Jaume Reus: «Los patronatos politizados son el lupus de los centros de arte públicos»

La Fundació Pilar i Joan Miró de Palma y Es Baluard Museu se rigen por «patronatos totalmente politizados por personas que no tienen ni tiempo ni ganas ni los conocimientos necesarios para ayudar, potenciar y promocionar la institución, que en teoría es la función de los patronos», dice el historiador del Arte Jaume Reus. Por eso el experto los compara con la enfermedad del «lupus» o con «un patógeno instalado en el sistema inmunitario de estos dos organismos vivos», como añade refiriéndose a los centros de arte mencionados. En cuanto al Casal Solleric, no tiene un patronato, pero depende directamente de un cargo político con más cometidos, lo que «también es un elemento distorsionador», señala. Las tres entidades públicas han sido evaluadas en su estudio Microbiota institucional i nova normalitat. Seguir amb el problema?, que hoy presenta en Casa Planas.

El exdirector del Arts Santa Mònica (Barcelona) y el Institut d’Indústries Culturals de Balears (ICIB) analiza sus carencias y plantea mejoras, como «crear un patronato con especialistas del mundo del arte de reconocido prestigio y con interés en asesorar a la institución». Sobre el número de representantes políticos, «debe ser simbólico y que haya uno por cada partido, incluidos los de la oposición, ya que así se harían suyo el proyecto», afirma.

La eterna burocracia

Su análisis «propositivo, siempre en defensa de estas instituciones artísticas, ahora más que nunca por su papel transformador», también pone de relieve el eterno problema de la burocratización. Según Jaume Reus, «la sufren en exceso por la tutorización de la administración pública», aunque no es una opinión personal, sino que está basada en las respuestas de los propios trabajadores a la encuesta anónima que realizó para el estudio. Su conclusión es que «la administración no se fía del sector cultural, pese a que vive de prestado de sus profesionales, ya que les obliga a adelantar las inversiones para los proyectos, cuando debería ser la administración la que anticipase el 80% del presupuesto y el resto, al finalizar la labor encomendada». Como ejemplo de buenas prácticas con los artistas, cita el caso del Macba (Museu d’Art Contemporani de Barcelona). Con dichos cambios «se amortiguaría la precarización que sufren», destaca.

El autor del estudio no solo aboga por «una mayor soberanía de los centros», sino también por «un mayor nivel de interacción entre estos organismos e incluso un crecimiento conjunto para así llegar a nuevos públicos. Es algo que aquí nunca se ha hecho y el trabajo unidos les fortalecería». Además, el reducido presupuesto que tienen, «sobre todo el Casal Solleric y la Fundació Miró», se paliaría con iniciativas en común, así como con la introducción de «la modalidad de los patronos económicos, que sufragan una cantidad periódica a cambio de patrocinar una gran exposición, un proyecto educativo o lo que acuerden», propone.

No todo son carencias en los tres centros contemporáneos de Palma, sino que tienen aspectos positivos, como pone de relieve Reus en su informe. De Es Baluard destaca el trabajo a nivel digital y de la Fundació Miró, un programa educativo referente a nivel estatal. Microbiota institucional se basa en las citadas encuestas, en las memorias anuales de los centros y en diversa información de cada uno de ellos para conformar una imagen global de la situación de los organismos que promueven el arte contemporáneo, como explicará hoy en Casa Planas.

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