Antoni Noguera, el mallorquín que le montó el estudio a Paco de Lucía: "Todavía le escucho en mi cabeza"

En el décimo aniversario de la muerte del genial guitarrista, el músico y productor palmesano recuerda cómo conoció al autor de 'Entre dos aguas', dueño de un gran sentido del humor

Antoni Noguera, músico y productor: "Paco de Lucía tenía un sentido del humor más allá de lo habitual"

Bernardo Arzayus

El músico y productor Antoni Noguera fue uno de los mallorquines que entró en el círculo de amistades de Paco de Lucía. Estuvo con el artista gaditano cinco años, desde 2009 hasta el día de su muerte, el 25 de febrero de 2014. Durante ese tiempo le ayudó a montar un estudio de grabación en su casa de Son Anglada (Palma), lo que le permitió descubrir al auténtico genio, en su cotidianidad. “Si en su día a día no había humor y risas, ya no era interesante, y si no era interesante no valía la pena desarrollarlo”, afirma Noguera.

El primer encuentro

“Un amigo en común, muy buen músico, Kiki Maya, me dijo que Paco de Lucía estaba montando un estudio y necesitaba ayuda. Así me presenté en su casa, como el que sabía cómo acabar el estudio, cómo decorarlo, qué puertas poner… Cuando ya nos íbamos le dije: Paco, sé que estás trabajando con este programa de música para el ordenador y yo lo conozco muy bien, si quieres te puedo echar una mano, si quieres grabar algo… Se me quedó mirando y dijo: “Esto es interesante, vente el lunes (era un viernes) y hablamos”. El lunes fui a su casa, me hizo una especie de entrevista, sin serlo, para saber de dónde salía yo, y al cabo de media hora ya estaba dentro. Estuve con él cinco años”, recuerda.

Paco de Lucía y Antoni Noguera, en Son Anglada, en la casa donde el genial guitarrista montó un estudio de grabación

Paco de Lucía y Antoni Noguera, en Son Anglada, en la casa donde el genial guitarrista montó un estudio de grabación / .

En aquel tiempo, Paco de Lucía ya se había instalado en Palma, procedente primero de México, donde había vivido cinco años con su esposa Gabriela Canseco, y posteriomente en Toledo. “A mí me dijo que cuando llegaba a Mallorca tras un viaje sentía que llegaba a su casa. Una sensación que no tenía en muchos otros sitios. En la Península la gente se le echaba encima si le veían por la calle, el mallorquín, en cambio, le miraba y agachaba la cabeza, y esto a él le iba muy bien… Y luego el clima, el poder tener el mar al lado, sus amistades, él se relajaba en Palma… Esa sensación de tranquilidad no la tenía en Madrid, ni en México, ni en Toledo, que le agobiaba, le parecía todo muy cerrado, y donde podía encontrarse a unos japoneses haciendo fotos delante de su casa. En Mallorca levantaba la vista y veía las montañas o el mar”.

Todavía le escucha

Noguera confiesa que tuvo “una relación especial” con el autor de Entre dos aguas y llegó a convertirse, “seguramente como otras personas de la isla”, en alguien con el que él “podía contar” siempre, a todas horas. “Han pasado muchos años pero yo cada semana le escucho en mi cabeza, algún comentario o incluso me pregunto: ahora qué me diría Paco de esto o qué pensaría de esto otro que ahora sale por las noticias. Era de lo que hablábamos cuando estábamos juntos”, asegura.

Mi trabajo era facilitarle todo lo relacionado dentro del estudio”, subraya Noguera, quien tuvo la suerte de encontrarse con un Paco de Lucía que en esta etapa de su vida pensaba mucho en el tiempo. “Por primera vez creo que tengo que darme prisa y quedarme más tiempo en casa y dedicarme a componer, que es en definitiva lo que va a quedar. Los conciertos se los lleva el aire”, había declarado en una entrevista el guitarrista.

Antoni Noguera, músico y productor

Antoni Noguera, músico y productor / Bernardo Arzayus

“Una cosa que le propuse y que él nunca había hecho y le gusto mucho fue una especie de catalogación de todas sus guitarras. Tenía muchas y decidimos escucharlas todas, una a una, grabarlas, para ver qué nos daba cada una. Cosas como estas a Paco le apetecían mucho”, señala Noguera, quien también trabajó con el maestro en la grabación del concierto que realizó con Wynton Marsalis en el Festival Internacional de Jazz de Vitoria. “Me llamaba a las doce de la noche, ¿Te vienes?, me decía. ¿Para qué?, le pedía yo. Vente y me ayudarás a una cosa. Y ahí llegaba yo a su casa, a las once y media de la noche, para acabar de grabar algo, y nos daban las dos, las tres, las cuatro de la madrugada”

Nervios y humor

El productor mallorquín también tuvo el privilegio de ver a Paco de Lucía antes de un concierto, en el camerino, algo de lo que muy pocos pueden presumir. Fue en Miami, ciudad a la que la leyenda del flamenco decidió llevarse a Noguera. “Estar con alguien de confianza, cercano, le daba tranquilidad. Él me lo decía: incluso a día de hoy todavía me pongo nervioso antes de una actuación. Recuerdo estar en el escenario, anunciar su nombre y notar una ola de calor, la del público”.

Fuera del escenario, Paco era una persona “de lo más natural”, con un gran sentido del humor. “Si en su vida cotidiana no había humor y risas, ya no era interesante, y si no era interesante no valía la pena desarrollarlo. A cualquier cosa le sacaba punta humorísticamente hablando. Se decía que al flamenco le faltaba seriedad y para mí, una de sus misiones fue que el flamenco tuviese la seriedad que se merecía. Y él fue un embajador de esto. Por eso cuando lo ves con la guitarra transmite esa imagen de seriedad, porque el flamenco era muy serio para él. Se tomaba muy en serio lo que hacía”.

Paco de Lucía, en su casa mallorquina

Paco de Lucía, en su casa mallorquina / .