Entrevista |

Mª Dolores de la Puerta, especialista en microbiota: «Sentimos igual con la tripa que con el cerebro»

Esta doctora impartirá, junto a la neurocientífica Nazareth Castellanos, un taller sobre la microbiota intestinal y el estilo de vida, este sábado por la tarde, en Espai Buit

MARIA DOLORES DE LA PUERTA, DOCTORA Y AUTORA DEL LIBRO 'UN INTESTINO FELIZ'.

MARIA DOLORES DE LA PUERTA, DOCTORA Y AUTORA DEL LIBRO 'UN INTESTINO FELIZ'. / L. O.

Montse Terrasa

Montse Terrasa

La doctora María Dolores de la Puerta se especializó en microbiota intestinal hace más de 20 años y es autora del libro Un intestino feliz. Este sábado, 3 de febrero, por la tarde estará en el Espai Buit de Palma, junto a la neurocientífica Nazareth Castellanos, para impartir un taller sobre esta cuestión y el estilo de vida.

¿Por qué es tan importante la microbiota?

La microbiota es salud con mayúsculas, no solo salud intestinal, es salud a nivel del organismo completo, porque la actividad normal de la microbiota tiene impacto sobre el sistema inmunitario, el sistema endocrino, el metabolismo, el sistema nervioso, el eje intestino-cerebro. La microbiota interactúa de muchas formas con todo nuestro cuerpo, no solo con el digestivo, que es donde se aloja.

Incide en que juega un papel en nuestra felicidad...

La microbiota modula la producción de sustancias, de moléculas, de neurotransmisores y de ácidos grasos de cadena corta, pero sobre todo de neurotransmisores, que son las sustancias que hablan directamente con nuestras neuronas. Entonces, determinado patrón de neurotransmisores genera sensaciones de felicidad, de motivación, de alegría, de satisfacción y otro patrón, otros neurotransmisores, genera situaciones más de tristeza, sensaciones de miedo, de angustia. Lo que hay que intentar es favorecer la estabilidad de la microbiota para que las moléculas, las sustancias que produzca el ecosistema, sean dentro de las normales, las que nos hacen sentirnos bien.

¿De qué manera podemos potenciar esa felicidad?

En el último capítulo del libro explico un poco todas las herramientas que tenemos con el estilo de vida para mejorar nuestra microbiota: la alimentación, el ejercicio, el control de estrés, los buenos hábitos y el buen patrón de sueño, el respeto por los ritmos circadianos... Todo eso son circunstancias, sobre todo el ejercicio y la alimentación, que condicionan nuestra microbiota.

Alimentos recomendados

¿Podríamos hablar de alimentos determinados que nos puedan hacer sentir más felices?

Sí, claro que sí. La serotonina es la hormona de la felicidad por excelencia. El 90% de nuestra serotonina se produce en el intestino, señalizada esa producción de serotonina por las bacterias. Para poder producir serotonina necesito un aminoácido que se llama triptófano. El triptófano es un aminoácido esencial, eso significa que nuestro cuerpo no puede producirlo, lo necesitamos comer. En la dieta de la felicidad pongo el ejemplo de todos los alimentos que podemos comer que son ricos en triptófano. Y son alimentos bastante habituales: el huevo, las carnes blancas, pescados azules, algunos frutos secos, el plátano, los lácteos, el aguacate, el cacao...

Cada vez más se habla del estómago como el segundo cerebro...

Yo apunto muchas veces que es el primero. La célula principal del cerebro, del sistema nervioso central, se llama neurona. Esas neuronas las tenemos en el cerebro, las tenemos en la médula espinal y las tenemos también en la tripa. En el intestino hay neuronas exactamente iguales que las del cerebro. El conjunto de neuronas que tenemos en la tripa se llama sistema nervioso entérico. El sistema nervioso entérico y el sistema nervioso central se comunican en tiempo real de muchas formas. Directamente a través del nervio vago, que comunica el cerebro con todos los órganos del abdomen, incluido el intestino. Es un nervio sensitivo y es el que permite al cerebro percibir sensaciones, sentimientos y permite al intestino de igual forma percibir sensaciones y sentimientos. Nosotros sentimos igual con la tripa que con el cerebro. De hecho, es bastante natural esa sensación de tengo miedo y se me cierra el estómago.

Sí, o el dolor de barriga…

O me he enamorado y tengo mariposas en la tripa. Pues todas esas son sensaciones, sentimientos, pensamientos centrales que tienen un foco de expresión a nivel del intestino.

A veces, nuestro cuerpo nos pide alimentos que no son los más sanos...

Ahí hay un componente emocional de ansiedad que es más potente que la microbiota. La microbiota nunca va a pedir ese tipo de alimentación. Casi la sufre más que la pide.

Siempre se nos ha dicho que hay que comer bien para estar sanos físicamente, pero nunca se había incidido tanto en la salud mental.

Nadie está bien físicamente si mentalmente no está bien. La salud es un todo de cuerpo y mente, no es solamente los riñones y el hígado.

Detectar una microbiota desordenada

¿Hay señales de alarma que nos indiquen que debemos cuidar nuestra microbiota? 

Sí, una microbiota desordenada se manifiesta de muchas formas. La parte neuroafectiva puede ser un camino, pero en la historia clínica yo hablo de digestiones pesadas, gases, distensión abdominal, alternancia de ciclos, diarrea, estreñimiento. Un problema de microbiota puede significar eccemas, sequedad, picores... Puede significar migraña y podría significar fatiga, fatiga física, fatiga psíquica. Hay un gran espectro. Si la microbiota se desordena, el impacto clínico no tiene por qué ser solo digestivo, puede tener un impacto clínico en otros órganos y sistemas del cuerpo, incluido el sistema nervioso, claro.

¿Y ponerle remedio es fácil? 

El tratamiento para reordenar la microbiota intestinal depende del estilo de vida del paciente. Cuando le pongo tratamiento a un paciente le digo: este tratamiento tiene dos partes, la tuya y la mía. Yo tengo que entender qué te está pasando y darte el tratamiento para reordenar tu microbiota. Lo que es importante para el paciente es resetear el estilo de vida que le ha llevado a esa microbiota desordenada. Al paciente le doy pautas de alimentación, de ejercicio, de sueño, de respeto por los ritmos circadianos, por los horarios, técnicas de control de estrés... Todo eso forma parte del tratamiento exactamente igual que si le digo que tiene que tomar un probiótico, prebiótico, aminoácido o ácido graso. Todo es igual de importante en el tratamiento, el estilo de vida y la suplementación en sí misma

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