Lletra menuda

Castillo de Alaró, a la espera del derrumbe

Llorenç Riera

Llorenç Riera

Se ha dicho tantas veces y de forma tan diferente que solo cabe preguntarse si queda algo por hacer para motivar una actuación rápida y responsable del Gobierno en el Castell d’Alaró. Es como si la apática Administración incentivara una intervención furtiva y por las bravas para salvar un conjunto BIC en riesgo de derrumbe y que clama por su restauración desde hace por lo menos tres décadas. Insólito. Este último sistema no resulta aconsejable pero se antoja como el último recurso por explorar.

Ni la denuncia y pedagogía de Al-Rum, las peticiones municipales o los simples razonamientos de sentido común han surgido efecto. Ahora el Ayuntamiento vuelve a intentarlo y el Consell se despierta. La institución insular hace un hueco en su política de imagen, eventos y descalificación de gestión heredada para atender la demanda del consistorio alaroner y abrir expediente para «obligar» al Ministerio de Cultura a actuar ya. En caso contrario, dice, aplicará la Ley de Patrimonio Histórico con cargo al Estado. Pero los expedientes administrativos, ya se sabe, son un mar de navegación con rumbo difuso y mientras la erosión, el desgaste y el paso del tiempo siguen haciendo de las suyas.

Las murallas del Castell d’Alaró están al borde del precipicio no solo literal y orográfico. El linde del abandono de los responsables de su mantenimiento presenta mayores peligros que los naturales. De seguir así las cosas, salvando las distancias, ocurrirá lo mismo que lo visto en La Defensora de Sóller. Entonces llegarán los lamentos, los reproches, la evasión de culpas. Nada tendrá sentido. Será así porque las instituciones no habrán estado a la altura de su responsabilidad. Y nadie les pedirá cuentas por ello. Pocos políticos se sentirán aludidos.

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