Primera División

El Real Mallorca se libera en ataque

La expulsión de Manu Trigueros y la obligación de ir a por la victoria ante el Villarreal saca la mejor versión de los delanteros bermellones -Muriqi, Dani, Kadewere y Kang aprovecharon los huecos en la defensa amarilla, llegando con facilidad al área

Raíllo y Muriqi se abrazan tras el gol del delantero kosovar, que llegó con una asistencia del capitán del Mallorca.

Raíllo y Muriqi se abrazan tras el gol del delantero kosovar, que llegó con una asistencia del capitán del Mallorca. / Pere Joan Oliver Orell

Miguel Chacártegui

Miguel Chacártegui

Han tenido que pasar 22 jornadas para ver una versión sin ataduras del Mallorca en ataque. Ante el Villarreal (4-2), aprovechando la superioridad numérica tras la expulsión de Manu Trigueros, los atacantes bermellones se soltaron y mostraron el repertorio de fútbol ofensivo que tienen en los pies y en la cabeza. Cuatro tantos, algo que no se conseguía desde el 5-1 del Mallorca-Celta de la 2019/20, que sirvieron para hacer enloquecer a Son Moix, para dejar la permanencia a tres triunfos de distancia y para empezar a mirar con cierta ilusión las plazas de acceso a Europa. 

El corsé táctico de Javier Aguirre, centrado en la defensa, pocas veces permite a los delanteros del Mallorca permitirse licencias en ataque. Siempre muy alejados del área rival, son contadas las ocasiones que tienen ante el guardameta contrario. Pero ante el Villarreal la oportunidad de ir a por la victoria, la quinta seguida en casa, liberó a los jugadores de ataque del Mallorca. Al fin, algo que también reclamaba el cuerpo técnico, tomaron buenas decisiones en los últimos metros, ocuparon espacios para hacer daño a los defensores rivales y demostraron que tienen mucho más potencial del mostrado hasta ahora. Porque fueron cuatro los que cayeron, pero pudieron ser más. 

Muriqi en un mano a mano con Pepe Reina o con un gol anulado por un fuera de juego milimétrico, o Kang In Lee tras una carrera desde campo propio y a la que llegó sin fuerzas para colocar el disparo fueron ocasiones muy claras que pudieron ampliar el resultado. 

El primer tanto nació fruto de la presión. Kadewere, tras una larga carrera, incomodó a Reina, que se equivocó con un pase bombeado. Muriqi lo detectó y lo interceptó, asistiendo al zimbabuense que solo tuvo que empujarla. Este fue el único tanto que llegó en igualdad numérica. 

El segundo, que al igual que el tercero llegó poco tiempo después de los tantos del Villarreal, fue un ejemplo de que acumulando hombres en el área rival aumentas las posibilidades de marcar. Kang, marcado de cerca por varios defensores, sacó un centro pasado que le cayó a Maffeo en el vértice del área. El catalán controló y centró, con Kadewere, Muriqi y Dani esperando. El gallego, libre de marca, cabeceó a la perfección al fondo de la red. 

Al igual que hizo con el tercero, aprovechando un saque de esquina de Kang. En el cuarto, quizá el más bonito de los cuatro que celebraron los casi 14.000 aficionados presentes en Son Moix, se unió a la fiesta Raíllo. Un centro de Maffeo con la izquierda acabó con el central, convertido en delantero, dejándosela de cara a Muriqi, que controló y la colocó en la escuadra. 

Despistes en defensa

Cuatro goles, los mismos que en los últimos cuatro partidos en casa, demostraron que el Mallorca puede, si se lo propone, ofrecer un fútbol atractivo y divertido en ataque. Sin embargo, soltarse en campo contrario también conlleva relajarse en defensa. Más allá de los dos tantos concedidos, que llegaron en sendos errores en la salida del balón, el Villarreal se encontró con algún hueco de más, una circunstancia que sería casi impensable este curso en Son Moix. 

A fin de cuentas, el Mallorca disfrutó e hizo disfrutar a los suyos. La ilusión reina entre la afición bermellona y los futbolistas, más prudentes en su discurso, deben ahora tratar de plasmar esta versión a domicilio

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