Poeta

Ben Clark: «Todo poeta debe estar comprometido con su tiempo»

«El leguaje político no es poético, no tiene la intención de comunicar pensamientos ni emociones»

Ben Clark con su libro ‘Demonios’, editado por Sloper.

Ben Clark con su libro ‘Demonios’, editado por Sloper. / PERE ESTELRICH

Pere Estelrich i Massutí

Pere Estelrich i Massutí

Nació en Eivissa y trabaja en Mérida como profesor de inglés. Es poeta y traductor y acaba de presentar en Palma su último libro, Demonios, a la vez que ha ofrecido una conferencia «para gente a la que no le gusta la poesía»

Demonios’, ¿los suyos o los del infierno?

No son necesariamente demonios como los entendemos, más bien son voces interiores, pequeños espíritus que como un Daimon todos llevamos dentro. En uno de mis poemas, que funciona a manera de prólogo, ya lo dejo claro: pequeñas criaturas que nos hablan del pasado, del arrepentimiento…

Usted tiene un poema en el que habla de que una isla lo será siempre mientras existan náufragos, independientemente de que tenga agua a su alrededor. ¿No habla de Eivissa, naturalmente?

Evidentemente no, ni sirve tampoco para ninguna isla del Mediterráneo, que es un espacio fundamental. En ese poema, Teoría de las islas pretendo reivindicar nuestra identidad, pues como isleños que somos, no dependemos ni tan solo de un espacio concreto. Como los de Bilbao, nacemos donde queremos.

¿Qué queda de su Eivissa natal?

Ha cambiado mucho, sobre todo la manera de compartimentar el campo. Las casas y las fincas se han vallado y es impensable caminar por las extensiones de bosque sin encontrar cotas.

¿Puede hacerse un poema sobre el ‘balconing’?

Espero no hacerlo, pero sí, ya que reivindico que todo es poemable, aunque en este caso que cita mejor sería dedicarlo al anti balconing.

Escribe desde Eivissa y no para Eivissa.

Cierto, pues creo que para los de las Baleares es importante ir más allá y ofrecer al mundo la riqueza que tenemos. El mundo de Eivissa es cosmopolita y en él conviven ramas del arte muy diferentes; como ibicenco puedo ofrecer este mestizaje.

Y de Eivissa a Salamanca.

Salamanca ha sido y es todavía, muy importante para mí. Cuando todos mis amigos que siguieron estudiando vinieron a Mallorca o fueron a Barcelona o Madrid, yo opté por Salamanca, siendo allí una especie de mediterráneo solitario. Y no me arrepiento, pues combinar mis experiencias isleñas con las que viví en el interior de Castilla ha sido muy importante. Me he abierto a espacios de pensamiento que quizás no hubiera conocido de haber quedado en la isla. Para un escritor, el hábitat es importante. Mi manera de trabajar la poesía es siempre a través de la realidad que me envuelve. Con mis poemas pretendo llevar lo local a una idea universal.

Escribe en castellano, pero también lo ha hecho en catalán.

Desde hace años, escribo en el idioma en el que se mueve la sociedad donde vivo. En Eivissa, cuando mi día a día es en catalán, acabo pensando en versos escritos en esta lengua, pero ahora en Mérida me muevo en castellano. Lo que no utilizo para escribir literatura es el idioma inglés, que reservo para la familia y para mis clases.

Pero sí que ha traducido poemas escritos en lengua inglesa.

Sí, aunque es difícil saber ponerse en el lugar del autor, debemos ser muy cautos y no usurpar la idea original. Mi teoría, es que todo es traducible, es decir que la traducción de cualquier texto, siempre es posible. Traducir es intentar fracasar de una manera digna (sonríe). Le diré que, curiosamente, traducir del inglés al español siempre es más complicado que del inglés al catalán.

¿Cada época tiene su traducción de los sonetos de Shakespeare, por ejemplo?

Claro. Incluso diría que todas las traducciones de los textos que sean deben cambiar con el tiempo, deben revisarse. Si el mundo cambia y es diferente de generación en generación, las lecturas de los textos literarios también son distintas.

¿Se traduciría a usted mismo?

En alguna ocasión lo he hecho, pero preferiría evitarlo. He tenido la suerte que otros lo han hecho y en esas traducciones he encontrado puntos de vista nuevos que ni yo mismo había visto. Traducirte a ti mismo puede llevar a reescribir el poema y eso no es lo que se pretende con la traducción.

En algunos de sus poemas he visto una rítmica y una métrica ‘bauçaniana’.

Sin duda Miquel Bauçà es uno de mis referentes, como lo son también Gil de Biedma, el inglés Philip Larkin o W.H. Auden. Pero bueno, al final los referentes los debe verificar el lector.

Ben Clark con su libro ‘Demonios’, editado por Sloper. | PERE ESTELRICH

Ben Clark con su libro ‘Demonios’, editado por Sloper. / PERE ESTELRICH

Poeta y compromiso, ¿cómo se combinan?

Todo poeta debe estar comprometido con su tiempo. La poesía, ni la que se llama a sí misma poesía, es política, aunque siempre hay un compromiso con el momento. Hago mía la frase del poeta americano Billy Collins cuando dice que «la poesía es la historia del corazón humano», la manera de grabar los sentimientos y las emociones de los diferentes momentos de la historia, así que debemos escribir desde nuestra contemporaneidad.

Usted ha sido muy premiado. ¿Para qué sirven los premios literarios?

Para un autor joven, para salir del anonimato, aunque de un tiempo a esta parte ha habido un aumento de las editoriales dedicadas a la poesía, con lo que es más fácil publicar.

Y los jóvenes, profesor, ¿cómo se sitúan ante la poesía?

Diría que están interesados y que, como siempre ha pasado, la adolescencia es una edad en la que interesa la poesía. En la madurez, sí es cierto que decae ese interés. Así que es necesario emitir el mensaje que la poesía, aunque no lo sepamos, está muy presente en la vida diaria. ¿Qué serían la publicidad o la moda sin la poesía? El pensamiento poético nos rodea por completo.

Quizás algunos alumnos lleguen a la poesía a través de cantautores que han musicado versos.

Si es así, me parece bien, aunque es necesario valorar el poema en sí, sin aditivos. La poesía no necesita ayudas para decir lo que pretende decir, ni tan solo ilustraciones ni música de fondo. Todo ello sin desmerecer el trabajo de los músicos que han tomado poemas para sus canciones, con lo que han ayudado a la difusión de la literatura, lo que pasa es que tendremos una versión edulcorada del poema, que tienen validez por sí mismo.

Y ¿dónde situamos a Bob Dylan?

En él está más que justificado que se le diera el Nobel. Su poesía tiene la doble vertiente de tener una enorme calidad literaria que no desmerece con su música. Ahora bien, hay otros autores que no han recibido tal distinción y que la merecían, pienso en Kundera, muerto recientemente. Otro nombre es Paul Auster, que, si muere sin recibirlo, será una injusticia. Y volviendo a Dylan, ya me gusta creer en esas leyendas urbanas que, con Hendrix y otros, lo sitúan en Eivissa y Formentera. Todo y sabiendo que son falsas, estas historias se han convertido en verdaderas pues están en el imaginario de muchas personas.

¿Cómo influye su estado de ánimo en sus poemas?

Influye y mucho, aunque la felicidad no genera tantos poemas como la tristeza. Marià Villangómez, el gran poeta de Eivissa tiene un verso en el que habla de la «sensación de cim, no de terra enfonsada». Pues eso, estamos más acostumbrados a escribir cuando nos encontramos en una «terra enfonsada» que en un «cim».

¿Qué no es poesía?

La falacia y el dogmatismo. El actual leguaje político no es poético porque no tiene la intención de comunicar ni pensamientos ni emociones. El lenguaje político es vacío y por tanto en él no cabe la poesía.

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