Joan Miquel Oliver: "En Baleares vivimos un ‘apartheid’ lingüístico, ya son muchos los que no entienden el catalán para que ahora añadan más»

‘Electronic Devices’ es el nuevo trabajo en solitario del líder de Antònia Font, diez canciones que se mueven entre el pop y la electrónica. Se podrán escuchar en directo este sábado, en Porreres, en el marco del Fona Fall Fest, ejecutadas por un cuarteto, en el arranque de una gira que continuará por Barcelona, Valencia y Londres

Joan Miquel Oliver, en la plaça del Pes de sa Palla, en Palma

Joan Miquel Oliver, en la plaça del Pes de sa Palla, en Palma / B.RAMON

Séptimo disco en solitario, ‘Electronic Devices’, el primero con nuevas canciones tras el regreso de Antònia Font. Otra muestra de prolificidad. ¿Trabaja las 24 horas del día? 

No, estoy de guardia las 24 horas del día. Nunca sabes en qué momento saldrá la canción y has de estar preparado para apuntar y no se te olvide la imagen. Cuando te viene una idea necesitas un tiempo de trabajo para entender la imagen, proyectar la canción y todo eso. Y claro, si eso te pilla a las dos de la madrugada y te da pereza y lo dejas, a la mañana siguiente se te ha olvidado. Ahí igual pierdes la oportunidad de escribir una buena canción. Yo siempre tengo el cuaderno junto a mi cama, grabo ideas con el teléfono móvil… Hace muchos años presenté un libro de poemas al Art Jove, y una chica del jurado explicó que tuvo que dejar de escribir porque no podía dormir. Yo le dije que en mi caso dejé de dormir. 

Este sábado estrena el álbum en el Auditorio Municipal de Porreres. ¿Qué ‘feelings’ siente ante este concierto?

Un puntito de miedo. Cuanto más lejos de casa tocas, más fácil es. En diciembre tengo un bolo en Londres y estoy seguro de que haré un buen concierto. Los más difíciles son los que haces cerca de casa, porque está tu familia, la de tus músicos, tus amigos… Cuando estás encima del escenario eres un personaje, necesitas serlo, porque lo fácil es ser otro, el personaje que anida en tus canciones. Lo más difícil es ser tú mismo. Y cuando hay mucha gente que te conoce resulta muy difícil meterte en el personaje. 

¿Quién le acompañará?

El batería Xarly Oliver y el teclista de Antònia Font, Jaume Manresa, que me acompañan desde hace siete u ocho años, con el añadido de Stefania Lusini, la cantante y coautora de Siento feelings. Ella es bajista. Hasta ahora decíamos que teníamos el power trio, y ahora hemos cambiado el formato, pasando a ser el power plus. El plus es Stefi, que tiene un grupo de punk llamado Sandré. Es muy cañera, tiene mucho groove, mucho sentido del ritmo… ¡es un fichaje estrella!

Al margen de Porreres su agenda también tiene otras fechas señaladas: el 25 de noviembre en Razzmatazz dentro del Cruïlla Tardor, al día siguiente en el Loco Club de Valencia y el 8 de diciembre en la sala Nell’s de Londres. ¿Por qué se prodiga tan poco más allá de las tierras de habla catalana?

Nunca he tocado en Londres. Con Antònia Font hemos estado en Berlín, Fráncfort, Bruselas… Lo más lejos que he tocado yo en solitario ha sido en Madrid, o Málaga, porque no despierto suficiente interés. La música catalana, fuera de su territorio, no despierta mucho interés. A veces parece que los catalanocantantes tenemos un prejuicio, cuando es todo lo contrario. Yo voy allí donde me llamen. Lo que pasa es que existe un sentimiento anticatalanista en España, y eso hace que los promotores a veces tengan miedo de programar cantantes catalanes, para no recibir críticas. Eso es una realidad. No es que nosotros seamos unos provincianos con prejuicios. Siempre que he tocado en Madrid, y lo he hecho veinte o treinta veces, siempre me he encontrado a mi público, a la gente que me quiere, nunca he tenido un conflicto, pero es cierto que la demanda es muy residual. 

Me habla de anticatalanismo y me vienen a la cabeza los insultos de las protestas de Madrid, contra Puigdemont, los independentistas, el pueblo catalán.

Bueno, nosotros también tenemos aquí nuestro propio capítulo, con la segregación, con el apartheid que quieren hacer de la línea catalana y la castellana. Algo que me parece absolutamente absurdo y equivocado. A los niños que se metan en la línea castellana lo único que les estás haciendo es privarles de aprender catalán. Es decir, los niños de la línea castellana aprenderán lo mismo que los de la línea catalana, menos el catalán. Esto vulnera nuestros derechos lingüísticos, porque en una sociedad dentro de la cual el catalán no se entiende, tú no eres libre. A mí me da igual lo que hablen los demás, no tengo ningún problema con el bilingüismo pasivo, habla en la lengua que quieras pero déjame hablar catalán. Y para yo poder hablar en catalán necesito que los otros me entiendan. Ya hay suficiente gente en Balears que no entiende el catalán para que encima ahora quieran añadir a más.  

Joan Miquel Oliver, en el transcurso de esta entrevista

Joan Miquel Oliver, en el transcurso de esta entrevista / B.RAMON

En ‘Electronic Devices’ se canta hasta en cuatro lenguas, una de ellas en inglés. Seguro que conecta con el público británico.

Se puede escuchar el catalán, el castellano, el italiano y el inglés, pero en inglés solo hay una palabra (risas). Con mi proyecto en solitario, no tanto con Antònia Font, la parte instrumental es muy importante. Xarly improvisa mucho, es casi más un percusionista que un batería, Jaume Manresa vía libre… En Antònia Font las canciones están más encasilladas, Pau Debon no toca un instrumento y por lo tanto no puede conducir un concierto, está limitado en lo que es la estructura de la canción. Con mi proyecto, al ser yo el cantante y el compositor, puedo estirar una canción, puedo repetir una estrofa, dejarme trozos de la letra, todo esto lo improvisamos. Es verdad que para alguien que no conoce el repertorio, el concierto de mi proyecto en solitario tiene un cierto interés si te gusta la música. No hace falta conocer las canciones, solo por la parte instrumental procuro que tenga un atractivo. 

«Robot Mayordomo, ni duermo ni como», una frase que no deja de resonar en mi cerebro, la banda sonora de la explotación laboral.

Tengo frases punk de este tipo que las voy apuntando, y tengo unas cuantas ya, como «gracias por pararte que no se para nadie» (risas). Igual hace diez o quince años que se me ocurrió esta frase, la de «Robot mayordomo, ni duermo ni como». Pero a mí cantar en castellano no es algo que me haga especial ilusión. Tengo cosas, eh, como «no me das miedo Carmen Consuelo» o «cariño no te diré cómo me llamo, cariño soy tu mujer y tú eres mi amo». Robot mayordomo la quise cantar con Stefi, que canta en castellano con acento italiano. Es un tema que sí, que habla de los abusos de las clases poderosas. En el videoclip aparecen Jaume y Xarly, que son los señores de la fiesta, y ahí sale el mayordomo súper puteado. Es esa idea de comprar personas. Con un criado no compras la persona pero sí su trabajo, y no un trabajo cualquiera, tu eres dentista y él te limpia el váter. Mi padre era electricista, del aeropuerto, y yo siempre me he tomado la música más que como una profesión artística, como un oficio, mi manera de ganarme la vida. El primer concierto que hice con 16 años ya cobré. Mi idea de que la música es una profesión, y del respeto que se ha tener al público, todo esto lo he aprendido de mi casa, de mi padre y de mi madre, que era modista, pero cuando tuvo tres hijos, Margalida, yo y mi hermano Jaume, tuvo que dejar de trabajar. Éramos la típica familia con un Seat 127, de padre electricista y madre ama de casa. Yo vengo de ahí, y me ha dado siempre mucha rabia esta actitud de la desigualdad, sobre todo la desigualdad entre los señores y los criados. 

¿Es ‘Electronic Devices’ su disco con más canciones de amor?

Pues sí. Las canciones de amor siempre se las había hecho cantar a Pau Debon, para despersonalizar, pero llega un momento en el que dices: qué más da, al final las canciones son una mezcla de lo que has vivido, de lo que te inventas, lo que te imaginas, de lo que te gustaría vivir… Nadie piensa que aquellas canciones son tu autobiografía explicada. Así que dije: bah. Me hacía ganas escribir estas canciones y así lo hice.

Canciones como 'Bisturí'. ¿Alguna vez ha sentido pudor, cierto rubor a la hora de desnudarse sentimentalmente?

Sí, pero vale la pena. Tienes una canción guapa y dices, me da un poco de palo cantar esto. Así que si la canción te gusta, tiramillas. Cantar en primera persona me puede dar un poco de palo pero vale la pena. Cuesta desnudarse pero la canción lo paga. 

Se ha dicho muchas veces que las grandes canciones de amor nacen desde el dolor. 

No es ninguna tontería. Cuando uno está contento no se encierra en un cuarto con una guitarra a oscuras a escribir canciones. Prefieres estar tomando vermús en una terraza. Las canciones, para el que las escribe, no dejan de ser un poco terapéuticas. ¿Por qué el 95 por ciento de las canciones del pop son de amor? Porque todo el mundo lo entiende, todo el mundo lo ha vivido. Si tú dices «tu i jo som dos amants perfectes per alienes circumstàncies separats», los 8.000 millones de habitantes de la Tierra saben de lo que hablas. Les hablas de algo que conocen, por eso conectas con ellos, porque verbalizas sentimientos abstractos, ocultos, que ellos quizá no han sido capaces de verbalizar, porque no es fácil poner todo eso en cuatro versos. 

¿Ve con buenos ojos la irrupción de la Inteligencia Artificial?

Fui víctima de un experimento. Magí Garcías, pianista, tiene un pódcast de inteligencia artificial y música. Me invitaron, cogimos una de las series dodecafónicas de Aventures de la nota La, la metimos en la inteligencia artificial (IA) y, con una serie de normas que expliqué a aquella máquina, ésta compuso un tema. Cuando me preguntaron qué me había parecido dije que, bueno, es como un alumno que hace lo que le has dicho. Y ya está. Era como si le hubieras dado a un niño de 12 años unas normas para escribir una pieza dodecafónica de un minuto. La IA es en estos momentos un niño de 12 años que está aprendiendo, pero cuando tenga 50, que la IA igual logra eso en solo dos años, quizá sea un gran compositor. 

¿The Beatles la ha usado para terminar su última canción, 'Now and Then'. ¿Le ha gustado?

No la he escuchado, no me apetece. No he escuchado las canciones de los Beatles suyas, solo cuando voy a un bar y suenan de fondo. La única que conozco de ellos es Twist and Shout, porque mi padre tenía el single. Si no me interesan los Beatles cómo tiene que interesarme una máquina. 

¿Sigue pensando en irse a vivir a Lleida?

Esa canción, Me’n vaig a viure a Lleida, la escribí por el 1 de octubre de 2017. Aquel día yo estaba en Barcelona, tenía un concierto matinal infantil que tuvo que suspenderse después de que pusiéramos la tele y viéramos las hostias. Pasados los días, Jaume Roigel, el ceramista, que por entonces vivía enfrente de mi estudio de Santa Clara, me dijo: «tio, me’n vaig a viure a Lleida». Lo más lejos que puedes irte sin salir de Catalunya es a Lleida. Ahora, con estos nazis que salen cada día a la calle a dar caña, y con los inconscientes que hay en las instituciones… El PP ha pactado con Vox por interés, y ahora se come las consecuencias de ese pacto. Lo que pasa con el catalán es muy grave. En Mallorca ahora mismo no se oye prácticamente hablar en catalán. En Palma, cuando hablas en catalán siempre encuentras hostilidades, si te viene un repartidor y le dices el DNI en catalán te mira con cara de rabia, porque le estás puteando, y encima no les basta todo esto. Es una falta de respeto hacia los catalanoparlantes. Creo que no son muy conscientes de lo que significa lo que están haciendo. Espero que les salga el tiro por la culata, como le pasó a Bauzá, con aquella manifestación multitudinaria. Tengo la esperanza de que les vuelva a salir mal. 

¿Cómo se vive en primera persona el cambio que está sufriendo el centro de Palma?

A mí no me molestan los extranjeros porque sean extranjeros, lo que me molesta es la especulación, que siendo mallorquín te sea imposible comprar una casa en Mallorca. ¿Dónde te vas a vivir? Me da rabia que la casa que tenías que comprarte se la compre un millonario, y encima lo tire todo abajo para poner flores de plástico en la fachada. Es una cuestión de dignidad. Al final todo esto es violento, un abuso, su dinero vale más que el nuestro, ellos tienen pasta, vienen aquí y nos quitan de en medio. La gente solitaria, a la que nos gusta el silencio, la distancia interpersonal, lo tenemos jodido.