Opinión

Paso de gigante en Balaídos, por Toni Ruiz

Hadzikadunic y Maffeo celebran con Amath el 0-1 en Balaídos

Hadzikadunic y Maffeo celebran con Amath el 0-1 en Balaídos / Salvador Sas (EFE)

Toni Ruiz

Se dice de algunos triunfos que valen su peso en oro. Los logrados por el Mallorca son tres puntos que tienen un valor extraordinario por el momento en el que llegan, con tres equipos que están ahora situados a diez o más de los de Aguirre a solo nueve jornadas para que acabe la Liga. Es una ventaja que parece garante de una permanencia que hay que rematar lo antes posible.

Las estadísticas están para romperse y ayer el Mallorca lo consiguió ante un rival que venía protagonizando una gran trayectoria. El Celta llevaba siete partidos sin perder, dentro y fuera de casa. El Mallorca había roto con el empate de Valladolid una racha de siete derrotas lejos de Son Moix y lo remató en Balaídos con una victoria que no lograba desde noviembre del pasado año.

La victoria se forjó en un partido en el que el Mallorca recuperó su ADN habitual, el de la fortaleza defensiva, combinado con el talento de Kang in Lee, y el despliegue físico de Galarreta, y Muriqi. Atrás quedaron los tres goles encajados en Valladolid, algo que extrañó hasta a Aguirre. Aspas y compañía asediaron la meta de Rajkovic, pero no pudieron perforarla ninguna vez. La única ocasión clara fue el larguero de Tapia, el resto un carrusel de centros al área, donde Valjent, Hadzikadunic y Raíllo mandaban con autoridad.

Las bajas, incluso la de última hora de Gio, no pasaron factura, porque los no fijos como Antonio Sánchez o Morlanes respondieron a la perfección con un partido de gran sacrificio. Caso aparte el de Amath, autor del gol decisivo, y que gozó, como en Pucela de otras dos ocasiones muy claras para haberse encumbrado con un hat trick si hubiera tenido el punto de mira bien calibrado.

El partido ante el Getafe puede ser una fiesta si se gana, pero no hay que vender la piel del oso antes de cazarlo.

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