Rajoy llegó al poder para favorecer a la empresa privada, Bauzá llegó al poder para favorecer a su empresa privada. El cén-timo sanitario es igualmente fraudulento en todas sus manifestaciones, pero en Balears cursa con el estribillo de cén-timo farmacéutico. Y ni siquiera es uno, sino varios, hasta redondear cincuenta euros anuales por habitante. La advocación sanitaria y medioambiental desborda el sarcasmo, sin más que repasar la actualidad petrolífera.

En la misma esfera sanitaria, los repagos también farmacéuticos y las listas de espera impuestas amplían las exacciones ligadas a la liquidación del estado de bienestar. Con su gallardía habitual, el Govern se apresuró a retirar fórmulas como el impuesto a las grandes superficies. Bauzá argumentó el alivio del estado de necesidad, donde solo había pánico a unos excelentes clientes del PP. La euforia prematura se vuelve ahora contra el ejecutivo autónomo, una vez que la Unión Europea se asombra del tinte moralista de colocar una carga bajo la advocación sanitaria, sin molestarse en precisar el concepto que se quiere subvenir. Cabe imaginar el castigo que recaería sobre el contribuyente que cometiera errores de un calado semejante, máxime cuando los técnicos de las administraciones afectadas sabían que estaban trabajando sin sustrato legal.

Las administraciones del PP pueden refugiar los excesos de su celo impositivo en la dramática situación económica. En su contra, la sentencia del tribunal de justicia de la UE se conoce el mismo día en que los contribuyentes han aprendido que a Luis Bárcenas le salió negativa la declaración a Hacienda durante años. El tesorero del PP no sólo se ahorraba los impuestos, sino que recibió hasta 70 mil euros de sus conciudadanos, sin que se dispararan las cacareadas alarmas contra un presunto defraudador de doce millones. Por cierto, también a Díaz Ferrán le salía a cobrar, cuando presidía a los empresarios españoles.