Ciclismo

Guillem Timoner, el primer deportista mediático

El corredor nacido en Felanitx es un pionero del ciclismo, su presencia llenaba los velódromos y estadios

El mallorquín fue un ídolo y uno de los personajes más populares del siglo XX por sus éxitos deportivos

Timoner, en su casa con muchos de los carteles de su época como ciclista profesional

Timoner, en su casa con muchos de los carteles de su época como ciclista profesional / Diario de Mallorca

Guillem Timoner fue un adelantado a su tiempo. El pistard mallorquín, hijo de campesinos, se convirtió en todo un ídolo por sus éxitos en los velódromos y en uno de los personajes más reconocidos y populares del siglo XX. En una época en la que España aún intentaba rehacerse y buscaba visibilidad a nivel internacional, sus victorias le dieron al entonces régimen de Franco una buena dosis publicitaria.

Timoner, fallecido este jueves a los 97 años, entendió desde muy joven que con la bicicleta se podían ganar carreras… y algo más. Si su primer trofeo fue un pollo, tras aquella carrera que venció con solo 13 años en S’Horta comprendió las posibilidades que otorgaba ganar competiciones. Porque el felanitxer, aunque obsesionado con la bici y con las carreras, vio que sobre dos ruedas podía vivir. Eso sí, en sus inicios la inversión fue importante porque competir le costó más dinero del que ganaba.

Carpintero, especializado en la construcción de arados, apostó por la bici desde muy joven. En 1941 le concedieron su primera licencia como ciclista profesional -mintió sobre su edad- y con 18 años se hizo con su primer título de campeón de España. Unos años después acudió al Campeonato del Mundo, en Italia, en una arriesgada apuesta ya que se hizo cargo de todos sus gastos. Incluso, tuvo que ‘pelear’ para que la Federación Española le inscribiera. Fue su primer título mundial.

Y el primero de un ciclismo español que, pese a la afición que había a las dos ruedas, principalmente en las islas, estaba abandonado a su suerte. Tras su triunfo y un homenaje por todo lo alto en Madrid, siendo recibido además por Francisco Franco, su popularidad se desató. En esa recepción quienes le habían negado todo no dudaron en rodearle y aparecer en la foto.

Timoner entendió que además de los éxitos deportivos, también debía cuidar su figura en una época en la que los velódromos colgaban el cartel de ‘no hay entradas’ ante la masiva presencia de aficionados que querían ver de cerca al ídolo, quien se mantuvo en la elite durante tres décadas. Leyenda en la pista, también demostró sus cualidades en la carretera; aunque prefería los velódromos, participó en diversas pruebas, como una en Zaragoza en 1957 en la que venció a figuras de entonces como el mismo campeón del Tour, Federico Martín Bahamontes.

Con el toledano vivió, además, un curiosa carrera en pleno Santiago Bernabéu, el estadio del Real Madrid, en 1959. Se construyeron unos peraltes en los córners y ambos compitieron como si de un velódromo se tratase. Alrededor de 100.000 personas asistieron al espectáculo, una prueba más del poder de convocatoria del ‘mallorquín volador’. El primer deportista mediático español que ya descansa en paz en su querida Felanitx.

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