La huella mallorquina de Paco de Lucía, en el décimo aniversario de su muerte

Algunas de las amistades que tuvo en Mallorca recuerdan su ligazón con el guitarrista flamenco, como el hombre que le montó su estudio de grabación, Antoni Noguera; Tomeu Penya, que logró convencerle para una colaboración; su guitarrero, Antonio Morales; o la directora del Festival Paco de Lucía Mallorca, Soledad Bescós

Paco de Lucía, en el jardín de su casa de Son Anglada, se toma un vino con el ebanista Antonio Morales, quien le hizo varias guitarras, como la que tiene entre sus manos, 'La Gran Concierto'

Paco de Lucía, en el jardín de su casa de Son Anglada, se toma un vino con el ebanista Antonio Morales, quien le hizo varias guitarras, como la que tiene entre sus manos, 'La Gran Concierto' / Cedida por Antonio Morales

Paco de Lucía consideró Mallorca «el paraíso». Junto a su mujer Gabriela Canseco pasó en la isla sus últimos y más felices años. «Ya no me muevo más, este es mi lugar», confesó en una tierra donde nació su hijo pequeño y donde se encuentra su casa, en el barrio palmesano de Son Anglada. Con motivo del décimo aniversario de su muerte, el 25 de febrero de 2014, algunas de sus amistades mallorquinas recuerdan la relación que mantuvieron con el genio: el músico que le montó su estudio de grabación, Antoni Noguera; el popular cantautor Tomeu Penya, con el que se entregaba a suculentos manjares y largas tertulias; su guitarrero Antonio Morales; o la directora del Festival Paco de Lucía Mallorca, Soledad Bescós.

Antoni Noguera, su hombre en el estudio de grabación

El músico y productor Antoni Noguera fue uno de los mallorquines que entró en el círculo de amistades de Paco de Lucía. Estuvo con el guitarrista gaditano cinco años, desde 2009 hasta el día de su fallecimiento. Durante ese tiempo le ayudó a montar un estudio de grabación en su casa de Son Anglada (Palma), lo que le permitió descubrir al auténtico genio, en su cotidianidad. «Si en su día a día no había humor y risas, ya no era interesante, y si no era interesante no valía la pena desarrollarlo», afirma Noguera.

«Un amigo en común, muy buen músico, Kiki Maya, me dijo que Paco de Lucía estaba montando un estudio y necesitaba ayuda. Así me presenté en su casa, como el que sabía cómo acabar el estudio, cómo decorarlo, qué puertas poner… Cuando ya nos íbamos le dije: Paco, sé que estás trabajando con este programa de música para el ordenador y yo lo conozco muy bien, si quieres te puedo echar una mano, si quieres grabar algo… Se me quedó mirando y dijo: esto es interesante, vente el lunes (era un viernes) y hablamos. El lunes fui a su casa, me hizo una especie de entrevista, sin serlo, para saber de dónde salía yo, y al cabo de media hora ya estaba dentro. Estuve con él cinco años», recuerda.

Antoni Noguera, músico, productor

Antoni Noguera, músico, productor / Bernardo Arzayus

En aquel tiempo, Paco de Lucía ya se había instalado en Palma, procedente primero de México, donde había vivido cinco años con su esposa Gabriela Canseco, y posteriomente en Toledo. «A mí me dijo que cuando llegaba a Mallorca tras un viaje sentía que llegaba a su casa. Una sensación que no tenía en muchos otros sitios. En la Península la gente se le echaba encima si le veían por la calle, el mallorquín, en cambio, le miraba y agachaba la cabeza, y esto a él le iba muy bien… Y luego el clima, el poder tener el mar al lado, sus amistades, él se relajaba en Palma… Esa sensación de tranquilidad no la tenía en Madrid, ni en México, ni en Toledo, que le agobiaba, le parecía todo muy cerrado, y donde podía encontrarse a unos japoneses haciendo fotos delante de su casa. En Mallorca levantaba la vista y veía las montañas o el mar».

Noguera confiesa que tuvo «una relación especial» con el autor de Entre dos aguas y llegó a convertirse, «seguramente como otras personas de la isla», en alguien con el que él «podía contar» siempre, a todas horas. «Han pasado muchos años pero yo cada semana le escucho en mi cabeza, algún comentario o incluso me pregunto: ahora qué me diría Paco de esto o qué pensaría de esto otro que ahora sale por las noticias. Era de lo que hablábamos cuando estábamos juntos», asegura.

Antoni Noguera, músico y productor: "Paco de Lucía tenía un sentido del humor más allá de lo habitual"

Bernardo Arzayus

«Mi trabajo era facilitarle todo lo relacionado dentro del estudio», subraya Noguera, quien tuvo la suerte de encontrarse con un Paco de Lucía que en esta etapa de su vida pensaba mucho en el tiempo. «Por primera vez creo que tengo que darme prisa y quedarme más tiempo en casa y dedicarme a componer, que es en definitiva lo que va a quedar. Los conciertos se los lleva el aire», había declarado en una entrevista el guitarrista.

«Una cosa que le propuse y que él nunca había hecho y le gustó mucho fue una especie de catalogación de todas sus guitarras. Tenía muchas y decidimos escucharlas todas, una a una, grabarlas, para ver qué nos daba cada una. Cosas como estas a Paco le apetecían mucho», señala Noguera, quien también trabajó con el maestro en la grabación del concierto que realizó con Wynton Marsalis en el Festival Internacional de Jazz de Vitoria. «Me llamaba a las doce de la noche, ¿te vienes?, me decía. ¿Para qué?, le pedía yo. Vente y me ayudarás a una cosa. Y ahí llegaba yo a su casa, a las once y media de la noche, para acabar de grabar algo, y nos daban las dos, las tres, las cuatro de la madrugada».

El productor mallorquín también tuvo el privilegio de ver a Paco de Lucía antes de un concierto, en el camerino, algo de lo que muy pocos pueden presumir. Fue en Miami, ciudad a la que la leyenda del flamenco decidió llevarse a Noguera. «Estar con alguien de confianza, cercano, le daba tranquilidad. Él me lo decía: incluso a día de hoy todavía me pongo nervioso antes de una actuación. Recuerdo estar en el escenario, anunciar su nombre y notar una ola de calor, la del público».

Paco de Lucía y Antoni Noguera, entregados a la construcción de un estudio de grabación en su casa de Son Anglada

Paco de Lucía y Antoni Noguera, entregados a la construcción de un estudio de grabación en su casa de Son Anglada / DM

Fuera del escenario, Paco era una persona «de lo más natural», con un gran sentido del humor. «Si en su vida cotidiana no había humor y risas, ya no era interesante, y si no era interesante no valía la pena desarrollarlo. A cualquier cosa le sacaba punta humorísticamente hablando. Se decía que al flamenco le faltaba seriedad y para mí, una de sus misiones fue que el flamenco tuviese la seriedad que se merecía. Y él fue un embajador de esto. Por eso cuando lo ves con la guitarra transmite esa imagen de seriedad, porque el flamenco era muy serio para él. Se tomaba muy en serio lo que hacía».

Su guitarrero en la isla

Antonio Morales Nogués, nacido en Monesterio (Badajoz) y afincado en Mallorca desde 1970, galardonado con la Medalla de oro de Palma en 2016, conoció a Paco de Lucía como ebanista. La llamada de la madera la había sentido siendo un niño —«nadie en mi familia lo hacía pero toda mi vida he tenido claro que quería ser ebanista, guitarrero, o luthier, como algunos le llaman»— y al llegar a la isla se entregó a ella, primero en Establiments y posteriormente en la palmesana calle de Hort de Torrella, donde tenía su taller el luthier George M. Bowden, con el que se inició en la construcción de guitarras. «Cuando entré en su taller y empezó a hablarme de proporciones, de número áureo, frecuencias y vibraciones, descubrí mi camino», ha confesado. 

Conocer e intimar con ilustres como Bowden o Gabriel Rosales «me llevaron a tener la preparación necesaria para codearme con un genio universal como Paco de Lucía, para estar preparado para sus exigencias, porque su nivel de exigencia era bestial».

Morales entró en el club de Paco de Lucía como ebanista, tenía que aclararle una serie de dudas con unas puertas. «La tercera vez que me vio, Paco me dijo: me han dicho que tu haces guitarras. ¿Qué tal son?, me preguntó. No están mal, le respondí. ¿Por qué no me traes una?, me soltó». 

Antonio Morales, en su taller, donde construyó varias guitarras para Paco de Lucía

Antonio Morales, en su taller, donde construyó varias guitarras para Paco de Lucía / Bernardo Arzayus

Con el tiempo, Morales acabó convirtiéndose en su guitarrero de confianza en Mallorca: «Le hice la Gran Concierto, la de la foto en el jardín de su casa; una réplica de una Marcelo Barbero de 1954 que le hacía mucha ilusión, que es la que sale en la portada de Canción andaluza (disco publicado en 2014); otra que le llamamos El Serrucho; y otra con la que también estaba muy ilusionado con ella: la Home Studio, algo nuevo que le habían enseñado en Madrid, con un estudio de grabación incorporado», señala Antonio Morales.

Hubo una más, La Maestro, la última guitarra de Paco de Lucía, referente a nivel mundial, un instrumento que tiene su propia película (La guitarra vuela. Soñando a Paco de Lucía) y que ha volado de mano en mano, de las de Carlinhos Brown, Alain Pérez, Tomatito, Diego del Morao o Caetano Veloso hasta las de Alejandro Sanz, a quien la viuda del dios de las seis cuerdas, Gabriela Canseco, decidió regalársela.  

Antonio Morales, guitarrero de Paco de Lucía: "Paco era humilde y cercano, transmitía cariño"

Bernardo Arzayus

«Paco era lo suficientemente inteligente como para no decirle a un guitarrero qué ha de hacer. Pero sí que te decía lo que espera de la guitarra en esta etapa especial de su vida, porque fue cambiando a lo largo de los años. Y en esta etapa las sensaciones de flexibilidad, de profundidad de los graves, las tensiones en las primeras cuerdas, que no fuera muy rígida pero tampoco blandas para cuando picaba, la afinación, el equilibrio… había un montón de detalles… Paco era muy exigente. Hablábamos de ellas, de las que tenía y de las le iba haciendo, y las analizábamos, sobre todo las sensaciones y el tipo de sonido. En teoría La Maestro era el resultado del conocimiento de todos esos años de colaboración. Nunca llegó a tocarla. Estaba preparada para cuando llegara de México. De hecho el día antes de su muerte estuvimos hablando… Me duele mucho. Fueron unas fechas muy tristes», recuerda Morales sobre aquel fatídico 25 de febrero.  

En su taller, Paco de Lucía «aun está presente. En los moldes, en las plantillas, está su huella, su nombre. En el taller no hablamos en pasado de él», aclara su amigo Morales.

«De Paco había muchas cosas que me sorprendieron. Por un lado, su humildad y su cercanía, es un hombre que te transmitía un cariño con el que te sorprendía, porque nunca se las dio de nada. Si tenías la suerte de estar dentro de su círculo descubrías a una persona maravillosa», subraya. 

Los melones de Tomeu Penya

«La nuestra fue una amistad verdadera, nació como una casualidad y luego se convirtió en algo muy grande», afirma Tomeu Penya. El músico de Vilafranca le conoció en una possessió de Felanitx, Son Valls, en el transcurso de una comida con un grupo de amigos. «Vendrá Paco de Lucía, me dijo mi amigo Bernat. Cuando llegó Paco las rodillas me temblaban. Pero fue tan fácil hacernos amigos, que a partir de ahí cada domingo seguimos viéndonos, para contarnos la vida, hablar de música, de fútbol, de todo. Como un niño, yo esperaba que llegara el domingo para comer con él y escucharle», asegura.

El arròs brut, el frit de matances, el vino y el champán nunca faltaban en esos encuentros culinarios, donde siempre reinaban las risas. «Paco era el tío más divertido del mundo, y también era muy cercano. Los chistes venían solos. En las conversaciones siempre acabábamos riendo y no bebidos, sino bien bebidos. Nadie iba borracho, ni mucho menos».

En una de aquellas comidas, porque Paco «sabía escuchar, no porque él fuera un dios se ponía a la altura de un dios, sino a tu altura», Tomeu Penya le propuso una idea que acabaría siendo una página brillante la discografía del músico mallorquín. «Yo le pedí, medio en broma: Paco, para que tú intervengas en una canción mía, ¿con quién me pongo en contacto? Ya sé que esto vale mucho dinero. Y me contesta: conmigo. Pues dime qué te tengo que pagar. Media docena de melones de Vilafranca, me dijo. Así que me fui a buscar los mejores melones».

aco de Lucía, Pere Ferriol y Tomeu Penya, durante una de las comidas que hacía con sus amigos por la geografía mallorquina

aco de Lucía, Pere Ferriol y Tomeu Penya, durante una de las comidas que hacía con sus amigos por la geografía mallorquina / DM

Aquella canción es Paraules que s’endú es vent y se publicó en el disco homónimo de Tomeu Penya publicado en 2008. «Le di a elegir entre dos temas, y se decantó por esta. La otra no la he escuchado, me confesó. Éramos muy sinceros», aclara. «Tolo Servera y yo hicimos las guitarras acústica y Paco, la suya, la española. Cuando oyes su guitarra es algo de otro mundo. Cuando él suena, todo cambia, tiene una magia, un duende que diría él. Grabó su parte en su casa, me lo trajo todo hecho. Aun estoy alucinando con lo que hizo, con su intervención cambió la canción de arriba a abajo».

La admiración de Tomeu Penya por el mejor guitarrista flamenco de todos los tiempos venía de lejos. «Cuando tenía poco más de 20 años yo ya estaba totalmente enamorado de sus canciones. Recuerdo haberle visto en Copenhague, con John McLaughlin y Al Di Meola. Allí fue cuando quedé atrapado por Paco de Lucía. Yo me esperaba un milagro, pero fueron tantos los milagros que ocurrieron en aquel concierto. Sabía que era el mejor del mundo pero no con tanta diferencia en el directo. Como persona, enamoraba, y como músico superaba mi imaginación». 

Tomeu Penya, en su pueblo natal, Vilafranca

Tomeu Penya, en su pueblo natal, Vilafranca / Bernardo Arzayus

El día de su adiós, Tomeu se quedó mudo, hundido, tocado: «Me llamó la madre de mi hija y me preguntó: ¿sabías que Paco de Lucía se ha muerto? No lo podía entender. No es posible, me repetía una y otra vez. Paco tenía que vivir eternamente. Tardé mucho tiempo en asimilar que había muerto. Yo me consideraba un amigo suyo del alma».

Tomeu Penya: “Tuve que tomarme dos copitas de vino para pedirle a Paco de Lucía que grabara una canción conmigo”

Bernardo Arzayus

Mallorca flamenca

Paco de Lucía, después de muerto, sigue abriendo puertas, despertando inquietudes, generando aplausos. Gracias a él Mallorca ya figura en el mapa del flamenco. Este año se celebra la tercera edición del Festival Paco de Lucía, Palma Flamenca, una cita que cuenta con muchos pretendientes y que siguen con mucha atención los familiares de Paco de Lucía, entre ellos su hija Antonia Sánchez Canseco.

Paco de Lucía y su hija Antonia, en Mallorca

Paco de Lucía y su hija Antonia, en Mallorca / Cedida por la familia de Paco de Lucía

«Me envían bastantes propuestas para el festival. No todas encajan porque el concepto se basa en que sea un festival joven, normalmente con artistas menores de 40 años, pero siempre con alguna excepción, con cierta flexibilidad, por ejemplo con gente que ha tenido mucha relación con Paco de Lucía o con la familia, como es el caso de Estrella Morente o Miguel Poveda, que actuará el 8 de marzo en el Teatre Principal de Palma (entradas agotadas). Todos actúan con muchísimo cariño y están orgullosos de participar en un festival con el nombre de Paco, son muy generosos con el festival», subraya Soledad Bescós, su fundadora y directora.  

«En sus actuaciones, casi todos expresan en el escenario que notan el aura de Paco de Lucía, ninguno deja de mencionarlo. Todos los artistas que han venido hasta ahora han mencionado la conexión que tienen sobre el escenario con Paco», insiste.

La directora del Festival Paco de Lucía Mallorca, Soledad Bescós, en el centro, con Paco de Lucía y unas amigas en el Auditorium, donde dio su última actuación

La directora del Festival Paco de Lucía Mallorca, Soledad Bescós, en el centro, con Paco de Lucía y unas amigas en el Auditorium, donde dio su última actuación / DM

Soledad Bescós, buena amiga de Gabriela Canseco, recuerda que Paco de Lucía «adoraba» Mallorca, que «fue el lugar donde más disfrutó de vivir, donde encontró su casa, su estudio y la paz que necesitaba. Me pareció algo increíble y muy bonito para una ciudad como Palma crear un festival como el nuestro. Un festival que siempre ha sido a beneficio de la Fundación Paco de Lucía», y que persiguen un mismo fin: contribuir a expandir su legado y la importancia del flamenco por su prestigio y universalidad.

Soledad Bescós, directora y fundadora del Festival Paco de Lucía Mallorca

Soledad Bescós, directora y fundadora del Festival Paco de Lucía Mallorca / Bernardo Arzayus

«Convertir mi idea original en un festival fue una gran satisfacción. Cuando se lo propuse a Antoni Noguera [regidor de Cultura en aquel momento] enseguida me dijo que «sí», tuvo la visión de darse cuenta de que era importante para la ciudad. Tanto el alcalde de Palma, Jaime Martínez, como el regidor de Cultura, Javier Bonet, continúan el apoyo institucional al Festival Paco de Lucía con la idea de que se convierta cada año más en un referente que se identifique con la ciudad de Palma dentro del panorama cultural internacional. El Consell, por su parte, apoya el festival de igual manera desde la primera edición».

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