El rejuvenecimiento de la imagen

Los paseos marítimos de las zonas turísticas tienen justificada fama de ser todos iguales, tanto que muchas veces cuesta diferenciarlos unos de otros y situarlos, desde la distancia, en su ubicación real. Acostumbran a seguir un único patrón: máxima proximidad a la playa, baldosas y adoquines, algún núcleo ajardinado, mobiliario de descanso y juego y, por supuesto, acceso directo a comercios y hoteles.

Magaluf emprende ahora la renovación de su paseo marítimo dentro de un plan de mejora de imagen y pretexto de mayor calidad en el servicio turístico. Ha durado poco más de tres décadas, señal de que era postizo y perecedero como la mayoría de itinerarios homólogos. No existen garantías de que su sucesor corra mejor suerte porque también viene de serie: dunas artificiales, oasis con palmeras, expansión lumínica y denominación en honor del más destacado emprendedor hotelero del lugar. Será un implante mediterráneo de otra ribera sobre otro Mediterráneo que dispone de unos matices y valores propios que quedan postergados. En pocas palabras, un recurso turístico concebido sin más pretensiones que las de las ambiciones de la industria. Por eso las obras se coordinan primero con los empresarios interesados y dejan barra libre a la temporada alta. Un paseo marítimo responderá mejor a su denominación el día que no se trace solo como recorrido comercial.

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