Pero normalmente cambiamos de lengua cuando alguien nos contesta en castellano.

Una mala costumbre, sin duda, que solamente se justifica por el inmenso soporte que tiene el castellano, una lengua que se apoya y mucho en la legislación. No conozco otra constitución de ningún país que declare obligatorio el conocer un idioma concreto, sí que declaren la oficialidad de una lengua, pero no la obligación. Es en la misma constitución española donde está el origen de la desigualdad con el catalán.

No cambiar de lengua no es un acto de mala educación, sino que es una reacción ante una imposición injusta y además es una manera de ayudar a los castellanoparlantes a que tengan contacto directo con nuestra lengua y se habitúen a ella. Cuando alguien dice «no te entiendo», no suele ser verdad ya que la comprensión oral, que es mi tema de estudio profesional, no entra solamente por la locución, sino que hay algo más que incluye la situación y el contexto. Mientras hablamos, damos pistas que conducen a un mejor entendimiento. Para entender a uno que habla no hace falta entender todas las palabras una por una, y negar esto desde una lengua tan próxima al catalán como es el castellano es sencillamente mentir.

¿Facilitamos los mallorquines que los que vienen aquí aprendan catalán?

No, ya que giramos la lengua demasiadas veces y casi siempre cuando alguien te dice «no te entiendo» cuando le hablas en catalán, lo dice desde una posición ideológica. Y si añade: «ni me importa» entonces ya hablamos de odio. Y, además, muchas veces las personas que quieren imponer el castellano juegan la carta que los sociolingüistas llaman compensaciones consoladoras, cosas como «no hablo mallorquín», ya no dicen catalán, «porque lo hablo tan mal que lo estropeo». Desde esta supuesta posición de inferioridad aconsejo decir: «yo tampoco hablo el castellano bien, así que se lo diré en mi lengua con la que me expreso mejor».

Touché.

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