Teixits Vicens: El arte de la ‘roba de llengües’

Teixits Vicens tiene su nombre íntimamente ligado a la ‘roba de llengües’, del mismo modo que la ‘roba de llengües’ en Mallorca se asocia a Teixits Vicens, empresa familiar constituida en 1854 por Martí Vicens Frau en Pollença. Un siglo y medio después, sus productos –singulares y de gran colorido y calidad– se distribuyen por todo el mundo

Toni Traveria

Una de las teorías más plausibles explica que la roba de llengües habría llegado a Mallorca en el siglo XVI a través de la Ruta de la Seda. Supuso, en todo caso, una gran ruptura en el sector ya que hasta entonces todos los tejidos tenía la lana como materia prima. Fue Martí Vicens Vilanova, conocido como Bonjesús y perteneciente a la segunda generación, quien incorporó la roba de llengües al negocio familiar. Los colores preferentes en aquella época eran el azul y el rojo.

La gran explosión de colores de la ropa de lenguas, con el consiguiente impacto en las ventas, llegó de la mano de la tercera generación (con el matrimonio formado por Martí Vicens Alemany y Antònia Capllonch) y a través del vínculo directo con el boom turístico de los años sesenta. «La tercera generación fue clave en la continuidad y la expansión de Teixits Vicens», reconocen Caterina Vicens y Tomeu Fuster, primos y miembros de la cuarta generación familiar al frente del negocio. «Sin el boom turístico, no existiríamos. En la época de mis padres, la empresa creció mucho gracias al fenómeno turístico, sin ninguna duda. Estamos indefectiblemente unidos al turismo», añade Caterina Vicens.

En aquellos años se enmarca la relación comercial que la actriz Lauren Bacall, gran diva de Hollywood, estableció con Teixits Vicens. «Nos conoció siendo ella joven; ya de mayor volvió a Mallorca y nos encargó la tapicería para su casa de Nueva York; yo era una niña y tuve la oportunidad de verla en persona. Por cierto, tras su muerte, supimos que esas piezas de Teixits Vicens se subastaron», detalla Vicens.

Volver atrás para ‘reinventarse’ y ser sostenibles

En la actualidad, la clientela internacional sigue siendo uno de los factores identitarios de Teixits Vicens. «Antes de 2013 -explica Fuster-, se vendía la tela por metros: ropa para la cama, la mesa, tapicería, cortinajes... Es decir, estábamos más enfocados al hogar que a la moda. Pero en aquel momento, en plena crisis, pensamos qué hacer: decidimos ampliar la gama de productos y entrar también en el sector de la moda: bolsos de todo tipo, ropa, accesorios tales como corbatas o zapatos. Año tras año hemos ido aumentado la gama. En ese sentido, el proceso de internacionalización nos ha ayudado mucho, entre otras cosas con la adaptación de la web a cuatro idiomas. La diversificación de producto para llegar a todo tipo de cliente es una de las claves del éxito».

En las empresas familiares, máxime si son de larga trayectoria, suelen conjugarse el valor de la tradición, los fundamentos y el ADN de la compañía, con la modernidad y la innovación, de todo punto necesaria para ser competitivos en un mundo cada vez más globalizado y exigente. «En el taller hay una foto de mi tío, Martí Vicens, en la que se aprecia que en su época hacían ropa y bolsos. Quiero decir con ello que no hemos inventado nada: hemos vuelto al pasado -si se quiere, incluso de manera inconsciente- para seguir evolucionando. Es una de las claves de nuestro mundo globalizado: tenemos que poner la mirada atrás para ser sostenibles», razona Fuster. «El listón que dejaron mis padres está muy elevado. De hecho, para el diseño de telas en la actualidad usamos sus modelos. Lo que hacemos es volver a los inicios», enfatiza Vicens.

Por otra parte, tanto Caterina Vicens como Tomeu Fuster constatan que, después de la pandemia, «se percibe que la sensibilidad de los clientes respecto a los productos artesanos ha aumentado. Hay un interés creciente por este tipo de productos».

A propósito, el carácter artesanal de sus piezas es otro de los puntos distintivos de Teixits Vicens. En este sentido, subrayan sus responsables, un empleado no puede empezar a trabajar en el taller de hoy para mañana, sino que se requiere un período de formación muy particular y enfocado al producto, período que alcanza los tres años. No en vano, la roba de llengües comporta un proceso artesanal muy particular, una elaboración pulcra, medida al extremo, y una especial sensibilidad de los operarios. El 80% de todas las operaciones que se realizan son de carácter manual. Llama la atención del visitante del taller una pizarra llena de complejas fórmulas matemáticas: hasta este punto debe ser exacto el número de hilos y su cruce para conseguir el producto deseado. Así, las piezas resultantes son únicas, exclusivas, de gran calidad. «Para nosotros, la tela es oro», asegura Fuster.

En todo caso, el sustantivo que determina la toma de decisiones estratégicas en la histórica empresa, compuesta a día de hoy por 18 trabajadores (13 mujeres y cinco hombres) es ‘equilibrio’. «Efectivamente -afirma Fuster- en la empresa siempre andamos buscando el equilibrio, que es importante no sólo en los negocios sino en la vida en general. Tenemos que crecer, pero de manera sostenida. En ocasiones hemos tenido que decir que no a propuestas comerciales de empresas importantes, porque percibimos que podíamos morir de éxito».

Por su parte, Vicens asegura: «Como integrante de la cuarta generación familiar, experimento la satisfacción de haber superado distintas crisis, por un lado, y de sentirnos muy queridos por nuestro entorno, por otro. Que nuestro producto sea querido y valorado por la sociedad nos llena mucho y nos hace felices. ¿Mis principales preocupaciones? Las de cualquier empresario: la inflación, la inestabilidad de los mercados, pero sobre todo tener a tanta gente a tu cargo. Si perdemos el equilibrio, pierde el equilibrio mucha gente».

En lo que respecta a retos de futuro, Caterina Vicens destaca: «Una se siente obligada a mantener la tradición y a hacer que las cosas funcionen para preservar nuestro producto, que forma parte de nuestra cultura y también de nuestra familia, porque hablamos de una empresa familiar. Tengo asumido mi papel, ya de niña me sentía predestinada a trabajar aquí. He vivido la empresa toda mi vida. Coincidió que acabé la carrera (Historia del Arte) con la muerte de mi padre, en 1995, y ya me puse al frente de Teixits Vicens».

Finalmente, Tomeu Fuster afirma que el principal reto de la empresa en la actualidad «es seguir trabajando para preservar nuestro producto, tan querido. Además, no quisiera que la cuarta generación fuera la responsable de acabar con el trabajo de las generaciones anteriores. Se trata, por tanto, de seguir produciendo desde la innovación y buscando productos más sostenibles: algodón ecológico, por ejemplo. Una ventaja a nuestro favor en este terreno es que nuestros productos duran mucho».

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