La parroquia de los ‘hortalans’ sollerics cumple cien años

Documentos históricos apuntan a que Damià Canals Arbona fue una pieza clave para el desarrollo de este templo

La parroquia de los ‘hortalans’ sollerics cumple cien años

La parroquia de los ‘hortalans’ sollerics cumple cien años / joan moa. sóller

Hace apenas unas semanas, pero hace cien años atrás, el 16 de diciembre de 1923, Sóller se vestía de fiesta para celebrar la inauguración de una iglesia que se dedicó a Sant Josep de la Muntanya. El obispo de Mallorca se desplazó hasta el valle para presidir el solemne oficio religioso con el que el nuevo templo quedaría consagrado. Muchos posiblemente no sabrán dónde está, pero seguro que los vecinos de más edad oyeron hablar de esta iglesia a algún familiar que vivió de cerca el momento, cuando entonces nacía un templo que tardaría todavía unos años en convertirse en parroquia.

Efectivamente, hace cien años, el barrio de l’Horta, la zona de Sóller donde se extienden los campos de cultivo más frondosos, estrenaba iglesia y al fin se veían colmadas las voluntades de las personas que pusieron todo su esfuerzo en hacerla realidad.

Documentos históricos apuntan a que Damià Canals Arbona fue pieza clave para el desarrollo de este templo. Le movía en la cabeza que el barrio donde vivía, l’Horta de Sóller, tuviera su propia iglesia. Por esas fechas, los feligreses debían desplazarse hasta la parroquia de Sant Bartomeu o ir al Port para acudir a misa.

La parroquia de los ‘hortalans’ sollerics cumple cien años

La parroquia de los ‘hortalans’ sollerics cumple cien años / joan moa. sóller

Damià Canals promovió que su íntimo amigo, el presbítero mossèn Miquel Rosselló, enseñara la doctrina católica los domingos a los niños de l’Horta, ofreciéndole el porche de su casa, que poco a poco se volvió pequeño para acoger a los feligreses. Por eso más tarde este punto de reunión católico se trasladó a una aula de la cercana escuela de l’Horta, convertida durante la Cuaresma en una improvisada capilla para escuchar el Evangelio la tarde de los domingos.

Según las notas históricas del religioso Baltasar Morey, pasaron los años y en el mes de junio de 1917, con motivo de la visita pastoral, el obispo Rigoberto Domènech se detuvo en l’Horta a ruegos de mossèn Rosselló donde pudo comprobar la necesidad de que el barrio dispusiera de su iglesia. El obispo hizo suya esta iniciativa y encargó a Rosselló la ejecución del proyecto. Surgió una junta de promotores de la que la presidencia honorífica recayó sobre el párroco-arcipreste de Sant Bartolomeu, el cura Rafael Sitjar, que de inmediato se puso manos a la obra para dar salida al encargo del obispo. Fue entonces cuando se adquirió un terreno en la finca de Can Puput y el 17 de noviembre de 1917, el párroco, en nombre del obispo, bendijo la primera piedra del templo.

Baltasar Morey recuerda que subieron los muros laterales y el presbiterio hasta los arcos, con las numerosas limosnas y trabajos voluntarios de muchos. Pero la falta de recursos hizo que se detuvieran. Unos años después, en noviembre de 1922, finalmente las obras siguieron su camino para terminarlas al año siguiente.

La inauguración

El 16 de diciembre de 1923 el obispo Domenech inauguraba el nuevo templo dedicado a la «milagrosa advocación de San José de la Montaña», bendiciendo al mismo tiempo una imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, un artístico sagrario con su copón y otros objetos de culto. En marzo de 1924 el arcipreste bendijo una imagen del Patriarca, el sencillo altar y una pequeña campana. En 1925 una fuerte ventolera tumbó totalmente la fachada exterior, que sería reconstruida y, con contrafuertes más robustos para evitar que el incidente se pudiera volver a repetir.

Tras de cinco años, en 1927, otra vez volvía a tomar las riendas del templo el párroco Miquel Rosselló. Implantó la enseñanza de la doctrina, y desde el año 1929 la práctica de los ejercicios espirituales. Se encargó de consolidar el edificio, las imágenes de los santos, las paredes y capillas, entre otros muchos trabajos. Las Hermanas de la Caridad, presentes desde 1922, se establecieron definitivamente en 1935 con su acción religiosa y social en un edificio lateral.

El arzobispo Josep Miralles la erigió canónicamente como parroquia independiente de Sóller el 14 de diciembre de 1937, con el título de Virgen de la Victoria: la virgen invocada por el capità Angelats en sus batallas y victoria triunfal sobre el almirante turco Ochiali el 11 de mayo de 1561, en lo que hoy se conmemora en el Firó.

El primer ecónomo de la parroquia fue el párroco Miquel Rosselló, quien rigió el templo hasta casi su muerte, ocurrida en 1959. Dentro de su economato se levantó el campanario con dos campanas, y prosiguió con las mejoras en el recinto sagrado.

Talla de Baltasar Vidal

En 1973, con motivo del cincuentenario de la bendición del templo, el párroco Miquel Pons encargó una talla de alabastro al escultor Baltasar Vidal y García, una fiel reproducción de la imagen de la Virgen de la Victoria que hay en la capilla del Hospital de Sóller para presidir el altar mayor.

Hace cien años, vecinos y hortalans de l’Horta dejaron de ir a otras iglesias para tener la suya propia. Con ello vieron culminados los esfuerzos de todo un barrio para tener una iglesia que hoy, por la falta de vocaciones, permanece la mayor parte cerrada, algo que ha hecho que el pequeño templo cumpla su centenario sin poderlo celebrar.

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