Entrevista | Entrevista

Núria Torres-Gabriel Sastre: «Gracias al ‘coaching’, muchos empresarios toman consciencia de sus necesidades»

A sus 47 y 53 años, respectivamente, Núria Torres y Gabriel Sastre llevan una quinta parte de su vida (más de una década) entregados a su pasión, el coaching empresarial o ejecutivo, que cada vez demandan en mayor medida empresarios y directivos. Admiten que la pandemia supuso un punto de inflexión para la profesión

Núria Torres y Gabriel Sastre trabajan como coaches empresariales desde hace más de una década

Núria Torres y Gabriel Sastre trabajan como coaches empresariales desde hace más de una década / B. Ramon

¿Está de moda el coaching empresarial?

Núria Torres (NT): No diría que esté de moda, pero sí que cada vez más se está poniendo en valor el hecho de que un coach ejecutivo puede ayudar a la clase empresarial a conseguir sus objetivos. Gracias a esta disciplina, muchos empresarios toman conciencia de sus necesidades, mejoran sus competencias directivas y pasan a la acción tomando decisiones sobre sus áreas y negocios.

Gabriel Sastre (GS): Yo diría que se dio a conocer con fuerza en la etapa prepandemia; en pandemia se consolidó. Puede decir que el ejercicio 2020 fue para mí el mejor año de facturación en mi vida de coach. Y en la postpandemia seguimos trabajando con fuerza. Los empresarios han tomado conciencia de la necesidad de tener a alguien cualificado para que les acompañe en el proceso del día a día en la toma de decisiones y en refuerzo o cambio (según los casos) de su propia mentalidad. Han percibido que requieren de una mentalidad más trabajada, de mirar más hacia dentro, de tener equilibrio personal para tomar más y mejores decisiones. Por otra parte, entiendo que se ha reforzado la idea de que si en un negocio uno no se reinventa, se está muriendo. En los negocios, la quietud y la calma no existen. Quedarse estático es sinónimo de retroceder, es el principio del fin.

NT: Tras la pandemia ha cambiado la mentalidad de las personas en general, por lo que los empresarios y directivos se encuentran con que no todos los empleados necesitan o quieren lo mismo; es por ello que requieren de herramientas distintas para gestionar a cada individuo. La pandemia ha provocado un quiebre mental y emocional de muchos empresarios en este terreno. Se trata de cambiar el control por la confianza, pero sin perder el propio control.

GS: Con la pandemia se abrió la veda del teletrabajo, y ha habido muchos empresarios que han necesitado acompañamiento para poder medir la productividad del trabajador más allá de donde esté. Tienen que tener algún mecanismo de control y de gestión para ver que aquello que hace el empleado realmente es lo que uno, como empresario, quiere.

¿Qué ofrecen los coaches a la clase empresarial y a los autónomos?

GS: Ofrecemos sobre todo la oportunidad de cambio para aquella persona que realmente quiera cambiar algo en su proyecto, en su negocio. Una de las máximas del coaching es que uno tiene que querer cambiar algo; si no, no hay nada que hacer. Con un profesional del coaching al lado, uno puede iniciar un proceso de cambio simplemente con la voluntad de querer hacerlo. Ese hecho da un poder ilimitado a la persona.

NT: Además, nosotros ofrecemos a los empresarios y directivos la posibilidad de bloquear, en sus apretadas agendas, un tiempo para pensar sobre la situación de sus empresas o departamentos junto a nosotros, porque de lo contrario el día a día no les permite parar o no saben encontrar esos espacios. Cuando estamos juntos, estamos pensando, analizamos, tomamos conciencia, buscamos opciones, ponemos foco...

«Si uno está bien en el trabajo, será mucho más feliz y más productivo»

Núria Torres

— Coach empresarial

¿Por qué motivos esenciales los empresarios o autónomos solicitan su asesoramiento?

NT: Las razones por las que nos contactan son múltiples: entre otras, mejorar el rendimiento de una empresa que no funciona, integrar y cohesionar equipos, introducir nuevos procesos, obtener herramientas de gestión prácticas para dirigir sus equipos, alinear los valores de la empresa e incluso articular un plan estratégico. Sin decirle lo que tiene que hacer, le generamos preguntas para hacerle reflexionar y actuar en consecuencia.

GS: Yo añadiría la toma de decisiones, con un denominador común en la mayoría de los casos, y lo digo de acuerdo con mi experiencia. Ante esta toma de decisiones en los temas anotados por Núria, a menudo subyace una cuestión personal. En este sentido, yo hablo mucho a mis clientes del concepto de hipotecas emocionales, que llegan a paralizar ante la toma de decisiones, generan bloqueos ante clientes, ante proveedores, ante el propio personal. Y entonces, por ejemplo, les hago la siguiente pregunta: ‘Si hoy tuvieras que volver a contratar a esa persona, ¿lo harías?’ Y él mismo se responde. En muchas ocasiones, los clientes recurren a nosotros para tomar decisiones duras e importantes; para las blandas y bonitas no nos llaman...

NT: Así es. De hecho, yo les pregunto: ‘¿Has tenido que esperar a llegar a este momento para llamarme? Si lo hubieses hecho seis meses antes, solucionar este tema hubiera sido mucho más fácil.

«En los negocios, la quietud y la calma no existen. Sería el principio del fin»

Gabriel Sastre

— Coach empresarial

¿Hasta qué punto notan mejoras después de haber sido asesorados por los coaches? ¿En qué materias? ¿Se siente empoderados?

NT: Las mejoras se constatan en varios aspectos. No hablaría de empoderamiento, al menos en primer lugar, porque los empresarios ya “lo suelen llevar puesto” (al menos, la mayoría). Creo que, en general, hablar con los empresarios o directivos de inteligencia emocional les genera urticaria porque lo asocian a debilidad, cuando -en realidad- hablamos de autoconocimiento, de autogestión, de toma de decisiones, de autoconcepto personal, de impacto en el cliente o ante el equipo de trabajo. La inversión tiene un retorno claro, aunque a veces sea complicado medirlo.

GS: Me ha ocurrido en numerosas ocasiones que hemos estado trabajando con un empresario sin que sus propios equipos supieran que lo estábamos haciendo. Incluso se me ha sugerido que en la factura no apareciera el concepto ‘coaching’. Para mí, no es un signo de debilidad acudir a un coach sino un acto de valentía y de liderazgo. Por otra parte, mi experiencia me dice que las personas, cuánto más se conocen, más saben de sus puntos fuertes y ello les permite trascender y superar cualquier tipo de dificultad o cambio. El hecho de cambiar la perspectiva de las cosas es muy relevante, a mi modo de ver. Se sitúan en otra posición y cambian su percepción. Yo les digo que tienen que salir de la lavadora, ya que cuando vienen a nosotros lo hacen estando dentro, sin saber si están arriba o abajo, a la derecha o a la izquierda porque están dando vueltas.

¿Cómo se distingue un buen profesional del coaching empresarial? ¿Aprenden ustedes de sus clientes?

GS: Lo primero, porque la integridad y la ética son su bandera. También es importante no entrar en procesos para los que uno no esté preparado. El coach debe estar a la última en formación porque, de alguna forma, será una avanzadilla del cambio. Hay mucha diferencia entre el coach profesional y el coach de estar por casa, por así decirlo. Hay gente que va saltando a profesiones de moda, lo cual ha hecho daño. Y claro que aprendemos de los clientes, porque también ellos son grandes maestros. Me merecen un gran respeto porque afrontan el proceso de cambio, con nuestro acompañamiento, pero al final la decisión y el riesgo son suyos.

NT: El buen profesional del coaching se formará constantemente: leyendo, aprendiendo nuevas herramientas, nuevas técnicas, metodologías ágiles... Una no se puede quedar estancada y limitada, no se puede replicar siempre lo mismo. ¿Qué nos aporta la profesión? Enriquece el hecho de ver muchas cosas muy distintas, ver que hay más allá de mi mundo. Además, ver los resultados es muy satisfactorio. Escuchar: ‘Nuria, me has cambiado la vida’ es algo que no tiene precio.

¿El trabajo es al mismo tiempo fuente de felicidad y de depresión? ¿Dónde está la clave?

GS: Estoy de acuerdo en que el trabajo también es motivo de felicidad o de infelicidad. Personalmente, creo mucho en el concepto de felicidad vital: es decir, si uno es infeliz en su vida privada tendrá muy difícil ser feliz en la vida laboral; y a la inversa. ¿La clave? Desde mi punto de vista, lo importante para ser feliz en el trabajo es hacer realmente aquello que a uno le gusta. Se trata, pues, de cambiar lo que uno tiene que hacer por lo que uno quiere hacer.

NT: Efectivamente , el trabajo puede ser fuente de felicidad y de infelicidad o de depresión. También creo que, si uno está bien en el trabajo, va a ser mucho más productivo, además de sentirse más satisfecho. Es el concepto que usamos en coaching ejecutivo, “la felicidad es productiva”. En todo caso, la clave para sentirse bien en el ámbito laboral está tanto en el propio trabajo como en uno mismo; es decir, hay una parte externa, pero también otra interna. Sólo con una no basta.

El trabajo habitualmente lleva mucha carga de estrés. ¿Cómo se combate?

GS: El estrés está dentro de la gestión emocional de la persona. Al final, los resultados de los empresarios y emprendedores procede de lo que piensan, de su situación emocional. Para mi, el estrés simplemente es la falta de habilidad para resolver algo.

NT: El estrés es la consecuencia de no tomar decisiones o tomarlas erróneas, de no haber pensado, de no haber puesto foco... Si uno para, piensa, analiza y se pone en acción, se soluciona o se reduce ese estrés.

Diccionario básico del ‘coaching’ empresarial

En las sesiones de coaching, ya sean en el ámbito personal o en el empresarial, se repiten a menudo sustantivos o expresiones. Entre ellas, están los términos ‘focalizar’, ‘creencias limitantes’ y ‘zona de confort’.

Con vocación didáctica y pedagógica, Gabriel Sastre y Núria Torres definen cada uno de esos conceptos y cómo los abordan en relación con sus clientes (empresarios o directivos). 

“Focalizar como concepto es clave, y lo es desde distintos puntos de vista. El primero, saber lo que uno quiere y dónde quiere llegar. No se trata de tirar la flecha por tirarla sin un objetivo concreto. Los directivos tienen tantas cosas en su mente, que a menudo les ayudo también a poner foco en lo importante”, subraya Torres.  

En relación con las creencias limitantes, Sastre expone: “Partamos de una premisa: lo que uno cree construye su realidad, lo es todo. Nosotros siempre decimos que, si tanto uno cree que sí como si cree que no, siempre tiene razón. Al final, sobre cualquier tema, la mayoría de situaciones siempre lleva asociada una creencia limitante. Es una cuestión muy importante, al punto de que en las sesiones de coaching dedicamos mucho tiempo a desmontar creencias. ¿Un ejemplo de creencia limitante? ‘No puedo acometer ciertos cambios en mi equipo’ o ‘Si les doy demasiada confianza, no saldrán los resultados’.

Finalmente, ambos consensúan una definición común para referirse a la zona de confort. “Como indica el propio nombre, es la zona cómoda, que no tiene por qué ser la mejor. La zona de confort o zona conocida no siempre será la más eficiente, la más adecuada ni la mejor para el empresario y su equipo. La zona de confort es aquella en que no sucede nada. No hay que esperar nada diferente si uno no sale de esa zona”.

Suscríbete para seguir leyendo