El, una vez superado, incidente ocurrido con los escolares de Maria de Salut que cursan sus estudios en Sineu, sirve para describir muchas cosas y plantear algunos interrogantes que hasta ahora permanecían ocultos. En la Mallorca acomodada y moderna siguen pasando cosas que sin embargo siempre queremos considerar propias de lugares menos desarrollados.

El abandono, por mal comportamiento, de un grupo de estudiantes por parte los responsables de su transporte, les deja incomunicados y crea alarma doméstica y social en Maria de la Salut, mientras Ariany se sorprende por sus visitantes a la fuerza. Todo ocurre en un radio de menos de diez kilómetros. El asunto tiene muchos detalles, rasgos de aventura obligada, incompetencia profesional y el eterno lastre de la falta de disciplina escolar y carencia de autoridad. Con todo, ahora que ya han pasado algunas horas, convendría plantearse algunas cosas más en serio. Se podrá exigir mejor comportamiento a los estudiantes. No utilizaremos esta columna para engreírlos porque no les hace ninguna falta, pero la conselleria de Educación podría comenzar a plantearse en serio porqué ocurren tantos altercados vinculados al Instituto de Sineu y revisar sus criterios de concesión del servicio de transporte escolar y sus monitores.

No tiene justificación que un chofer y una monitora se erijan en los educadores que no son y apliquen un correctivo que tampoco les corresponde en un hecho que, digámoslo, tiene presunciones delictivas. Por eso no basta una explicación que las familias merecen, ni la incursión en la disciplina laboral de las empresas contratadas. No todo es previsible y la brecha puede producirse en el lugar que menos se espera. Cierto, pero permanece la duda de saber si se habían tomado las previsiones necesarias o los controles aconsejables.