Opinión

Medusa

En la fábula griega, las medusas, hijas de Forcis y Ceto, aparecen como monstruos ctónicos femeninos, desde la antigüedad en la mitología griega fueron consideradas guardianas y protectoras

'La cabeza de Medusa' es un cuadro de Caravaggio de 1597.

'La cabeza de Medusa' es un cuadro de Caravaggio de 1597. / DM

La gente vuelve a estar harta de debates, de declaraciones de políticos, de variados improperios. La crispación y el insulto se han activado con motivo de las elecciones en el País Vasco, en Catalunya y las que van a llegar pronto para el Parlamento europeo. La pregunta es ¿por qué no hablan con normalidad de lo que interesa al personal? ¿Por qué no se proponen portarse bien y, por qué no dejan fuera de la vida pública la podredumbre de la corrupción? Y porque pensamos que al conjunto le preocupan los asuntos del día a día, -nos negamos a entrar en ese aburrido juego político del, «y tú más» y del insulto-, intentaremos tratar de entretenernos con algo más interesante. Hoy lo haremos con algo relacionado con la naturaleza y la mitología del mundo clásico, Medusa y las medusas.

En un viaje de Madrid a Oviedo encontré una publicación que contenía un informe de la Universidad de aquella serena ciudad, en el que se revela un descubrimiento interesante del genoma de una especie de medusa, medusa que una vez llega a su madurez, a su edad adulta, regresa a la juventud y no solo una sola vez sino indefinidamente, puede deshacer el camino transcurrido y volver a empezar, es decir puede conseguir alcanzar la inmortalidad. La medusa en este caso, es un ser viviente, invertebrado, de cuerpo gelatinoso, trasparente, de hermosos y tenues coloridos, -una belleza-, que se desplaza gracias a las corrientes del mar, conocida en biología marina por el nombre turritopsis dohrnii, es de la familia de los celentéreos, tiene tentáculos con células urticantes con los que se defiende, puede gozar de la bioluminiscencia y además se reproduce sexualmente. Su capacidad de regeneración celular le permite regresar a fases anteriores, y repetir el proceso de forma indefinida, son pues, biológicamente inmortales, se mantienen siempre jóvenes y en forma. A veces se las puede comer una tortuga, pero incluso en este supuesto no mueren de viejas, lo que también es una ventaja, pues no se ven obligadas a sufrir la decrepitud. Según explica la bióloga e investigadora María Pascual, sus células, al final del proceso vital vuelven al punto de inicio. Ya quisieran los humanos estas cualidades. Aparecieron en el mar hace más 500 millones de años, son más antiguas, pues, que los dinosaurios y que el hombre en la tierra, aterrorizan a los bañistas y son alimento preferido de quelonios. El genoma de este tipo medusa podría ser clave para investigar y avanzar sobre la ansiada inmortalidad del hombre.

'La cabeza de Medusa' es un cuadro de Caravaggio de 1597.

'La cabeza de Medusa' es un cuadro de Caravaggio de 1597. / DM

En la fábula griega, las medusas, hijas de Forcis y Ceto, aparecen como monstruos ctónicos femeninos, desde la antigüedad en la mitología griega fueron consideradas guardianas y protectoras. Hesíodo, poeta griego (año 700 a. C.), cita a las medusas en su Teogonía y Ovidio, lírico romano (año 43 a.C.), en Las Metamorfosis de los dioses, dice que los corales del mar Rojo se formaron con la sangre de Medusa. Se la situaba en el inframundo, era respetada y se la representaba entre una extrema belleza y una exagerada maldad, era la más hermosa de las hermanas gorgonas, siempre temida porque convertía en piedra a aquellos que la miraban fijamente. Poseidón se enamoró perdidamente de ella, pero finalmente ordenó su decapitación. Sigmund Freud, en el psicoanálisis ve en la decapitación de Medusa una metáfora de la castración. Medusa personificaba el poder y el temor a lo femenino, Caravaggio,- en La cabeza de Medusa, año, 1597-, Rubens y Leonardo Da Vinci, la representaban en los escudos de guerreros.

Este interés por Medusa en el mundo clásico llegó al mundo cristiano. Las cisternas de Estambul, antigua Constantinopla, capital del imperio romano de Oriente, -extraordinario monumento, de 9.800 metros cuadrados de superficie y capacidad de hasta 80.000 metros cúbicos de agua-, fueron construidas por Constantino el Grande en el año 301 para proveer de agua al Gran Palacio del emperador y, más tarde fueron ampliadas para la ciudad, por el emperador Justiniano I en el año 532 d.C.. En este gigantesco aljibe asoman en las bases de algunas de las 336 columnas de mármol de capiteles jónicos y corintios, unos grandes bloques de piedra en los que aparece esculpido el rostro de Medusa con la finalidad de atemorizar y disuadir a ajenos en ese palacio sumergido.

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