Abusos sexuales en un centro de menores de Palma

Las víctimas de Nazaret: entre la justicia y el olvido

Exinternos del centro de menores apuntan a que una treintena de niños fueron violados por un monitor durante la década de 1980, pero solo uno lo ha denunciado en el juzgado

El patio del centro de menores Nazaret, en Palma. | B.RAMON

El patio del centro de menores Nazaret, en Palma. | B.RAMON / xavier peris. palma

Xavier Peris

Xavier Peris

Hasta ahora han sido varios los exinternos de la Fundación Nazaret que han relatado a Diario de Mallorca que fueron víctimas de violaciones y agresiones sexuales reiteradas por parte de al menos dos monitores durante las décadas de 1970 y 1980, pero de ellos, solo uno, Toni Estela, ha presentado una denuncia formal en el juzgado. Si aceptan hablar es con la condición de que se mantenga su anonimato. Explican que estos abusos estaban extendidos, y calculan que una treintena de niños pudieron haberlos sufrido. El abogado de Estela, Francisco Fernández Ochoa, ha hecho un llamamiento público para que más víctimas se sumen a la denuncia, hasta ahora con escaso éxito. ¿Por qué?

El exmonitor denunciado por agresiones sexuales, F.C.M.F. | GUILLEM BOSCH

El exmonitor denunciado por agresiones sexuales, F.C.M.F. | GUILLEM BOSCH / xavier peris. palma

La explicación es simple. «Yo nunca he hablado de esto», comenta una de estas víctimas, un hombre que en la actualidad tiene unos cincuenta años. «Y si me hubieran preguntado hace un año, probablemente lo negaría. Diría que lo que todo lo que dice Estela es mentira. Me casé y nunca le dije nada a mi mujer, lo tenía escondido en lo más profundo de mi cerebro. Ahora tengo hijos pequeños, y no quiero tener que contarles lo que pasé. Pero cuando vi el vídeo que Estela le grabó en su casa, en el que le hizo reconocer los hechos y pedirle perdón, todo se me removió por dentro. Me di cuenta de que tenía que contarlo o reventaría» .

Toni Estela (dcha), con su abogado, Francisco F. Ochoa | B. RAMON

Toni Estela (dcha), con su abogado, Francisco F. Ochoa | B. RAMON / xavier peris. palma

El vídeo al que se refiere fue grabado por Toni Estela en octubre del año pasado, cuando se presentó en la casa de Son Sardina de F.C.M.F., un hombre de 68 años que trabajó como monitor en Nazaret durante cerca de una década, entre principios de los 80 y principios de los 90. Durante ese tiempo era el único cuidador que controlaba el dormitorio de los chicos durante las noches. También organizaba viajes y acampadas con pequeños grupos de menores. Posteriormente puso en marcha un centro de acogida en una casa de Son Sardina, que construyó con la ayuda de algunos de los chicos.

Según cuentan, el monitor se habría aprovechado de estas circunstancias para violar de forma sistemática y reiterada a decenas de niños internos. En el vídeo, que trasluce una gran tensión, el hombre llega a pedir perdón a Estela: «En la vida tenemos épocas en que no nos damos cuenta y a veces fallamos», dice. «¿Pero quién es perfecto? Reconozco que tuve mis fallos. Por favor, Toni, no seas rencoroso», le dice.

Todas las víctimas arrastran un hondo sentimiento de vergüenza y de culpa. Tienen la sensación de que no hicieron bastante para evitar las agresiones sexuales que, según explican, nunca eran violentas. «Este hombre se comportaba siempre igual, te trataba con afecto, te hacía pequeños regalos hasta que creaba una relación de dependencia emocional. Entonces venía la contrapartida», explican.

«Yo tenía once años y llevaba un par de meses en Nazaret cuando sufrí la primera agresión», cuenta Toni Estela. «Dormíamos en una habitación grande, con una treintena de chicos en literas. Una noche se presentó de madrugada, me cogió en brazos, me tapó con una manta y me llevó a su habitación. Allí empezó todo. Me hablaba muy dulce, me decía que no me preocupara, y que todo era algo natural. A partir de ahí las agresiones se repitieron casi todas las semanas». El relato de los hechos es prácticamente calcado en el resto de las víctimas.

Hay otro motivo para callar. Todos los juristas coinciden en que los hechos están ampliamente prescritos. El hombre no será juzgado, no habrá un reproche penal. El abogado de Estela se aferra a la posibilidad de que el caso se cierre con un reconocimiento de culpa y que el hombre pida perdón públicamente. Algo que se antoja también improbable.

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