Opinión | tribuna

Masificación: por un debate sereno

Ya lo dice el proverbio: nunca es tarde si la dicha es buena. Quizás temerosos de una posible revuelta social, los mismos que la negaban descubren hoy la «masificación». Surge la pregunta: ¿seguro que es la clase hotelera la gran culpable del fenómeno? Quizás existan otras casuísticas que expliquen la innegable sensación de saturación.

I. Geopolítica .Seamos sinceros: achacar el impresionante «rallye» demográfico habido en los últimos cincuenta años en España ( 1974: 35.569.375 habitantes, 2024: 48.592.909 censados, datos facilitados por el Instituto Nacional de Estadística ) a los empresarios hoteleros no es muy exacto. Significa ignorar uno de los mayores hitos históricos de este país: su ingreso en la entonces Comunidad Económica Europea ( 1986 ), la firma del Tratado de Maastricht ( 1992 ), la adopción del Espacio Schengen a partir de 1995, la asunción del Tratado de Niza (2001 ) y, finalmente, del de Lisboa ( 2007 ), formalizando oficialmente la Carta Magna Europea.

II. Geoeconómicas y migracionales. La adopción del euro como divisa nacional, al estar España en el Espacio Económico Europeo (1 de enero de 1999), facilitó la llegada en masa a nuestro país - máxime en las dos grandes capitales y en la mayoría de zonas costeras - de nuevos compradores de segundas residencias. Foráneos, mayormente. Por las históricas buenas conexiones aéreas que se han mantenido con sus naciones de origen, centenares de miles de europeos han podido instalarse en, como norma general, Canarias, Balears, Costa del Sol, Levante, Cataluña, Madrid y Barcelona. Aumento poblacional en ningún modo achacable a la industria hotelera.

III. Movimientos laborales subyacentes. No han sido pocos los nuevos vecinos que han llegado con unas necesidades muy determinadas: jardineros, criados, chóferes, escuelas internacionales…Lo que ha hecho llegar mano de obra proveniente de otros continentes. Más población. Por insuficiencia de la nacional existente, centrada en carreras laborales más tranquilas.

IV. Espacio Schengen/Ley del Suelo. El efecto directo de la liberalización de casi todo el suelo nacional, promulgada en su día por José María Aznar, tuvo como efecto secundario que constructores y maestros de obra de todo el país ( mallorquines, catalanes, canarios, andaluces, valencianos, ibicencos ) construyeran sus nuevos hogares a los recién llegados. Invasión para algunos, pero también beneficio para otros.

V. Alquiler vacacional: contaminación, atascos y malestar. Cuando se diseñó el mapa turístico de España, se tuvo una premisa muy clara: se vendía sol y playa, no campo. Como mucho, alguna ciudad pintoresca. Por tanto, y hasta bien entrado el s.XXI, no era raro el observar como, en una determinada zona turística, su agro era absolutamente desconocedor de la industria turística. Eso acaba con un fenómeno: la eclosión del Turismo Rural a gran escala y sobretodo, el alquiler vacacional. Centenares de miles de pequeñas casas rurales a lo largo y ancho de toda la Península Ibérica ( y muy especialmente, en ambos archipiélagos ) están provocando un desconocido movimiento de coches en sus carreteras. Más atascos, índices de polución sobredimensionados y, además, mayor riesgo de accidentes. Además del lógico malestar que provoca tal situación entre los residentes habituales.

VI. Crucerismo. El otro gran motor de la mayoría de movilizaciones contra el turismo. Con cierta razón: una ciudad que ya tiene problemas para absorber a su planta hotelera - Barcelona, Valencia, Palma, Sevilla - puede tener grandes problemas de convivencia si, semanalmente y durante medio año, desembarcan decenas de miles de turistas en su puerto. Con un agravante: la mayoría de ellos lo son de unas horas. La pregunta es si los hoteles de dichas urbes dejarían de facturar significativamente si sus puertos vetaran la entrada de grandes cruceros.

VII. Tecnológicas. Detrás de este cambio de paradigma vacacional se encuentra un fenómeno: Internet. Que ha democratizado el mundo y a sus habitantes, probablemente. ¿Pero lo ha masificado? Es una posibilidad. Lo que es evidente es que las Redes Sociales han elevado el papanatismo por el «haber estado en».

Ahora las diferentes autoridades autonómicas anuncian Mesas de concertación turística. Entre el empresariado, agentes sociales y la ciudadanía. No obstante, se agradecería profundidad en el análisis y no confusión de conceptos en dichos encuentros. También - sería un detalle - partiendo una premisa: España hubiera incrementado significativamente su población sin turismo. Ésa es la realidad.

Otra cosa - y aquí, sería necesario abrir un debate serio y sosegado - es si el «boom» turístico de los años 60,70 y especialmente 80 del pasado siglo se hubiera vehiculado con el parámetro de la Calidad. No de la cantidad. Y, por encima de todo, siendo objetivos. Pongo el ejemplo de la supuesta gentrificación que causan los hoteles de diseño en nuestras capitales. ¿Es mejor que un antiguo caserón del Casco Antiguo de cualquier ciudad española pase a ser una promoción de lujo o que sea un «hotel boutique»? Que se sepa, el segundo da empleo y vida. El primero, gentrifica y es un elemento más de muro social.

Efectivamente, el debate de la convivencia es apasionante. Pero debemos tener claro que no hay blancos ni negros. Tampoco se dan verdades absolutas. Sino una serie de grises. Y, también, multitud de paradigmas que, cruzados, permiten ver el cuadro de la manera más nítida posible. n