Esta semana se cumplen 25 años de la desaparición de la primera chárter mallorquina. Cuando Spantax sucumbió, internet no existía para el gran público. No importa. Su huella permanece indeleble. La red compila miles de referencias y algún que otro vídeo. Aun hoy constituye un emblema de la aeronáutica local y su defunción ha servido de manual de uso en la desaparición de posteriores compañías aéreas y grupos turísticos. Al menos, en los aspectos más rocambolescos.

Ruiz-Mateos viajó en 1988 hasta la isla con una maleta llena de verduras y la promesa falsa de resucitarla. Al director de Spantax, Wolfgang Krauss, le detuvieron en el aeropuerto cuando trataba de salir del país con documentación estratégica. Pasajes chuscos de un hundimiento que dejó fotografías que engarzan con instantáneas más actuales. Su plantilla se manifestó ante el Palacio de Marivent. Precursores de movilizaciones posteriores por los decesos de LTE, Futura, Spanair o, más reciente, Orizonia.

La desaparición de Spantax no supuso un gran trauma en el plano laboral y operativo. Su hueco lo cubrieron Hispania, Air Europa, Universair, Spanair, LTE, Viva Air... Solo la transportista de Juan José Hidalgo persiste tras la eclosión de finales de los ochenta.

La luz naranja indicativa del declive de las chárter la encendió Spantax. El piloto rojo prendió con Futura, una de las más potentes de Europa. Futura, con 32 aviones, dejó de operar en 2008. El negocio de los vuelos fletados ex profeso, al margen de los vuelos regulares, se derrumbó coincidiendo con el retroceso de los viajes organizados, la irrupción de las aerolíneas ´low cost´ y la venta por internet.

"Los viejos tiempos no volverán"

Mario Hidalgo conoce el paño. Fundó su propia chárter, Hola Airlines, que operó desde 2002 hasta 2010. Sigue vinculado al mundo aeronáutico como director de Caribe Broker, firma dedicada a la contratación y gestión de vuelos para equipos deportivos y empresas. En su cartera de clientes figuran el FC Barcelona y la Real Sociedad.

Hidalgo ve "difícil" el futuro de las chárter. Hace un recuento de las españoles y solo le vienen a la cabeza cinco: Pullmantur, Orbest (el grupo Barceló compró a Orizonia la filial portuguesa), Swiftair, Privilege y Alba Star. Las dos últimas conservan la sede social en Palma, su flota no supera los tres aviones y solo Alba Star ha fijado una base en Mallorca.

"A las chárteres se las cargaron las aerolíneas de bajo coste", sentencia Hidalgo. Las low cost se comportan como "chárteres encubiertas" a las que los touroperadores contratan cupos de asientos, explica. "La llegada de Airberlin a Palma provocó la desaparición de las mallorquinas, que hacían servicios hacia Alemania y centroeuropa", prosigue. Además, la división entre aerolíneas regulares y las que operan por encargo se ha difuminado. "Iberia y Air Europa hacen chárter. De hecho, a nivel administrativo desapareció esa distinción y ya solo se expide una licencia única", recuerda Hidalgo.

En su opinión, el secreto para subsistir estriba en la especialización. Alba Star se concentra en el turista italiano -más conservador y proclive a los viajes organizados- y en el traslado de peregrinos. Pullmantur atiende el transporte de turistas de cruceros y series de larga distancia a Punta Cana. Swiftair diversifica con vuelos de carga. Privilege acarrea futbolistas e incentivos.

Teresa Pujol ha pasado por Spanair, Iberworld y LTE. En la actualidad dirige el departamento comercial de Alba Star, compañía que nació en plena crisis (2010). "Los viejos tiempos no volverán. Antes era más sencillo porque no había low cost", incide. Teresa Pujol contempla el futuro a pasitos. "Nuestro proyecto no es crecer, sino afianzarnos con un máximo de cinco aviones [dos más de los actuales] y hacerlo bien", detalla. "Estamos contentos porque nuestros accionistas italianos [Aviation Service, Kenobi y Femar] creyeron en nuestro proyecto. Este año los touroperadores se han dado cuenta de que somos serios. Hasta ahora estaban a la expectativa de si duraríamos", reconoce.

Y han durado. Spantax también lo hizo. Casi 54 años. Logró situarse como la segunda chárter de Europa con dos millones de clientes al año. El piloto Rodolfo Bay y la exazafata de Iberia Marta Estades fundaron la aerolínea en 1959. Al principio se centró en el transporte de carga y personal a los campos petroleros de El Aaiún. Luego asumieron los vuelos interinsulares de Canarias. Al calor del turismo, los propietarios trasladaron la sociedad a Mallorca. Así comenzaron los años dorados, con los primeros aviones Convair adquiridos a American Airlines. Aquellos modernos reactores acabaron lastrando la cuenta de resultados por su elevado consumo de combustible.

Accidentes y desmanes

Pero no fueron esos aviones los que derribaron la empresa. Los trabajadores de Spantax se querellaron por delito societario contra los accionistas de la compañía y los altos cargos de la Administración pública. Antes de su cierre la aerolínea había sido intervenida por el Gobierno de Felipe González debido a la elevada deuda contraída con el Estado. El reguero de accidentes mortales no ayudó a la continuidad de la empresa -en 1970 falleció la tripulación de un avión en Estocolmo, en 1972 perecieron los 155 pasajeros que partían en un Convair Coronado desde Tenerife a Múnich, y en 1982 perdieron la vida otras 50 personas al despegar desde Málaga en un DC-10-.

Tampoco facilitó las cosas la actitud de los directivos, que se subieron los sueldos pese al deterioro de las cuentas. Como suele suceder en estos procesos de descomposición, corrió el rumor del advenimiento de un salvador, en esa ocasión vinculado al grupo kuwaití Kio. No se supo más de él.

Manuel Samperio era el presidente del comité de empresa en aquel momento tan crítico. Trabajaba como técnico de operaciones y le tocó dar la cara en los despachos y en las manifestaciones de la calle. "Nunca quedó claro cómo la compañía acumuló una deuda tan alta. Los trabajadores no nos enteramos de su volumen hasta que se produjo la quiebra", rememora. De aquella época sí recuerda una estructura directiva abultada regada de "sueldos astronómicos".

A diferencia de la mayoría de sus compañeros, Manuel Samperio se desligó de la aviación. Se había "significado bastante", admite, tras jornadas interminables de protestas y negociaciones en despachos. En la actualidad representa en Mallorca a firmas de ferretería, material industrial y construcción. Spantax, 25 años después.