Ciclismo. Perfil

Guillem Timoner, la primera gran leyenda del deporte mallorquín

Seis veces campeón del mundo de ciclismo en pista, ganó más de 1.500 carreras entre los años 1940 y 1968

Su último título de campeón de España, el vigesimotercero, lo ganó con 58 años de edad

Manuel Fernández

Manuel Fernández

El mundo del deporte llora hoy la muerte de Guillem Timoner (Felanitx, 24 de marzo de 1926), el legendario ciclista mallorquín que dio a conocer la isla al mundo con sus éxitos en los velódromos. Ha fallecido en su casa, a los 97 años de edad, luchando en los últimos años de su vida contra una dura enfermedad. El tanatorio será mañana viernes, de 10:00 a 12:00 horas en el cementerio de la localidad y el funeral se oficiará el próximo lunes a las 20:00 horas en la iglesia del pueblo. Por expreso deseo de la familia, no se decretará día de duelo en Felanitx.

Fue campeón del mundo detrás moto stayer en 1955, 1959, 1960, 1962, 1964 y 1965, mientras que conquistó la plata en 1956 y 1958. Conquistó siete veces el Gran Premio de las Naciones (1959, 1960, 1961, 1962, 1963, 1964, 1965 y 1966), dos el Criterium de Asos (1953 y 1957), el Gran Premi de Mallorca (1963), de Europa (1964), de Amberes (1965) y el Ciutat de Palma (1965), entre otros muchos títulos. En 1968 se retiró del ciclismo profesional y fue seleccionador de ciclismo en pista entre 1971 y 1978.

Timoner da nombre a una calle en su querido Felanitx y al polideportivo del pueblo y fue nombrado hijo ilustre en 1960. Además, en el santuario de Sant Salvador se exhiben sus seis maillots arcoíris que le acreditan como campeón del mundo, joyas del museo que regaló en su día como ofrenda a la Virgen del Puig.

Le tocó vivir la Guerra Civil y la posguerra

Nacido en Felanitx a mediados de los años 20, le tocó vivir de niño la Guerra Civil y en plena adolescencia la posguerra. En una época en la que los ciudadanos buscaban escapar de la miseria como podían, o sabían, Timoner encontró su salida en aquel ‘trasto’ de dos ruedas por el que tanta afición existía en Mallorca y que hizo aparición en la isla por primera vez en 1892: curiosamente, en una carrera que se organizó en Felanitx

Que Timoner se dedicara al ciclismo no es extraño, porque el deporte de las dos ruedas fue el más importante en Mallorca durante los años 30, 40 y 50. De hecho, no había pueblo en la isla que no tuviese un velódromo, anillos que se llenaban de gente cuando se hacían competiciones. Fue el ecosistema perfecto para que surgiera la gran leyenda del ciclismo mallorquín, nacional y mundial.

Seis títulos de campeón del mundo en la prueba de medio fondo y ocho medallas en los Campeonatos del Mundo de Ciclismo en Pista entre los años 1955 y 1965 destacan entre sus éxitos internacionales, logrados cuando ser deportista en España era ser considerado como una ‘rara avis’. Además, fue el seleccionador español en los Juegos Olímpicos de Munich (1972).

Guillem Timoner ganó su primer Campeonato de España en pista el 7 de julio de 1945, en el velódromo de Tortosa. Pero su espíritu competitivo había surgido varios años antes, cuando con solo 13 años ganó su primera carrera: fue en S'Horta, en 1939, ante las protestas de sus cmpetidores antes de la salida, al ver que un niño se enfrentaba a hombres de 19 a 25 años. A partir de su primer gran título nacional su trayectoria fue imparable: ganó seis títulos mundiales tras moto stayer (Milán 1955, Amsterdam 1959, Leipzig 1960, Milán 1962, París 1964 y San Sebastián 1965), y logró dos medallas de plata en los Campeonatos del Mundo de Copenhague (1956) y París (1958).

Más tarde conquistó tres Copas del Mundo (1960, 1963 y 1965). Ganó seis veces el Gran Premio de las Naciones (1959, 1960, 1962, 1963, 1964 y 1966). Y fue hasta 23 veces campeón de España en distintas modalidades, el último de ellos cuando tenía 58 años de edad.

Tuvo como motoristas a Van Higalgen y Meuteneman y formó parte de los equipos Ciclos Minaco, Tomas Sport, Faema e Ignis. En 1983 fichó por el Teka y volvió a la competición profesional como ciclista (1983-1985). En el Campeonato del Mundo de pista que se celebró en Barcelona en 1984, abandonó en las series de repesca para la final.

Timoner ganó más de 1.500 carreras entre los años 1940 y 1968. Y una vez retirado de la competición, siguió participando en pruebas para veteranos. De hecho, en 1995, con 69 años, logró su último título oficial: campeón de Europa en la categoría de Veteranos, con una velocidad media de 37’4 kilómetros por hora en un recorrido de 53’4 kilómetros.

En 1955 ganó su primer título mundial y nació su hija

Su vida siempre giró en torno al ciclismo. La suya y la de su mujer, fallecida en 2021, que siempre le acompañó allá donde fue: Barcelona, Bruselas, París... En el año 55 ganó su primer campeonato del mundo y pocas semanas después nacía su hija, dos hechos muy importantes en su vida, los primeros que siempre mencionaba al repasar su trayectoria.

El día que cumplió 70 años quiso celebrarlo encima de la bicicleta. Fue en el velódromo Andrés Oliver de Algaida, con tarta de regalo incluida, obsequio de Diario de Mallorca, pero ante una afición entregada no pudo cumplir con su objetivo de rodar 100 kilómetros tras moto ya que la Federación de Ciclismo le negó la licencia y, además, el mismo día que iba a correr el alcalde Francisco Antich editó un bando en el que se prohibía la prueba al carecer la instalación de permiso de apertura.

No fue la única adversidad a la que tuvo que hacer frente, ya retirado, y ante la administración. En 1983 Hacienda le reclamó unas cantidades, que Timoner consideraba injustas y no estaba de acuerdo en abonar, y procedió al embargó de sus medallas. «Ahora ya entra en el caso mi amor propio, mi cabezonería. Si no pago quizás vaya a la cárcel... Bueno, iré si hace falta. Será una experiencia más para mí», explicaba en una entrevista a Paco Riutord en Diario de Mallorca.

Tras bajarse de la bici, y antes de volver a intentarlo en los años 80, Guillem Timoner abrió primero una tienda de comestibles en Portocolom y después una de deportes en Felanitx.

Sobre su larga carrera deportiva, Timoner explicó siempre que variaba su rutina. «Dependía de las carreras que tuviera. Cuando me preparaba para un campeonato del mundo, dejaba otras competiciones y me entrenaba tres o cuatro horas cada día», explicaba en 2013 desde su domicilio en Felanitx, en donde había instalado bicicletas estáticas para pedalear mientras veía la tele o, incluso, escribía. En esa época, la enfermedad que le acompañó durante sus últimos años aún no había hecho acto de presencia.