Opinión

Ni equipo, ni árbitro, por Gabriel Forteza

Larin conduce el balón.

Larin conduce el balón. / rcdmallorca

Gabriel Forteza

Llevo tiempo en la presente temporada pensando seriamente que el Real Mallorca no da de sí todo lo que tiene y cuando en la jornada 12 el balance solo incluye una victoria, hace que yo mismo me refrende. Hace un tiempo que también pienso, y no tengo datos ni detalles que me lleguen desde dentro del club o el equipo, que el discurso de Aguirre en el vestuario me parece agotado. Y de un tiempo a esta parte veo al entorno enfadado a partes iguales con el técnico y con los jugadores. Todo ello sin contar penaltis fallados, remates a los postes, y demás variantes del juego. 

Además, en el Villamarín vi a muchos jugadores en actitud contemplativa ante los verdiblancos, y eso no me gusta nada por lo que conlleva. Pero lo que sí tengo claro, independientemente del rendimiento de los jugadores, de actitudes y aptitudes, de decisiones técnicas, de penalti y de postes, es que los árbitros y su sistema necesitan una remodelación muy seria. El gol anulado a Muriqi es una acción que normalmente se revisa en el VAR y en este caso no se hizo pese a lo ajustadísimo del centímetro pertinente y la expulsión de Mascarell, simplemente no es expulsión porque van los dos jugadores a la par. Ortiz Arias, desde que empujó adrede a Kadewere con el balón en juego, no da una y a la ‘vista’ está.

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