Las playas de Mallorca reciben dos Banderas Negras por las juergas náuticas de la Colònia de Sant Jordi y el descontrol de las motos acuáticas

Ecologistas en Acción critica en el caso del núcleo turísitico de ses Salines la cascada de inhibiciones de las administraciones y autoridades públicas y subraya las consecuencias medioambientales asociadas

La entidad se muestra preocupada por las incursiones de motos náuticas en las áreas protegidas, por la contaminación acústica que producen y el peligro que suponen para los bañistas

Miguel Vicens

Miguel Vicens

Después de una nueva inspección de los más de 8.000 kilómetros de las costas españolas, la organización Ecologistas en Acción ha presentado hoy el informe Banderas Negras 2023, que otorga un total de 48 de estos distintivos en toda España, dos por provincia: un distintivo por contaminación y otro por mala gestión ambiental de las costas.

El informe Banderas Negras 2023 recoge las situaciones de afección ambiental más graves en cada territorio. Y castiga a las playas de Mallorca con dos distintivos. El primero para la Colònia de Sant Jordi por las fiestas náuticas nocturnas. Y el segundo a toda el litoral de la isla por la proliferación y el descontrol de las motos acuáticas.

Juergas hasta la madrugada en barcos anclados en la Colònia de Sant Jordi

Como informó Diario de Mallorca, el pasado 8 de mayo vecinos de la Colònia de Sant Jordi denunciaron que 18 veleros anclados entre el puerto y la playa de es Dolç celebraron una fiesta nocturna hasta las cinco de la madrugada con música a todo volumen, impidiendo el descanso de toda la primera línea del núcleo turístico.

Lo denunció a través de la red social Twitter un vecina de la localidad, E. Lliteres, que publicó fotografías y vídeos de la música que sonaba en los barcos hasta las cinco de la madrugada, con el comentario "Era l’únic que ens faltava: convertir els ports de Mallorca en discoteques. Així ha sonat tota la nit del diumenge al dilluns. (8 maig a les 5:15 am)", ha lamentó E Lliteres en su cuenta de la red social.

Según el informe de Ecologístas en Acción que justifica la concesión de la Bandera Negra 2023, los vecinos de la Colònia de Sant Jordi llevan tiempo denunciando la contaminación acústica que provoca la celebración recurrente de fiestas en embarcaciones ancladas cerca de la costa, que se prolongan en ocasiones hasta el amanecer. Ante esto se ha producido una cascada de inhibiciones por parte de las autoridades y administraciones compartidas, rechazando cada una de ellas la competencia para perseguir esas conductas, aunque parece que finalmente se han iniciado expedientes sancionadores por parte del Consell de Mallorca.

Comenta la entidad que el fenómeno de las party-boats entendido como negocio no es nuevo, y sus negativas consecuencias ambientales son notorias: ruido, basuras, en ocasiones, vaciado de sentinas el mar. Además, apunta, fomenta el denominado turismo de borrachera. Este negocio ha suscitado incluso una respuesta contundente por parte de las empresas de ocio autorizadas y que cumplen la normativa legal, por estimar que supone una competencia desleal salvaje.

Recuerda Ecologistas en Acción que la contaminación acústica es un grave problema ambiental y suele citarse como uno de los principales riesgos ambientales para la salud en todos los grupos de edad y sociales, y una carga adicional para la salud pública. "La exposición prolongada a niveles elevados de ruido es perjudicial para la salud y el bienestar de los seres humanos, por lo que constituye un creciente motivo de preocupación tanto para el público en general como para los gestores", recuerda la entidad ecologista.

Imagen de archivo de una moto náutica navegando

Imagen de archivo de una moto náutica navegando / Diario de Mallorca

El descontrol de las motos acuáticas

La segunda Bandera Negra la otorga Ecologistas en Acción a Mallorca por el descontrol de las motos acuáticas en su litoral,  fuente de contaminación acústica y amenaza real para la seguridad de los bañistas, materializada por desgracia ya en graves accidentes

Muchas playas están balizadas para evitar que se aproximen indebidamente a la costa las motos acuáticas, pero en los casos en que esto no ocurre, el riesgo es real. La versatilidad , la velocidad y su poco calado, permiten indeseables interacciones con otras personas que disfrutan del mar. Y las Administraciones y autoridades en quienes está confiada la vigilancia de las costas y del cumplimiento de la normativa no cuentan con los medios necesarios para velar de manera efectiva por la seguridad de quienes gozan de modo pacífico de ella, por lo que el riesgo es grave. Además, el número de estos vehículos aumenta año tras año, denuncia la entidad.

Las incursiones de las motos acuáticas en áreas protegidas se producen con frecuencia, con los que las perturbaciones a especies frágiles como la tortuga marina son crecientes. Esa ocupación indebida de espacios vedados repercute también en las posiblidades reproductivas de la fauna marina, con la paradoja que supone proteger áreas que luego sufren un ruido atronador y muy difícil de impedir. Por si ello fuera poco, están floreciendo negocios que se dedican a organizar excursiones grupales de estos vehículos, con lo que la apropiación abusiva de un recurso que es de todos contribuye al deterioro del patrimonio natural y menoscaba la tranquilidad que se espera encontrar a la orilla del mar.