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Cultivar a golpe de 'clic': La inteligencia artificial llega al campo de Mallorca

Un equipo de investigadores de la UIB desarrolla y prueba un prototipo de trampas que, gracias a un algoritmo, monitorea de forma remota e informa con minuciosidad de la presencia de plagas y su evolución en los cultivos

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Las trampas inteligentes, un prototipo creado por investigadores de la UIB

El algoritmo llega al campo de Mallorca para hacerle la vida más fácil al payés. El invento lo ha desarrollado y ensayado un grupo de investigadores de la Universitat de les Illes Balears. Se trata de unas trampas-sensores en forma de poste que se colocan en la finca o terreno en cuestión, en concreto bajo los árboles, para monitorear de forma remota y con mucha precisión la presencia de plagas y su evolución. Unos aparatos que están capacitados para procesar y enviar información a los agricultores y que podrán consultarla desde casa haciendo sencillamente ‘clic’ con el ratón de su ordenador.

 «Esta historia empezó con un proyecto europeo en 2014 que luego recibió la ayuda de la Fundació Universitat-Empresa. Nosotros desarrollamos estos sistemas de monitoreo con la mosca del olivo. Creamos una trampa que atraía este tipo de insecto. Lo hicimos con el color amarillo y una serie de sustancias atrayentes. Las moscas se quedan atrapadas ahí y el sistema hace una foto que después se envía a un servidor donde se procesa la información. Estamos desarrollando un algoritmo de inteligencia artificial para que el sistema pueda reconocer al insecto de forma automática porque en la trampa caen otras especies», explica Miquel Àngel Miranda, del grupo de Zoologia Aplicada i de la Conservació de la UIB, uno de los científicos implicados en el proyecto junto a Tomeu Alorda y Maurici Ruiz, los tres también investigadores del Instituto de Investigaciones Agroambientales y de Economía del Agua (INAGEA). Otros nos propios implicados en el proyecto son Carlos Barceló, Júlia López, Claudia Paredes y Ana Sanz.

«El sector agrícola necesita también este impulso tecnológico», sostiene Miranda, «pues le va a permitir mejorar su producción y hacer frente de una mejor manera al binomio coste-beneficio. Es decir, podrá ser más competitivo y a su vez apoyar actuaciones más beneficiosas para el medio ambiente», opina. Para el también profesor no cabe ninguna duda de que el control remoto de estos insectos ahorrará trayectos a los payeses, por lo que se economizará combustible, «no será necesario que se trasladen en tantas ocasiones a la finca», y, por otra parte, «ayudará a aplicar mejor los tratamientos, porque la información que aportará será muy precisa, por lo que a lo mejor ya no será necesario fumigar en toda la finca y bastará empezar por el árbol infectado», apunta, «y así los riesgos para la salud y el ecosistema se reducen», considera. Si el control de las plagas hoy día no es tan agresivo, este sistema aún lo suavizaría más, «porque ya no precisaría aplicarse tratamiento a toda la parcela». 

Cada una de estas trampas es un sistema autónomo que se alimenta con una placa solar. Los investigadores han calculado que es necesaria una por cada hectárea de terreno. «Se hace una foto diaria del estado de la trampa. El algoritmo reconoce aquella mosca o insecto que tú le dices. Esas instantáneas se van registrando, de tal manera que puedes tener un histórico», explica Tomeu Alorda, del departamento de Física de la UIB, en concreto especialista del laboratorio electrónico. « La idea es que el agricultor no sea quien recibe esa imagen, sino que ya le enviaríamos directamente el recuento de las moscas. Y con ese dato ya podría hacerse a la idea del momento en que tendría que fumigar», señala. 

Cultivar a golpe de 'clic': La inteligencia artificial llega al campo de Mallorca

Cultivar a golpe de 'clic': La inteligencia artificial llega al campo de Mallorca B. Ramon

¿Conexión 4G?

La cuestión de no enviar la fotografía tiene que ver con que la trampa precisa de conexión 4G. «Lleva un módem máquina a máquina que conecta con un servidor. Se sube a él la foto, la temperatura, la humedad y el número de moscas que ha detectado el algoritmo y también una alarma cuando sea preciso aplicar un tratamiento al árbol o cultivo», precisa el físico, consciente de que no siempre será posible contar con una buen conexión 4G. «La idea es que las trampas se conecten a la red de comunicación que tiene el Govern, el IOTIB, que es más sencilla, si no hay cobertura 4G. Y en este caso no enviaríamos la foto sino sólo los datos más fáciles de procesar», cuenta. 

La parte de la trampa que está impregnada de sustancias atrayentes o feromonas debería cambiarse una vez al mes para mantener su efectividad. «Estamos también haciendo pruebas con la finalidad de que pueda consumir menos y sea más rápida en el procesado de los datos», detalla el también ingeniero de telecomunicaciones. «Ahora, en 23 segundos, tenemos el dato del número de moscas que hay en una fotografía». 

Miranda va más allá de la potencial aplicación agrícola de este sistema, que cuando esté terminado por completo podría continuar su camino y conseguir que alguna empresa desee producirlo y comercializarlo entre los payeses. «Este invento podría ser muy útil para hacer seguimiento del estado de la población de insectos en lugares remotos, por ejemplo, en los islotes, territorios de difícil acceso que tienen un elevado nivel de bioecología». El zoólogo advierte de que se ha detectado un declive de insectos en muchas zonas del planeta. «Por ejemplo, hay un estudio realizado en Menorca que certifica que hay menos mariposas».

El zoólogo abunda en que los insectos son bioindicadores. «Si no encuentras unos insectos determinados en una zona, puede significar que o bien hay un problema con la vegetación, o hay contaminación o que hay una colonización de fauna invasora», explica. 

Para este tipo de estudios, el sensor desarrollado por la UIB ya no llevaría trampa. «No nos interesa capturar el insecto aquí. Sí habría unos atrayentes, pero aquí no hay captura», indica, «porque no estás haciendo la valoración de una plaga». «Sabemos que esta técnica tiene su limitación, pero nos podría dar información útil. Estamos elaborando un catálogo de los lugares que querríamos monitorear y las especies que allí se encuentran», asegura sobre un proyecto que es de la Fundación Biodiversidad (que está bajo el paraguas del Ministerio de Medio Ambiente) y que termina en junio de 2022.

El equipo ya ha hecho incursiones en dos islotes, la Illa den Colom en Menorca y Conillera en Eivissa, para recoger información y estudiar la colocación de estos postes. Miranda añade que estas trampas-sensores también podrían instalarse en los parques naturales por parte de la Administración o en las zonas verdes de las ciudades.

Sin aplicación en los cultivos afectados por la xylella

Estas trampas de momento no tendrían aplicación en aquellos cultivos afectados por la xylella. «No tenemos ninguna trampa específica para los insectos que transmiten esta bacteria, hay que investigar para desarrollarla», señala el zoólogo. «Es posible que tenga que hacerse a partir de vibraciones porque sabemos que se comunican mediante ellas», apunta. Ahora mismo hay trampas desarrolladas para la mosca del olivo y para la de la fruta mediterránea. 

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