Opinión | TRIBUNA

Un punto de lectura

Ilustración: Un punto de lectura

Ilustración: Un punto de lectura / Ingimage

Hace ya unos años que en casa guardamos un punto de lectura, que nos dieron en una librería low cost, en la que en uno de sus lados reza la frase: «Si no lees, no pasa nada. Si lees, pasa mucho».

Este punto, hecho de un material de cartulina blanda y nada extraordinario en su sencillo diseño, tiene unas tonalidades grises y blancas, pero en su centro hay un dibujo de una especie de barco pesquero visto desde su proa, en color «rosa cabracho» (y no «rosa salmón» por aquello de que este procede mayoritariamente de granjas). Simula avanzar hacia nosotros, como si quisiera alcanzarnos porque nos trae algo que nos interesa, quizás sea un invitación a leer. Encima de esta imagen está la frase.

Este marcador, cuyo soporte físico se deteriorará en tan sólo unos años pero no su mensaje, lo hemos ido dejando un poco a la vista durante este tiempo entre libros de alguna estantería, para que de tanto en tanto, cuando pasemos nuestra vista por allí, despreocupadamente y sin intención alguna, tengamos la oportunidad de tenerlo a mano y releerlo una vez más; para mantener vivo todo lo que entraña esta frase sencilla y genial a la que hemos atribuido posibles significados.

Por encima de deducir que se refiere a la cantidad de mundos e historias que nos propone la lectura y todo ello, como si realmente sucediera pero en la pantalla IMAX de nuestra imaginación, también nos podría sugerir que esta nos ofrecería, además, la posibilidad de proporcionarnos «un antes y un después». No sólo sucederían historias en nuestra imaginativa mente, sino que así mismo nos ofrecería la posibilidad de cambios. ¿Quién no ha leído un libro, al menos uno, que después de acabarlo no le haya cambiado en algo? ¿Quién no ha quedado impresionado, estupefacto o identificado con algunos de sus relatos o reflexiones, de tal manera que dé luego pie a ese «después de», o a ser o tener algo diferente al antes de haberlo leído? Algunas lecturas nos dejan con la inequívoca sensación de que no hay regreso al mismo sitio, al de antes de la lectura.

Un libro, que consideremos bueno, puede dejar una huella profunda en nosotros que fosilizará en poco tiempo. Un buena lectura puede hacernos saber que no estamos solos, que somos comprendidos, porque hay alguien que a través de sus relatos, poesía o meditaciones, muchas veces encarnados en sus personajes, pone pensamiento y voz a aquello que a veces barruntamos y somos incapaces de configurar aún en nuestro cerebro, y mucho menos expresar.

Esta frase profunda nos vendría a decir que la lectura puede ofrecer esos cambios porque tiene esa capacidad, es hacedora de que pasen cosas. Es decir, además de las cosas que pasan en nuestro cine mental a través de las historias que se cuentan, estaría todo aquello que durante o después de la lectura revierte directamente en nosotros, en nuestra forma de ver la vida, o nos induce a mejorar o a ser de otra manera, quién sabe, pero sobre todo nos deja esa sensación de sentirnos acompañados y por ello mejor.

Seguramente algunos lectores ya conozcan al autor de esta frase. Pero no ha sido mi caso hasta hace un par de días. Preparando este artículo, descubrí gratamente y con cierta sorpresa que es de Mahatma Gandhi. Su frase en tan sólo un humilde punto de lectura, ha dado lugar a la reflexión. ¿Qué no hará un buen libro? Por eso mañana, tengan un nutritivo día de Sant Jordi: para que les pasen muchas cosas.