Condena de Pau Rigo: el crimen de la maestra, único precedente de la repetición de un juicio con jurado

El asesino, Juan Soberats, reconoció su autoría en la segunda vista y logró rebajar la pena de 22 a 15 años de cárcel

Juan Soberats, durante la repetición del juicio al que fue sometido por el asesinato de Margalida Fiol, en abril de 1999.

Juan Soberats, durante la repetición del juicio al que fue sometido por el asesinato de Margalida Fiol, en abril de 1999. / Lorenzo

El caso de Pau Rigo, el anciano de Porreres que mató a un ladrón que entró a robar en su casa, no sería el primer juicio con jurado que se repite en Mallorca. Ya existe un precedente. Se trata el caso de la muerte a cuchilladas de Margalida Fiol, una conocida profesora que en 1996 murió asesinada a puñaladas por su novio, Juan Soberats, con quien convivía en un piso próximo a la calle Aragón de Palma.

La víctima, que compartía con su pareja la pasión por el baile de salón (ambos eran profesores) apareció muerta a puñaladas en la tarde del día 27 de junio del año 1996. Quien alertó de lo ocurrido fue precisamente su asesino. Juan Soberats se inventó una coartada después de matar a su novia. Dijo que salió un momento de su casa para realizar unas compras y que al volver la encontró en el suelo desangrándose. Todo era una gran mentira.

Soberats, según se supo después, tenía una doble vida. Su pareja Margalida estaba convencida de que su novio se dedicaba a vender seguros. Vivían en un piso propiedad de los padres de la víctima y apenas tenía gastos. Pero lo que ingresaba por los pocos seguros que contrataba apenas le bastaba para cubrir sus gastos. Y para que no se descubriera esta falsa apariencia de solvencia económica durante años se dedicó a estafar a su novia. Margalida, que trabajaba como profesora, tenía una importante cantidad de dinero ahorrado en su cuenta bancaria. Su novio lo sabía y poco a poco se fue haciendo con este dinero, para cubrir sus gastos. Para que ella no se enterara falsificaba los datos de la cartilla de ahorros.

Sin embargo, hubo un momento en el que el engaño se descubrió. Margalida empezó una discusión con Juan Soberats quien, en un momento de cólera, fue a la cocina, cogió el cuchillo más grande que encontró y apuñaló a la mujer. La mujer no pudo gritar porque una de las cuchilladas le seccionó la garganta. Después interpretó el papel de viudo, hasta el extremo de que la familia de Margalida y los amigos más íntimos de la mujer se lo creyeron durante mucho tiempo.

Sin embargo, la investigación de la Policía Nacional puso al descubierto su doble vida y Soberats fue detenido por el asesinato. Dos años después, en 1998, se presentó ante el jurado. El acusado mantuvo que era inocente y que el crimen lo había cometido un desconocido aprovechando el momento de su ausencia. Sin embargo, nunca quiso declarar. El jurado le declaró culpable de asesinato. Se le condenó a 20 años de prisión. Sin embargo, el juez que presidió el juicio cometió un fallo grave, que justificó la repetición del juicio. Le planteó al jurado que se pronunciara sobre el estado mental del acusado cuando esta cuestión nunca se planteó en el juicio. Solo se discutía la culpabilidad o inocencia de Juan Soberats.

Repetición del juicio

El TSJB, en una sentencia redactada por el entonces juez Rafael Perera, le dio la razón a la defensa. El juez se había extralimitado en su función y el juicio debía celebrarse de nuevo, con otro jurado y con otro magistrado. Y así fue. Un año más tarde se volvió a convocar un nuevo jurado. Pero esta vez Juan Soberats ya no se la quiso jugar como la primera vez. Era muy consciente de que el jurado podría volver a condenarle por asesinato y era preferible alcanzar un pacto con la fiscalía. Y así fue. Su abogado pactó, aunque ello le supusiera declararse culpable. Se demostró que todo su relato anterior era una farsa. No tuvo más remedio que confesarse autor del crimen de Margalida Fiol, aunque fuera una estrategia para que no le condenaran por asesinato. Reconoció que había apuñalado a la mujer porque le había descubierto que la estaba estafando.

Se le declaró culpable de homicidio y falsedad, pero la pena que se le impuso fue de quince años y medio de prisión, muy inferior a la que se le aplicó en el primer juicio. Y es que al final la repetición de este juicio con jurado a quien de verdad benefició fue al autor del crimen, porque le supuso una reducción de los años de prisión que tuvo que cumplir por la muerte de Margalida Fiol.

Desde entonces, el TSJB ha ordenado la repetición de otros dos juicios con jurado. Uno de ellos fue por la muerte de un joven degollado con una botella rota durante una trifulca en la Nochebuena de 2015 en Gomila. El jurado popular declaró al acusado autor de un homicidio imprudente, por el que fue condenado a dos años y medio de cárcel. El TSJB consideró que el veredicto no estaba debidamente razonado y ordenó repetir la vista, pero el Tribunal Supremo revocó esta decisión y confirmó la sentencia.

El segundo caso fue el de una conductora ebria que mató a un motorista y huyó en Palma. El juicio fue anulado porque no se permitió a la defensa plantear una posible atenuante para que el tribunal popular la evaluara. El TSJB consideró que se habían vulnerado sus derechos, declaró nulo el veredicto y decretó la repetición del juicio. La segunda vista se celebró, pero las partes alcanzaron un acuerdo de conformidad y no fue necesario convocar al jurado.

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