Fent i desfent | El campo mallorquín se reivindica con una gran tractorada

Tractores circulando.

Tractores circulando. / Ferran Nadeu

Fent | Los tomates no nacen en los supermercados

El informar no es un trabajo agradable, pero alguien tiene que hacerlo. Para eso estamos, querida. Y no es para menos con lo revuelto que tenemos el gallinero y con los payeses en pie de guerra. Muchos hoy descubrirán que hay vida más allá de la Vía de Cintura cuando la tractorada llegue a Palma. Los tomates no nacen por generación espontánea en el lineal del supermercado. Y con la Iglesia hemos topado. No deja de llamarme la atención de que mientras en Sóller el párroco se quiere deshacer del teatro Victòria para pasar el muerto al ayuntamiento, en Binissalem ocurre lo contrario, que el capellán lo quiere para la parroquia. Mientras que los de Porto Cristo vuelven a sopesar su independencia de Manacor, no me extraña con lo poco agraciado que es en comparación a Sóller, la Iglesia por fin se hace suya la ermita de Betlem. Algo que nos permitirá ir a tomarnos un retiro espiritual para deshacernos de tanto estrés que llevamos encima. No es para menos porque otro gallinero, el de la política municipal en la Part Forana, está algo removido últimamente. ¿Por qué será? Y por hoy me despido con amor desde el esplendoroso valle de los naranjos.

Desfent | Luchar para que el campo no muera

Querido, empecé la semana con un cabreo de lo lindo. Entre tu Torre Picada que tras desembolsar 1,2 millones para que sea de todos, ahora va y solo abrirá dos horas al mes. ¡Menuda tomadura de pelo! La otra es el conflicto lingüístico vivido en el campo del Petra que visto el cauce que ha tomado el asunto prefiero morderme la lengua y opinar de los agricultores pero que sepas que ya he encontrado la camiseta verde y la tengo planchada y lista para enfundármela de nuevo. Se ve que ahora en el fútbol también nos serán necesarias. En fin, que hoy el campo mallorquín colapsará Palma. Tal vez así la gente tome conciencia que es clave consumir producto local porque somos unas islas y si pasa algo, solo nos quedará (si es que vive) el campo mallorquín para alimentarnos. Además de producir alimentos, nuestros agricultores y ganaderos cuidan el paisaje que tanto gusta a nuestros turistas. El lema es claro: si ellos no producen, nosotros no comemos. Por lo tanto, es obligación de todos contribuir a que el campo no muera. ¿Cómo? Fácil, consumiendo sus productos. ¡Desde el Pla con amor!

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