Vendimia 2023: Toni Gelabert desvela el secreto de una viña espléndida

«Este año nuestra viña aguanta, viene cargada de uva guapa y sana. No ha habido mildiu ni oídio», describe Toni Gelabert, que desde mediados de agosto está en plena campaña de vendimia

Rosa Ferriol

Rosa Ferriol

En la bodega Vins Toni Gelabert de Manacor, de la DO Pla i Llevant, la viña luce espléndida. Las cepas vienen cargadas de uvas y el fruto está sano. De hecho, las perspectivas son de incrementar la producción un 10%. En la finca de Son Fangos, a las siete menos cuarto de la mañana arranca la vendimia hasta las diez que paran para reponer fuerzas. Cuidadosamente, cortan los racimos de uva y los depositan en los cubos que después con un tractor trasladarán a las instalaciones para su posterior prensado.

En esta bodega familiar elaboran unos 14 vinos de manera artesana y ecológica. Toni Gelabert explica que en su caso la campaña empezó el 17 de agosto con el Pinot noir. «Somos de las pocas bodegas de Mallorca con esta variedad, que es originaria de Borgoña. Siendo variedades de climas más fríos, llegan antes», explica. Luego, prosigue, «hemos continuado con el Muscat y el miércoles terminamos con el Chardonnay. Precisamente, ese mismo día empezamos con el Giró ros que el jueves empezamos a prensar. Es una variedad local», puntualiza cuya recuperación surgió a raíz de un viaje a Borgoña.

En este punto, Toni Gelabert hace una pausa para recordar la historia de la recuperación de esta variedad local. «Cuando empezamos hace 43 años en Mallorca había siete bodegas y ninguna elaboraba vino blanco. Empezamos a hacerlo con vino de mesa pero nos preguntábamos cómo podía ser que aquí todo se basara en el turismo y solo se elaborase vino negro. Había uva blanca pero se mezclaba todo. El sueño era poder hacer en la isla un gran vino blanco que se pudiera guardar», confiesa. A partir de aquí empezó la tarea de buscar una variedad autóctona. «Leyendo los libros del Arxiduc Lluís Salvador que describía sus míticos viajes en Mallorca, hablaba de variedades como la Gorgollassa». «Había una variedad, el Giró blanc que se utilizaba para hacer vinos especiales. Aquí fue cuando empecé a buscar payeses que la tuvieran. Lo localicé en Son Vell. Le pedí para hacer una prueba y a partir de aquí fuimos haciendo los injertos», rememora. De hecho, explica que conoció a Joaquin Montserrat de Son Nadal. «Tanto su abuelo, como su padre como él nacieron en la viña. Su padre le aconsejó que no dejara que el Giró desapareciera y a partir de aquí salieron las mudes de todas las bodegas de Mallorca», relata Gelabert.

Toni Gelabert recolectando la variedad de ‘Giró ros’.

Toni Gelabert recolectando la variedad de ‘Giró ros’. / Rosa Ferriol

El primer experimento

El «primer experimento» fue en 1993. Aquí hace un inciso para recordar los problemas que tuvieron con la administración y la DO porque «sabíamos que era una variedad de Mallorca, no estaba tipificada y no se podía legislar pero luchamos unos doce años con Can Majoral y Can Ribas hasta que lo logramos, ellos con la Gorgollassa y nosotros con el Giró», relata con satisfacción. Y es que es de las últimas variedades protegidas por la DO Pla i Llevant. Esta variedad, que se conservaba en una finca de Felanitx, es muy antigua, de hecho, la citan desde el siglo XVIII.

La uva recolectada a la espera de ser prensada.

La uva recolectada a la espera de ser prensada. / Rosa Ferriol

¿Qué tiene el Giró ros? «Muchas cosas. Es un vino potente, con una gran estructura y un poder de envejecimiento de diez, doce, incluso 15 o 17 años. Es completamente diferente a los otros vinos de crianza que hay en Europa. En blanco, es nuestro top», describe para retomar precisamente la vendimia con esta variedad. De hecho, mientras corta los racimos de Giró ros, llega una sorpresa de la naturaleza: entre los racimos de tono amarillo dorado, sobresale uno con uva negra. «El poder de la naturaleza», describe Toni Gelabert, que no duda en fotografiarla para después proceder a su análisis.

Y con un verano marcado por las olas de calor, es obligación preguntar cómo afecta a la viña. Es aquí cuando Toni Gelabert desvela los secretos de conservar una viña espléndida. «Este año nuestra viña aguanta, viene cargada de uva guapa y sana. No ha habido mildiu ni oídio, bueno, solo un poco». En Vins Toni Gelabert empiezan la vendimia a medianos de agosto pero tienen claro que «se deben adaptar a los cambios». «La gente se cree que no hacía calor pero el tiempo son ciclos de siete años, de 25 años... En Mallorca ha habido sequías muy duras y lo que hacían los payeses era ir cultivando», confiesa. «Una llaurada és com una ploguda», recuerda que decían. «Y es verdad, si cultivas, lo notas. El secreto es mantener la tierra. Aquí, donde tenemos las viñas en Son Fangos a diferencia de Binissalem o Santa Maria, hay un metro de tierra pero luego es arcilla y si vas cultivando la tierra, siempre tiene humedad. Los primeros tres años de los viñedos jóvenes, los regamos pero después ya no. Y la viña está bien. Normalmente en julio y agosto cultivábamos dos veces y ahora ya lo hemos hechos seis veces. Son maneras de luchar. Lo que no podemos hacer es poner goteo a todo lo que sembremos porque el agua tiene un límite. Debes forzar la planta a que sepa sobrevivir por ella misma», defiende Toni Gelabert, que tiene seis hectáreas de viñas y la vendimia la hace junto a su hija, su yerno y otro joven que les ayuda. Así, defiende que para combatir las sequías, la mejor forma que hay es «trabajar la tierra». También es clave controlar la carga de la viña. «El Callet es una variedad muy productiva. El Macabeu, también, incluso en el Giró . Entre un 25 y un 40% se va a tierra para mantener la carga», explica mientras sigue recolectando Giró ros.

«Este año la viña está espléndida», sentencia con satisfacción. «Los abonos ecológicos son de evolución más lenta, por ello, abonamos antes, en noviembre. Otros lo hacen en febrero pero si no llueve, no tiene efecto. Así logramos coger todas las lluvias de invierno. Si uno quiere hacer un producto bueno, solo hay un sistema: cuidar la viña», sentencia.

El año pasado recolectaron 44.000 kilos de uva, lo que les permitió elaborar unos 26.000 litros de vino ecológico. En esta campaña que acaba de empezar, calculan que la producción aumentará un 10% pero avisa que mejor se prudentes porque «aún falta mucho».

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