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Isabel Vicens, presidente ejecutiva de Agromallorca: «Debido al etiquetaje, el cliente a menudo no distingue el producto local»

Encarna la segunda generación familiar, entre su padre, Joan Vicens, y su hijo, Jaume Pou. Afirma que la agricultura siempre ofrece rendimientos, aunque nunca inmediatos, y se reivindica como una firme defensora del producto local, para el que reclama un etiquetaje claro y diferenciado respecto a productos de otros puntos del país.

Isabel Vicens, junto  al producto estrella de Agromallorca, la tomàtiga de ramellet

Isabel Vicens, junto al producto estrella de Agromallorca, la tomàtiga de ramellet / Manu Mielniezuk

¿Cómo definiríamos Agromallorca? ¿Cuál es su filosofia empresarial?

—Agromallorca, constituida hace 59 años, es una cooperativa integrada por un grupo de empresas productoras, la mayoría ligadas a nuestra familia. Payeses que producen alimentos de calidad, sostenibles y duraderos. Nuestra mirada no está puesta en el corto sino en el largo plazo. Nosotros no obtenemos resultados inmediatos, que es lo que prima en la sociedad actual, los conseguimos con el tiempo y el trabajo diario. El ejemplo de los invernaderos, que requieren de una inversión muy grande, es muy significativo en este sentido. Nos hemos especializado mucho (no nos quedaba otra opción) en variedades más locales. En todo caso, somos plenamente conscientes de que no podemos competir en precios, es imposible. En Murcia los tomates son más baratos que los nuestros, lo mismo en Almería y en Marruecos.

El problema es que, a menudo, la clientela no los distingue. O por diez céntimos de diferencia, se queda con el producto más barato. Así las cosas, nos tenemos que distinguir en productos que no sepan hacer en otros sitios o bien que no les compense hacerlos. Por ejemplo, el tomate de ensalada se venderá en todo el mundo; sin embargo, la tomàtiga de ramellet sólo se venderá en Mallorca y en Cataluña, que es donde la conocemos y apreciamos.

¿Reivindica, pues, una mayor diferenciación del producto local en los establecimientos?

Reivindico la necesidad de identificar debida y adecuadamente los productos. No tengo ningún problema en que aquí se venda tomate de Murcia; lo tiene que haber, pero debe estar etiquetado como ‘tomate de Murcia’, del mismo modo que el cliente tiene que encontrar perfectamente etiquetada la ‘tomàtiga de ramellet de Mallorca’. Uno se venderá a 40 céntimos y otro a tres euros, y será el consumidor quien escogerá. Los consumidores no son tontos, y adquieren aquellos productos con buena relación calidad-precio. Lo que no debe hacerse, porque lleva a la confusión, es etiquetar todos los productos como ‘origen España’, porque no es lo mismo un tomate de Mallorca que de otros puntos del país, que es muy amplio. Siempre digo que la marca Mallorca debe aparecer bien clara, porque nos identifica y nos diferencia. Si la etiqueta pone ‘España’, significa que el producto no es de Mallorca. Así de claro.

¿La tomàtiga de ramellet es el producto estrella de Agromallorca?

Sin duda; la tomàtiga de ramellet es el producto en el que nos hemos enfocado. ace 39 años que estoy trabajando aquí, desde los 17, y desde siempre hemos producido tomàtiga de ramellet, pero nos hemos ido especializando y ahora es nuestro producto de referencia, sin duda. De la mano de Mercadona, gracias a un acuerdo que sellamos en el año 1999, llegamos a todos los supermercados que tienen en Cataluña, que son unos 300. De ahí nuestro potencial. No dejamos de producir otros productos de temporada como berenjenas, calabacines, pimientos, limones, jínjoles, además de todo tipo de verduras. Ahora, por ejemplo, es tiempo de caquis o ciruelas..

¿En qué punto se encuentra la empresa? ¿Cuáles han sido los principales puntos de inflexión?

Como decía, son casi 60 años de trayectoria de Agromallorca. La fundó mi padre, Joan Vicens, en 1964. En aquel momento, reinaba una agricultura intensiva, una agricultura que ha ido evolucionando, del mismo modo que también lo ha hecho la propia sociedad: ahora todo el mundo se preocupa por lo que come, por ejemplo. Y estamos claramente en una etapa caracterizada por la agricultura sostenible, a la también nosotros nos hemos ido sumando, con mucho esfuerzo, con una clara apuesta por I+D y, por tanto, con mucha inversión. Estamos convencidos de que la agricultura sostenible es el presente y el futuro. En nuestro caso, hemos tenido la suerte de que la tercera generación (con mi hijo, Jaume Pou Vicens) se ha incorporado muy pronto a la empresa. Entre otras cosas, él es el responsable de la gestión de nuestras fincas, que cuentan con una producción biológica.

¿Cómo vivieron en Agromallorca la pandemia?

Casi cuesta decir que nos fue bien cuando todo el mundo lo pasó muy mal, como es bien sabido. Por un tema de salud, fui la única persona de la empresa que no acudió a trabajar a la empresa en esa etapa tan compleja para todos. Todo el mundo se implicó y trabajó más que nunca, sobre todo a raíz de la puesta en marcha de la campaña ‘Cistelles a domicili’. Fue una iniciativa activada desde Agromallorca, la Cooperativa de Sóller y Camp Mallorquí. Acordamos con ellos que Agromallorca se encargaba de preparar las cestas y ellos de la distribución. De esta manera, todos los payeses de Mallorca pudieron dar salida a sus productos. Fue una revolución: nos juntamos todos los payeses de la isla, unos para producir, los otros para distribuir.

Por otra parte, en 2022, nos juntamos cuatro empresas, que somos competencia entre nosotros, en la organización Som Pagesos (integrada por Agroilla, Es Merca, Terracor y Agromallorca) para defender, como objetivo común, el producto local de Mallorca. En Som Pagesos producimos el 80% del total de la producción agrícola de Baleares.

¿A qué clientes sirve Agromallorca esencialmente ?

Esencialmente a Mercadona (en Baleares y Cataluña), mercados municipales, mayoristas, tiendas, restaurantes y hoteles. Lo que no podemos vender lo reciclamos en el campo y lo cedemos al Banco de Alimentos. Una máxima en Agromallorca es que no tenemos que desperdiciar nada.

«Nuestra mirada no está puesta en el corto sino en el largo plazo. No obtenemos resultados inmediatos»

Isabel Vicens

— Presidente ejecutiva

Hace unos años estrenaron una fábrica. ¿Con qué fines?

Así es. Pusimos en marcha en 2016 una pequeña fábrica, para la elaboración de productos 100%naturales, sin colorantes ni espesantes. Son productos que se venden a un precio más alto y que, por tanto, tienen salida entre clientes que saben apreciar su calidad. Es un tipo de venta que conlleva mucha inversión previa, pero lo cierto es que va aumentando poco a poco.

¿Cuáles son las principales asignaturas pendientes del sector hortofrutícula en Baleares?

—La agricultura en Mallorca es el sector más seguro a lo largo de los años. Siempre he escuchado la frase: ‘En temps de guerra, el pagès viu”, habida cuenta de que la gente siempre tendrá necesidad de comer, obviamente. El campo no tendrá beneficios espectaculares, como los registrados en otros sectores económicos, pero siempre -si se hacen las cosas bien- se podrá ir trabajando.

Dicho esto, los problemas con que se encuentra Agromallorca son los comunes del sector: personal, agua... ¿Quién trabaja en el campo en verano en Mallorca? Es un problema de toda la vida. A un centenar de nuestros temporeros (la mayor parte, colombianos) les bridamos vivienda en las propias fincas a precios muy asequibles (75 euros mensuales) para solucionarles este problema.

En lo referido a la sequía y al consumo de agua, la pandemia fue muy significativa. Siempre se ha dicho que los payeses somos los mayores consumidores de agua. En la pandemia, éramos el mismo número que antes, y nunca nos faltó. Lo cierto es que el turismo (los hoteles) se sirve del agua de los acuíferos, y los payeses nos quedamos sin. Y, al no tener agua, tenemos que sacrificar muchas plantas. Nosotros siempre regamos por goteo y, en varias fincas, con agua de depuradora,del mismo modo que hacemos recogida de aguas pluviales.

«Se ha pasado de una agricultura intensiva a una agricultura sostenible, que requiere una gran inversión»

Isabel Vicens

— Presidente ejecutiva

A lo largo de este año, Agromallorca ha recibido el premio pyme de 2023 en Baleres y el reconocimiento de BBVA como uno de los diez mejores productores sostenibles de España ...

—No cabe duda de que son un refuerzo y un estímulo a todo el trabajo desarrollado por los profesionales de Agromallorca. Tener nuestro producto en el restaurante de Roca, el mejor del mundo, es lo máximo.

Métodos revolucionarios para el control de las plagas en el campo

Jaume Pou Vicens (tercera generación familiar en Agromallorca) es ingeniero agrícola, graduado por la Universitat de les Illes Balears. Con 38 años, es el encargado de la gestión de las fincas y del control de plagas. 

“Toda la vida en la universidad te enseñaban que, ante una plaga, se utilizaba un producto químico para matarla. Sin embargo, hace unos años nos dimos cuenta de que éste no era el mejor sistema. Por tanto, cuando hay una plaga, lo que hacemos en Agromallorca es introducir insectos (propiamente, son parásitos, parasitoides) para que la controlen”, relata. 

Sigue contando la estrategia para paliar los efectos de las plagas en la agricultura. “Compramos esos insectos en el mercado español, pero también propiciamos que nos lleguen a nuestras fincas insectos de Baleares. Al no usar productos químicos en las plantas, favorecemos que entre fauna local a nuestros invernaderos. Con el tiempo, también hemos añadido el uso de feromonas (1.000 por hectárea), que evitan la reproducción de la plaga, o insecticidas biológicos, que solamente inciden sobre la plaga que uno quiere controlar. Son cuestiones muy innovadoras (incluso revolucionarias) que empezaron a aplicarse allá por 2007. En todo caso, cabe apuntar que cada cultivo es un mundo. Agromallorca es pionera en esos tratamientos en Mallorca”. 

A la consideracióndel grave perjuicio económico derivado de las plagas, Pou expone: “Claramente, es así. En algunas ocasiones, las pérdidas ocasionadas por una plaga se pueden cifrar en millones de euros. Por ello, la inversión que hace Agromallorca en esta materia es cercana a los 300.000 euros. La última plaga que sufrimos en Mallorca fue la Tuta absoluta, que afecta a los tomates. Como quiera que, por un lado, vivimos en un mundo globalizado y, por otro, estamos yendo a un clima más tropical, a las plagas les atrae nuestro clima. Muchas de nuestras actuaciones tienen carácter preventivo. Es una lucha integrada, porque tiene que agrupar a muchos sistemas. El ejemplo del coronavirus es muy gráfico en cuanto a su proceso: llega una plaga, crece exponencialmente y pensamos que vamos a morir todos, pero con el tiempo se regula, se encuentra una vacuna, la curva se estabiliza y empieza a decrecer, para pasar a tener menor incidencia en número y en gravedad. 

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